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Niños enfermos son víctimas de bullying en su reinserción escolar

Niños enfermos son víctimas de bullying en su reinserción escolar Sufren maltratos o son foco de burlas por parte de sus compañeros, cuando presentan alguna discapacidad intelectual o motora derivada de su enfermedad. Si no cuentan con las herramientas para enfrentarlo, la situación puede llevarlos a desertar. Conoce aquí cómo la Fundación Nuestros Hijos trabaja el tema.

30 de Mayo de 2014 | 15:18 | Por M. Francisca Prieto, Emol
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En febrero pasado, una conmovedora historia fue divulgada por diversos medios de comunicación. Era el caso de Mahan Rahimi, un niño iraní de ocho años que perdió su cabello debido a una extraña enfermedad, convirtiéndose en foco de las burlas de sus compañeros de curso. Sin embargo, su profesor tomó cartas en el asunto y se rapó la cabeza para dar el ejemplo, transformándose en un verdadero héroe nacional. Fue tal el impacto que causó, que todos los alumnos del curso lo imitaron y Mahan volvió a sonreír.

Aunque eso pasó en Irán, en Chile los casos de bullying a niños enfermos también ocurren. De hecho, se estima que un 6% de los escolares sufre maltratos o burlas por alguna discapacidad intelectual o motora derivada de enfermedades. "Muchos niños al regresar a sus colegios, vuelven con cambios físicos, secuelas de la enfermedad o efectos secundarios de ésta. Por ejemplo, en el caso de quienes han tenido cáncer, llegan sin cabello o con éste muy corto, y reciben las burlas de sus compañeros", explica Carolina Lastreto, psicóloga de la Fundación Nuestro Hijos, que asiste a los niños de escasos recursos enfermos de cáncer.

Es lo que, por ejemplo, le ocurrió a Mikol, "un niño exquisito, simpático, súper integrado con sus compañeros", según describe Lastreto, quien estuvo dos años en la escuela intrahospitalaria de la Fundación. "Al momento de reinsertarse (en su colegio de origen) llegó sin pelo y con un catéter, y le hicieron bullying. Le pusieron el sobrenombre de 'catéter man', lo molestaban, lo hostigaban constantemente, hasta que hubo un momento en que un compañero lo empujó, le pegó y el niño llegó a urgencia con el catéter morado", relata la psicóloga.

Por esta razón, los profesionales de la Fundación y el equipo médico decidieron retirarlo del colegio para que terminara el año en la escuela intrahospitalaria, "un entorno súper protegido, súper cuidado, donde están con sus pares, donde todos están en las mismas condiciones y hay uno que quizás no tiene cabello, otro que subió de peso, otro que está con sonda (…) Se acostumbran a la diversidad, a no discriminar y a no molestarse entre ellos", afirma Lastreto.

Hoy, tras un año de preparación para su reinserción, Mikol ya no tiene problemas con sus compañeros. "Volvió al mismo colegio, pero en el fondo con otra parada en lo emocional, con otra seguridad", agrega la psicóloga.

Entregarles herramientas es fundamental

Claro, porque además de terminar su año en la escuela intrahospitalaria, Mikol asistió todas las semanas a talleres en que especialistas le entregaron herramientas para que pudiera manejar ciertas situaciones que podían presentarse cuando regresara a su colegio. El objetivo de estos talleres es, por ejemplo, reforzar la autoestima de los niños, para que cuando los molesten porque no tienen cabello, "ellos sepan que lo que valen como personas no pasa por su apariencia física, sino que va más allá", explica Lastreto.

Asimismo, se fortalece su ámbito emocional de manera que si son foco de burlas, ellos sean capaces de acercarse a un adulto y pedirle ayuda, o bien enfrentarse a quien lo molesta y explicarle lo que siente cuando los tratan así.

"Intentamos entregarles herramientas para que al momento de la reinserción, ellos cuenten con ciertas habilidades para enfrentar estas situaciones quizás un poco más complejas y no deserten", añade la psicóloga.

El protocolo de reinserción que tiene la Fundación Nuestro Hijos también contempla contactos con los profesores de los colegios de origen, para que conozcan el funcionamiento de la escuela intrahospitalaria y para acordar maneras en las que los niños mantengan la relación con sus compañeros de clase.

"Que les manden cartas una vez al mes, hacemos una videoconferencia donde los chicos están con sus compañeros en el hospital y se los presentan a los compañeros de la otra escuela. ¿Cuál es la idea de esto? Que durante todo el proceso ellos no pierdan esa vinculación afectiva y emocional que tienen con sus compañeros y con sus profesores de las escuelas de origen. ¿Por qué? Porque si ellos no pierden esta vinculación, al momento de reinsertarse ya los van a haber visto sin cabello a través de la cámara, ya van a haber conversado, ya no va a ser como un mito y un misterio lo que ha pasado con ellos durante todo el tiempo en que estuvieron afuera. Entonces, cuando lleguen, va a ser una felicidad, pero no va a ser una novedad", explica Lastreto.

Asimismo, en el momento en que los niños se van de la escuela intrahospitalaria, además de llevarse sus informes psicológicos y pedagógicos, se van con una guía con recomendaciones para sus profesores. "También pasa que los profesores tienden a sobreproteger y a darle una sobreatención a los niños que llegan, y eso también provoca en el resto de los compañeros cierto rechazo. Entonces, nosotros sugerimos que sea tratado como igual, que sea lo más normal posible", sostiene la psicóloga.

Sin embargo, es importante que tras la reinserción, los padres de niños enfermos estén atentos a ciertos comportamientos que podrían revelar una situación de bullying. "El síntoma principal es que no quieren ir al colegio para no ser rechazados, están deprimidos, ansiosos", describe Lastreto, y añade que en esos casos lo primero es acercarse a los docentes para que ellos evalúen si es necesario derivar a los niños a un psicólogo o bien reciban ayuda de profesionales como los que pueden encontrar en la Fundación Nuestros Hijos.
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