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Matías Anguita fumaba 60 cigarros diarios, ahora corre por todo Chile

Pesaba 100 kilos y fumaba descriteriadamente. Pero hoy, lejos del vicio de la nicotina, y entregado por completo al running, volvió hace un mes de atravesar corriendo todo el país. Lo importante para esto, dice, es la mente y pasarlo bien. “No hay para qué ser ninja ni mucho menos”, dice, al día siguiente de ir a un asado y tomarse sus piscolas.

15 de Abril de 2014 | 16:38 | Por Ángela Tapia Fariña, Emol.
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Ignacio Izquierdo, El Mercurio.
“Esto es pura cabeza”, dice convencido el ultramaratonista de casi 42 años, Matías Anguita (@matiasrun), para explicar cómo logró por 63 días correr 80 kilómetros diarios, bajo una rutina tan disciplinada, que olvidó en qué día de la semana se encontraba, pero que le permitió lograr su objetivo: recorrer (corriendo) todo Chile.

Fueron en total alrededor de 5 mil kilómetros los que lo han convertido en el runner más famoso del último tiempo, superando una marca no menos curiosa y desafiante, como cuando al cumplir los 40, decidió correr 40 kilómetros por 40 días, y que tuvo, además de un significado simbólico para su cumpleaños, apoyar la causa de Reforestemos Patagonia.

Esta vez, para "Desafío Cordep Corre por Chile", su motivación fue difundir por todo el país la vida sana y por supuesto, probarse una vez más a sí mismo que se la puede. “Estuve dos meses corriendo. Prácticamente me salté todo el verano”, dice sobre la gran prueba que comenzó el 2 de enero pasado, abarcando desde Arica a Puerto Williams, y que lo tuvo todos los días en lo mismo, algo que tal vez, a otro mortal, podría haber vuelto loco.

“Mi día era: 5.30 am me levantaba, tomaba un desayuno chiquitito, alongaba; 6.30 partía corriendo, terminaba  a las 11. De ahí tomaba un desayuno potente, me duchaba, hacía kine, almorzaba, dormía una o dos horas de siesta o a veces no podía dormir. A las 5 de la tarde me despertaba, a las 5.30 llegaban los carabineros que me escoltaban, y ahí de nuevo a correr hasta las 9 de la noche”, explica.

Lejos de cansarse, hoy prepara el proyecto de correr desde Buenos Aires a Valparaíso, haciendo mil 600 kilómetros en veinte días.
Cuesta creer que hace más de 10 años, quien se hiciera conocido por su proeza como “el Forrest Gump chileno” –aunque prefiere la comparación con “Ultraman”-, era un hombre normal, que pesaba 100 kilos y se llegaba a fumar hasta tres cajetillas de cigarro al día.

-Hasta que un día pensaste en que si seguías así, te ibas a morir...
“Tal cual. Yo soy súper decidido y eso lo aplico a muchas cosas. Todo lo que hago lo hago por ser así. Correr 80 kilómetros diarios por 63 días, lo hice porque tengo decisión. Obviamente me entreno y todo, pero hay que ser valiente. Dejar el cigarro y no volver a fumar, ya requiere mucha decisión. Yo la tuve, y busqué algo opuesto, correr, para que no me dieran ganas de fumar. Corrí, corrí y corrí; me gustó y como soy obsesivo, me fui en la volada, renuncié a mi trabajo y terminé haciendo de esto mi estilo de vida”.

-Suena simple.
“Lo que pasa es que a veces la gente falla en la voluntad y se autoboicotea. Típico que dices ‘ya, mañana voy a lavar el auto’, y al otro día empiezas con que te da lata; no eres confiable”.

-¿Cómo lo hiciste para no autoboicotearte durante los 63 días que estuviste corriendo?
“En este tipo de desafíos, puedes estar muy preparado físicamente, pero si no lo estás mentalmente, vas a fallar. A veces corría nueve horas solo por la cerretera y lo único que hacía era pensar. Empezaba a revisar mi vida, de qué se había tratado, qué había hecho mal y qué bien, qué cosas había pasado por alto. Mentalmente hablando, fue heavy, terminé raja”.

-¿Llegaste a alguna conclusión?
“Sí. Le tomé un cariño muy especial a las cosas no materiales; una siesta, ir a un parque, sentarme, mirar cualquier cosa… Me como una marraqueta con palta y quedo feliz.  Ahora que volví, por ejemplo, ya casi no estoy manejando, me aburrió el auto. Yo creía que al terminar el desafío me iba a ir a un hotel de vacaciones de relajo, pero no. Volví en otra onda, buscando cosas sencillas.
“Al correr te escuchas a ti mismo, todo el rato. Eso sirve para solucionar problemas. Cuando haces ejercicio, tu cerebro está mejor oxigenado. Y si hay más oxigeno todo funciona mejor y las ideas fluyen más rápido”.

-Siempre dices que lo importante no es llegar a la meta primero, sino que llegar feliz.
“Es que no me gusta sufrir. A veces veo a todo el mundo súper estresado en las maratones, preocupados de cuánto tiempo van a hacer. Y yo, la última vez que quise bajar mi tiempo, terminé con un desgarro y lo pasé pésimo. Ahí decidí no correr nunca más estresado. Hacerlo bien, al ritmo que sea, pero pasarlo bien, y me ha dado buen resultado. La idea es cruzar la meta con los brazos arriba, no muriéndote ni desmayado. Si no, dedícate a otra cosa”.

-Y en tu vida, ¿también lo pasas bien o este vuelco que diste te alejó de las pistas de los asados y reuniones sociales?
“Anoche me fui a un asado y llegué  a las 3 y media a mi casa, llevo un estilo de vida normal. Precisamente anoche hablaba de eso, después de cuatro piscolas; que en general, el deportista es medio monje tibetano para sus cosas. Pero yo creo que no hay para qué ser ninja ni mucho menos. Mi vida es como la de cualquier persona que lo quiere pasar bien, sin excesos. La única diferencia es que no duermo hasta las 11 de la mañana si salí la noche anterior. Hoy entrené temprano, como todas las mañanas, pagando eso sí, todas las piscolas que me tomé anoche”.

-¿Ahora no te has transformado en un gurú de tus amigos fumadores?
“Con mi pasado, no tengo cara para decirle a alguien que no fume. Yo dejé el cigarro y entiendo que es súper malo, pero no le pongo problemas a alguien que quiere fumar al lado mío. Los que sí me preocupan son los más chicos. Si a un niño lo veo fumando, ahí sí me voy a meter. A mis 42 años, ¿qué le voy a decir a mis amigos del colegio? Me he encontrado con varios, y están todos gordos, pelados, hechos bolsa”.

-Bueno, tú ibas para allá también…
“Sí, estoy de acuerdo. Pero hoy, si me paro al lado, ellos se ven 15 años más viejos que yo. Eso es lo que hace el deporte y tener una vida súper feliz. Vivo de lo que más me gusta, qué mejor. ¡Cuánta gente anda por la calle amargada porque no le gusta su pega! Yo no. Entreno en un parque, me junto con un amigo a correr y no me doy cuenta que estoy trabajando”.

-Todo bien, pero, ¿cuándo descansarás?
“Me quiero pegar un viajecito cuando ya deje terminadas algunas cosas, en septiembre, espero. Iría a un lugar rico, a conocer, tomar fotos, comer rico… Y no voy a correr ni medio metro; no pienso llevar zapatillas. Me voy a dedicar a comer, chupar y carretear”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Además de no tenerle apego a las cosas materiales -no tengo colgada ni una medalla- soy maniático porque las cosas salgan bien. Soy muy obsesivo con el trabajo. Cuando armo proyectos como este último, me obsesiono mal. Todo lo desordenado que soy en la vida, como cuando no sé dónde dejé ni los calcetines, se transforma en obsesión cuando armo un proyecto. No paro hasta que todo cuadre y tenga un plan B. Nada puede fallar y por eso las cosas salen bien. Me pongo mal genio entre medio, pero raya para la suma, es bueno”.
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