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Augusto Schuster: “Soy mamón, y no tengo problema en decirlo”

Luego de que falleciera su padre en 2004, Augusto se convirtió en el hombre de la familia, uno bastante cuidado por su madre y sus dos hermanas mayores, que no dudaron en consentirlo. Hoy, ya más grande y con una carrera consolidada, asume que todavía le quedan algunos dejos de su vida “regaloneada”.

05 de Noviembre de 2014 | 08:19 | Por Ángela Tapia Fariña, Emol.
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Luciano Riquelme, El Mercurio.

“El secreto está en ser genuino y demostrar que le estás poniendo todo el esfuerzo, que amas tu trabajo”, comenta Augusto Schuster (22, @SchusterOK) ante la pregunta de cómo lo ha hecho para que en estos últimos ocho años haya desarrollado una carrera tan exitosa en la actuación y la música.

Basta recordar sus tiernos comienzos en “Amango”, proyecto al que entró casi de casualidad, y con el que alcanzó un éxito solo superado entonces por “Corazón rebelde”, serie con la que llenó estadios cantando junto a Denisse Rosenthal, Ignacio Garmendia, Magdalena Müller y Luciana Echeverría.

Hoy, tras haberse paseado por Sudamérica trabajando para series como “Lynch” (en Colombia), “Dance!” (en Uruguay) y “Casi ángeles” (en Argentina), y de mantener en paralelo los lanzamientos de trabajos musicales como solista, volvió a Chile después de vivir un año y medio allende los Andes, donde también trabajó en “Somos familia”.

“Tenía muchas ganas de trabajar acá de nuevo y la Quena (Rencoret) me venía tentando hace tiempo y siempre había querido trabajar con su equipo”, explica Augusto sobre su actual trabajo en “Pituca sin lucas”, la teleserie de Mega, que ha sido una apuesta ganadora en la guerra de novelas de la tarde nacional.

Allí, el actor interpreta a Fidel Gallardo, un escolar que cuyo leitmotiv es el mínimo esfuerzo, ya sea en su casa o el colegio. Tal vez para lo único que pone algo de su parte es para pololear.

Si bien Augusto no se queda atrás con el tema del pololeo –para su pesar, se ha filtrado sobre todo en Argentina, datos de su vida amorosa-, al menos para el trabajo no se caracteriza por ser flojo. “Estos ocho años han sido de puro aprender y aprender. También ha sido mucho sacrificio, pero es rico ver cuando el esfuerzo tiene su recompensa. Cuando empiezas muy chico, a veces es fácil perderse con el tema de la fama y que empiezas a manejar plata, pero basta tener calma y escuchar a la gente que uno sabe que quiere lo mejor para ti”, reflexiona el actor.

-¿Te refieres a tu familia?
“Claro. Siempre he tenido un apoyo incondicional de ellos. Me acuerdo que varias veces le dije a mi mamá (Consuelo Picó) que tenía que viajar a tal parte para algún casting, a Argentina por ejemplo y pagando todo yo, y ella nunca me puso problema. ‘Bueno, ahí vemos de dónde sacamos la plata. Viajamos y vemos que pasa’, me decía. Al final, remábamos todos para el mismo lado”.

-¿Cómo fue tener 15 años y ya contar con un club de fans? Suena como el sueño del pibe adolescente…
“Es raro, pero siempre me lo tomé con mucha tranquilidad, sabiendo que es algo que está el día de hoy y mañana se puede ir. Es parte del trabajo, pero sobre todo, es cariño, y eso es único. Es impagable cuando se te acerca alguien en la calle y te felicita por lo que haces. Es imposible no atesorar todo ese amor que te muestran y no negarse a los autógrafos o a las fotos es apenas una manera de devolverlo”.

-Todo bien con el cariño. Pero tu carrera también tiene ese lado b, de que se hable en los medios de tu vida sentimental, de si empezaste con alguien, si terminaste con alguien, etc. ¿Te sentiste muy presionado en Argentina con eso?
“Acá también la prensa me persiguió un tiempo y estuvo preguntando, pero lo tomo como parte del trabajo y con respeto. Jamás he tratado mal a ningún periodista, independiente de si me molesta o no lo que está haciendo o diciendo. Al final, lo más sano es hacer oídos sordos con esa prensa”.

-No debe ser fácil que una relación amorosa salga de principio a fin en los medios…
“Cuando lo vive es algo nuevo y algo raro. Y por más que intentas mantener tu vida privada al margen, es inevitable que hablen. Yo mantengo mis palabras, mi versión, que es la que realmente vale para mi gente, para los que sí me preocupa que sepan la verdad. El resto, oídos sordos; si sale una nota no la miro, no veo los programas, no me interesa saber nada. Si no, te terminas haciendote mala sangre con alguien que bueno, está haciendo su trabajo”.

Con “la gente que realmente vale”, Augusto se refiere a sus amigos más cercanos, que dice mantener desde kínder, y por supuesto, su familia, que, tras el fallecimiento de Augusto papá el año 2004, lo dejó a él como el hombre de la familia -uno bastante consentido-, junto a su madre y a sus dos hermanas mayores. “Me cuidan mucho. Con mis hermanas tengo 10 y 8 años de diferencia, así que es como si tuviera tres mamás”, comenta.

-El conchito…
“Sí. Obviamente soy súper regalón y mamón, y no tengo problema en decirlo”.

-¿Te hacen todo?
“Ya no, porque ahora vivo con mi hermana del medio”.

-¿Cómo que “ya no”?
“En un minuto sí… (ríe), porque me cuidaban mucho. Pero ahora hago las cosas por mi cuenta y está todo bien”.

-¿Por ahí puede ir tu aporte al personaje de Fidel Gallardo? No es que te quiera decir flojo…
“Fidel es flojazo, potenciado a mil. Lo que podríamos tener parecido es esa lata que él siente cuando se levanta temprano y no quiere ir al colegio. ¡Quién no la ha sentido! Igual soy un poco desordenado en mi casa, me gusta flojear, no hacer nada. A veces, pasan los días y se va acumulando la ropa tirada, pero después ordeno y no pasa nada”.

-¿Cómo lo hacías cuando vivías solo en Argentina?
“Limpiaba una vez a la semana, los domingos, por lo general. Es que imagínate, llegas cansado de trabajar, te sacas la ropa y la dejas ahí; van pasando los días y se empieza a hacer una torre, con calcetines tirados... Ahí ordenas. Siempre que iban visitas, dejaba la casa limpia antes (ríe)”.

-Has hablado de cómo influyen tus hermanas y tu mamá en tu vida y tu carrera. ¿Qué hay de tu papá? Él falleció antes de que comenzaras a trabajar, el 2004…
“Bueno, de él viene todo lo de la música. Él tocaba guitarra y era cantante de folclor, y le transmitió todo a mi hermana mayor, que terminó transmitiéndomelo a mí.
“Yo sé que tengo a alguien cuidándome cuando pienso en mi papá. Y sé que él estaría orgulloso de muchas cosas que he hecho. Lo que sí, estoy seguro que varias de esas cosas que me han pasado, las oportunidades que he tenido, han tenido algo de su ayudadita”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Los calzoncillos. Tengo muchos y de varios colores, pero me pasa que algunos me hacen pasar mejores días que otros. Hay uno en especial que es muy bonito y que cada vez que me lo pongo tengo un mal día, pierdo los partidos de fútbol y esas cosas. En cambio, hay uno rojo que me lo pongo para las reuniones de pega o los castings y siempre me va bien. No sé qué será, pero me funciona”.

-¿Y qué pasa con el que te da mala suerte? ¿Para qué lo sigues usando?
“¡Para reivindicarlo! Es tan bonito que no entiendo cómo me puede traer mala suerte. Pero la verdad es que ya no sé qué hacer con él. ¿Lo tendré que quemar? Así no se traspasa la maldición del calzoncillo”.


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