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Cómo sobrevivir en "gringolandia" según una chilena

La imagen o los supuestos que tenemos del comportamiento de los norteamericanos son revelados en el libro “Gringosincrasias”, una guía útil para sobrevivir en Estados Unidos.

01 de Agosto de 2014 | 09:06 | Emol
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Es como el libro reacción a los conocidos "How to survive en the chilean jungle" y fue escrito por una chilena que lleva casi 40 años viviendo en Estados Unidos.


Emma Sepúlveda expone en su libro: “Aquí a la gente le gusta, le fascina, le obsesiona comprar. Comprar para regalar. Viajar para comprar. Comprar para guardar. Comprar para vender. Comprar porque está barato. Comprar porque está en liquidación. Comprar porque no tienen otra cosa que hacer más que comprar”.

¿Sorprendente?

No, pero es distinto estar “bombardeados” con sus costumbres y películas que transmiten el estilo de vida y el “sueño americano”, que vivir en el país. Es que para la autora, a pesar de llevar viviendo allá desde los años 70, no deja de asombrarse cómo viven y entienden el mundo, pero se lo toma con humor.

“He vivido experiencias en muchos campos de la sociedad de este país y por eso he podido ser testigo de primer plano de las idiosincrasias, costumbres, ideologías, hábitos y comportamientos de la gente que vive aquí”, introduce en su libro “Gringosincrasias” (Catalonia), editado el año pasado y que hoy relanzamos.

No es para menos, en estos 38 años ha sido estudiante, profesora, fotógrafa, ha trabajado en la comunidad latina, candidata al Senado por el partido Demócrata, columnista para prensa, madre y esposa de ciudadanos norteamericanos.

Tantos ámbitos en que ha estado inmersa la historiadora, magister y doctorada en la Universidad de California, que esta vez quiso reírse, que no es lo mismo que burlarse de los gringos pues ella misma también es parte de ese mundo.

Por eso, más que críticas y eso es lo entretenido del libro, es que acompaña las crónicas con comentarios sabrosos y típicos de un chileno, además de sus propias bochornosas experiencias que al leerlas dan vergüenza y muchas risotadas.

“Quiero reírme con ellos de lo absurdas que pueden ser estas costumbres y hábitos para una persona que viene de afuera y trata desesperadamente de vivir en y pertenecer a esta cultura”, comenta.

El objetivo que se propuso fue incentivar el descubrimiento de que allá en Estados Unidos, como en Chile o cualquier parte del mundo, la vida mundana tiene cosas y bien absurdas.

“Y también cosas que aunque tengan sentido para muchos, para otros no pasan de ser trivialmente cómicas”, advierte la chilena que vive en la ciudad de Reno, Nevada.

Lo más conocido

“No es popular ser racista y eso esconde el juicio que muchas personas tienen acerca de otras razas. Pero si uno observa con cuidado el comportamiento de la gente, o escucha y lee lo que la gente dice en referencia a otras razas, es fácil darse cuenta de que sí existe racismo en Estados Unidos”, afirma frente a un tema polémico pero nada de oculto en el cotidiano.

En cuanto a las dietas, dice que es un país obsesionado con la vida sana. “Sin embargo, es el lugar donde más gordos he visto. Y los gordos aquí no son gordos, son obesos gigantescos”.

Piensa eso sí que son gordos porque les gusta, les encanta, les fascina comer. Y cuando comen, comen harto. Pero comenta que comen con culpabilidad, y no les causa risa a los gordos ser llamados así como a nosotros.

“Fat es un insulto, ni menos una palabra tierna. La palabra gordo está eliminada del vocabulario de este país, se omite, se calla. La tienda de Buenos Aires, Palacio de los gordos, aquí ya la habrían boicoteado por tener un nombre ofensivo y el gobierno la hubiera cerrado porque estaría violando los derechos individuales de los gordos”.

“El tiempo es oro”, por eso nadie llega tarde y serían, a su juicio, compulsiva y obsesivamente puntuales. “La primera vez que una compañera de universidad me invitó a almorzar y me dijo que nos juntáramos a las 12, yo llegué cerca de las 12.30 y con una feliz sensación de ir súper adelantada porque en Chile habría llegado a las 12.45 ella no había llegado… cuando llegué a casa había un mensaje de Kathy: Te esperé 5 minutos, hasta las 12.05 y no llegaste. Pensé que habías tenido algún contratiempo (palabra de la gringa que me cayó pésimo). Volví a la oficina. Te llamo después”.

Para no sorprenderse

Micros y Taxis: No les gustan porque son incómodas, lentas y con mala frecuencia. “Esto me hace pensar que no han andado nunca en las micros que carretean de Ñuñoa a la Alameda en Santiago, o no han esperado la micro una hora cuando uno se muere de ganas de ir al baño”. Cuando se come y cómo se come: Desayunan un banquete, a mediodía una hamburguesa, ensaladas chicas y cenan a las 5 ó de la tarde, cuando nosotros tomamos once. El resultado es terrible. “Los modales de los gringos en la mesa son diferentes, para ellos una mano en la mesa y otra escondida es lo común. Tiene también una facilidad extraordinaria para los eructos, que reparan con un “exxxcuss mee”, así de largo en la pronunciación solo para continuar con el mismo tronar una y otra vez durante toda la comida”.

La monarquía de las mascotas: “Hablo de gente que tiene 6 perros más grandes que el hijo menor, viviendo adentro de la casa… personas con media docena de gatos durmiendo en la cama matrimonial entre el esposo y la esposa.. como mi vecina Troy, tiene tres llamas en el patio de atrás, 5 perros, 1 chancho enano rosado, 1 loro, 3 canarios y 2 conejos angora”.

Los probadores de ropa: Por ejemplo en Loehmann’s en San Francisco, el probador es una mini cancha de fútbol bajo techo cubierta de espejos… hay algunas casuchas con puertas, que nadie usa. El resto se prueba, comenta y queda desnudos a ‘lo gringo’. El espectáculo es único. Nadie se espanta, al contrario, todas las mujeres hablan entre sí, caminan y socializan. “En el probador son todas amigas”.

El sentido del humor: El problema es que lo entienden solo ellos, llevo 35 años y todavía no lo entiendo. Creo que el sentido del humor es una reflexión de la cultura. En Estados Unidos a nadie se le ocurriría contar o celebrar como en Chile, los chistes de personas con problemas físicos, los crueles, de doble sentido, de elefantes o de Condorito. Este humor es patético, lo gozamos con culpabilidad en muchos momentos, pero lo gozamos igual. Me los tienen prohibidos. En cambio, el humor de los gringos hay mucho juego de palabras y como nosotros no entendemos las sutilezas gringas ni el idioma con extrema precisión, ni menos su sentido del humor, nos parece que no son cómicos.

“Los chilenos hacemos conexiones sexuales instantáneas, reflexivas. Siempre algo nos recuerda a ‘tiene la forma de’, o simplemente, ‘se parece a’. La reacción comparativa nos mata de la risa. A los gringo no. No entienden esas comparaciones y si alguien se las explica lo ven como una total estupidez. Piensan que es más degeneramiento que sentido del humor comparar un salame con un pene o la mitad de un durazno con un seno… aparte, el gringo no piensa que las partes del cuerpo sea cómico”.


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