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¿Te gustaría comer como un adulto y dejar las dietas?

Un hombre bajó 45 kilos en un año solo por cambiar sus hábitos y eliminar la culpa por comer algo rico y calórico. Nutricionista chileno explica cómo incorporarlos al día a día.

07 de Noviembre de 2014 | 17:05 | Emol
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¿Sufres porque no debes comer pasteles y papas fritas? ¿Aburrida de hacer dieta? Es que la idea de comer “sólo” alimentos saludables y que no engordan parece una condena cuando uno disfruta con los sabores, aromas y nuevas preparaciones.

Entonces viene el ímpetu rebelde y uno manda a la punta del cerro a todas las dietas… lo malo es que en ese acto liberador, aparece el efecto rebote y bienvenidos todos los kilos perdidos.

¡Qué frustración, la dieta ha fracasado… y de nuevo!

Para no caer en esos estados de ánimos tan bajos, lo mejor es aprender a comer como un adulto.

Al menos, esta fue la recomendación de Chelsea Fagan, una escritora norteamericana especialista en dietas, quien entregó un artículo publicado en la revista Bustle basado en la experiencia de una persona que bajó 45 kilos en un año.

El objetivo fue comer como un adulto integrando hábitos de menor importancia, pero sobre todo dejando de la lado la culpa y la vergüenza por comer alimentos calóricos. ¿Cómo se logra en la práctica?

Primero es dejar de permitirse las pataletas por comida “deliciosa” y cambiar el switch a darse un gusto de vez en cuando. Es que la clave está en la moderación, según explica Samuel Durán, presidente del Colegio de Nutricionistas Universitarios de Chile, porque no hay que negarse el placer que otorga la comida.

“Tenemos que aprender a comer sin culpa y cambiar el estilo de vida. Disfrutar de la comida es lo principal y eso es algo que hemos olvidado, los chilenos comemos muy rápido, tragamos muchas calorías pero sin disfrute”, afirma.

De ahí, que la elección de lo que se coma debe ser con mesura y dice, que si uno quiere saborear un pastel, ¡bienvenido! “Pero es distinto, si todos los días como pasteles, galletas y dulces en grandes cantidades y te sientes culpable, pero igual lo haces. Ese es un hábito que se debe eliminar y de raíz”, alerta.

Simples y sin esfuerzo

Por tanto, para el nutricionista Samuel Durán lo importante es cambiar los hábitos en relación a la comida e incorporar más frutas y verduras cada día.

Y con esto, no quiere decir que se bajará de peso en forma inmediata como al seguir una dieta, sino que los resultados se verán a largo plazo y serán potenciados si se le suma, obviamente, el ejercicio físico en forma constante.

Entonces, para comer como un adulto y dejar al niño mimado y caprichoso que se lleva dentro estas son las recomendaciones. Los datos son simples y no requieren gran fuerza de voluntad sino que decisión por cambiar, dejar la modorra y la culpa.

1. Admite la flojera que da cocinar: Como ya no vives con “mami” y no hay nadie que lo haga por ti. Organízate para que un día a la semana cocines para varios días. Has platos de fondo, un guiso, una carne que puedas mantener en el refrigerador por 2 días, y el resto, lo congelas en porciones para que cuando llegues a casa, siempre haya algo en el refrigerador.

2. Come vegano cuando puedas: No significa que tengas que renunciar a la carne ni los lácteos sino que la idea es ingerir más frutas, verduras y leguminosas. Además, cuando tengas ganas de un sándwich con queso y carne te sentirás menos triste porque tu cuota de verduras y frutas está OK. “La recomendación de ingesta de fibra es de 25 gr. diarios, y la de frutas y verduras es de 400 gr. Por eso que cenar una ensalada con lentejas es mucho mejor que volver a incorporar carne, más si las has comido en el almuerzo”, alienta Samuel Durán.

3. Conoce lo que estás comiendo y cómo se prepara: Es que lo principal es tener una relación directa con la comida, que no sea un plato servido. Lo mejor es aprender a cocinar y experimentar recetas, porque además se quemarán calorías en el proceso. En ese sentido, el nutricionista agrega que debiéramos dejar de usar tanta sal y azúcar, ketchup y mayonesa y conocer los verdaderos sabores y aromas que tiene cada alimento. “Usemos más hierbas, especias y condimentos y aprendamos a leer las etiquetas para saber no sólo las calorías sino que también el valor nutricional de lo que comemos”, enfatiza el nutricionista.

4. Acompaña tu día con un líquido caliente: Puedes tomar té negro, rojo, blanco, verde, maté, té de hierbas, incluso un café mientras trabajas, lees o ves TV. Lo interesante, es que al tener un aleado líquido evitará que comas distraídamente cualquier cosa que no te beneficie como galletas, papas fritas, dulces. “A veces esa hambre que uno siente es una combinación de sed con ganas de hacer algo con las manos y la boca”, comentó Chelsea Fagan.

5. Oblígate a tomar agua: Aunque no te guste y prefieras almorzar con una bebida. Cámbiate al agua, el cuerpo, la piel y todo tu ser te lo agradecerán. “En el país pareciera que existe un desprestigio social del agua, tenemos que cambiar esa creencia y aprovecharla siempre”, opina Durán.

6. No te alejes de los carbohidratos: No son tan buenos, pero son los más ricos: El pan blanco o las harinas blancas no tienen por qué desaparecer para siempre. Lo sano es encontrar la moderación y perdonarse si bajan los antojos poco saludables. “Lo más importante es dejar de tener una relación intensa, emocional y enfermiza con los pasteles o los panes”, recomendaron en la revista Bustle.

7. Anda al mercado, la feria o la vega: Cambia los lugares de donde te abasteces para que no sea sólo el supermercado donde todo está impecablemente listo para su consumo. Ábrete a la experiencia de ir a sitios donde las frutas y verduras estén en forma más natural o que sean directamente de los productores. “Incluso es bueno que los niños conozcan las plantas y árboles de donde proviene las frutas y verduras”, dice Durán.

8. Si te engolosinas con algo, deja la vergüenza y la culpa: Esa es la mayor consecuencia de las dietas porque una vez que te sales o las terminas te dan ganas de comer todo lo que se te ha prohibido. Pero, errar es humano y comer pasteles a la hora de almuerzo no es el fin del mundo ni el final de una persona sana. Es que según, ambos especialistas lo mejor que uno puede hacer es disfrutarlo y después como un adulto, volver a comer sano, ya que la culpa y la vergüenza sirven sólo para mantener una relación poco sana con la comida.
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