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Víctor Montero: "Es terrible pensar en la violencia de género cuando tienes una hija"

El actor que personifica al maltratador Antonio García en “No abras la puerta” nos cuenta cómo enfrentó al personaje y qué espera transmitirle a Mariano y Manuela, sus dos hijos. “No se trata solo de que nadie les pegue o agreda, sino que no le dañen tampoco el corazón, el alma”, asegura.

11 de Noviembre de 2014 | 15:47 | Por Ángela Tapia Fariña, Emol.
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José Alvujar, El Mercurio.
“A veces hay que ser radical”, afirma el antisistémico y rockero actor Víctor Montero, a quien es posible ver cada noche en TVN con su rol de Antonio García, el maltratador y celópata marido de Rosario (Claudia Pérez).

Paralelo a las grabaciones de “No abras la puerta”, su tiempo lo divide en estrenos de películas como “Volantín cortao” (de Aníbal Jofré y Diego Ayala) y los ensayos de la obra “Violeta”, bajo la dirección de Jesús Urqueta, que en diciembre mostrará la historia de tres suicidas chilenos, Violeta Parra, Pablo de Rokha y Luis Emilio Recabarren.

Además, es profesor de actuación en Valparaíso y rockanrolea con su guitarra con “Los Olas”, la banda que tiene hace unos tres años con Sebastián Layseca. “Con eso no tengo ningún tipo de pretensión más que pendejear para siempre y aguantar los 40 como sea, hasta que alguien diga que me veo patético y me tenga que bajar del escenario”, confiesa.

Y como buen rockero de alma, no le interesa tener isapre ni AFP, -“Ni un p$%& peso mío se va a ir a las arcas de esos ladrones infelices”-, alega. Mucho menos se quiere casar porque dice que no está ni ahí con la instancia social. Para este hombre de 41 años, lo que importa es el compromiso, la convivencia, la proyección, y criar de la mejor forma posible a sus dos hijos, Mariano (casi 4 años) y Manuela (casi 2), en este sistema que, como dice, “no da para más”.

-Siendo tan radical, ¿qué visión tienes del tema de la violencia de género ahora que has trabajado tan de cerca con él?
“Con Antonio García se toca un tema muy cotidiano, y que va más allá de la maqueta del golpeador de mujeres; es cómo tratamos a otro ser humano diariamente. Es una manera de faltarle el respeto al otro, y que tenemos arraigado en la crianza o en lo cultural: ¿Por qué te vistes así? ¿A qué hora vas a llegar?, con la persona con la que vives, a todos los gritos que le podemos dar a alguien mientras manejamos en la calle. En cuanto a la mujer, es común ver en Chile el toqueteo, correrle mano públicamente como si algo de material o de posesión, un bien, un objeto”.

-¿Fue difícil preparar el personaje?
“Lo más cuático fue el encuentro con la zona oscura de uno mismo. Todos saben que los actores ocupamos los materiales que tenemos; uno es su ladrón, su narcotraficante, su agente de la CNI… Y en este caso, me perturbó mucho. Veía cómo reaccionaban los hombres al ver las escenas, y puede que ninguno de los que vi haya golpeado alguna vez a una sola mujer, pero sí miraban para abajo cuando, de vez en cuando, salía un ‘Ya poh, ¿y mi desayuno? ¿No tengo ninguna camisa limpia?’, como si uno fuese el patrón de la pareja”.

-Parece que en varios casos es fácil caer en eso…
“Es que venimos de una cultura donde la mujer aún se aprecia por muchos como un objeto de uso, y donde parece fácil ejercer violencia sobre la mujer o los niños. Pero cuando un chileno se pone frente a un igual en fuerza o supuesta autoridad –un alcalde, un ministro-, se le aconcha todo el rato.
“La mujer a veces también es violenta. Ves estas organizaciones como ‘Amor de papá’, y te enteras de casos de minas que manipulan a los ex maridos con los cabros chicos. También es súper fácil para ellas hablar de su pareja, diciendo ‘él es un imbécil, un bruto’… ¿Y si es al revés? Si digo, ‘ah, esta huevona es una imbécil… ¿Ahí es maltrato?”.

-Siendo un tema en el que todos estamos de acuerdo: el maltrato, en todas su formas, es malo, ¿por qué crees que sigue ocurriendo?
“Es un tema de la humanidad, de no comprender el concepto de bien común. Hemos olvidado a quiénes tenemos delante; nos da lo mismo el respeto, no decimos ‘por favor’, buenos días’, la calle es una selva… Nos olvidamos que todos somos seres humanos”.

En esta etapa de la conversación, Víctor comienza a apasionarse con cada palabra que pronuncia para criticar que las faltas de respeto no van solo en falta de modales o agresividad, sino que es algo que se vive diariamente con las injusticias que pasan por encima de todos. “Me encantaría tener un programa político, pero no para hablar de abanderizados, sino que de bien común, del antisistema. Estoy en contra de este sistema que no da para más. Sorry, pero la educación y la salud pública no funcionan porque el Estado está coludido con el político corrupto y el empresario corrupto. Ellos han reventado el sistema público para que el negocio de la farmacia, la clínica privada y colegio privado resulte”, alega.

-¿Siempre has sido así?
“Sí. Cuando adolescente me tomaron un par de veces detenido por salir a protestar, sobre todo para la época del ‘No’, pero no por ser confrontacional. Fui criado por mi madre que se quedó sola después que mi papá se fue para el ’73 y rehízo su vida. Ella es democratacristiana, así que se compra el rollo del respeto y el bien común, de ser revolucionario, pero sin armas, y eso me enseñó. Así que yo asistía a la marcha pero no era el que tiraba la piedra.
“Yo creía que la alegría venía, y no poh. Todos al final terminaron haciendo su pyme y su trocito de poder”.

-Volviendo al tema de la violencia de género, el menor de tus hijos es mujer…
“Es terrible pensar en el tema cuando tienes una hija, terrible”.

-¿Cómo la quieres preparar para eso?
“Creo que suena un poco arrogante decir que la quiero preparar. Yo trato de darle el ejemplo; cuando tengo diferencias con mi pareja, intento que no pase al maltrato verbal del que hemos hablado, y darle a ella y a mis hijos un entorno de respeto y de igualdad.
“A Manuela y Mariano trato de observarlos y que se alejen de los paradigmas, que no le regalen a mi hija el cochecito de guagua, la cocinita o el jueguito de aseo para el hogar. Igual, al final lo que importa es que sean felices, no importa nada más. No se trata solo de que nadie les pegue o agreda, sino que no le dañen tampoco el corazón, el alma”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Trato de dejarme llevar mucho por la eventualidad, de no planear nada. Es una forma de ser, de cuidar y abusar mucho de mis espacios de intimidad. En mi etapa de cambio de folio, me he preocupado de la reaparición de mi lugar individual, pese a que vivimos en una sociedad que te dice que la familia es el núcleo fundamental y que cuando eres individuo, eres egoísta. Estoy revalorizando mi espacio, mi vida, a riesgo de que puedan decirme egocéntrico, me da lo mismo.
“Me gusta generar conciencia antisistema, así que podría decir que mi vicio es dar la lata con ese tema, desde lo social hasta andar diciendo que no coman sal, azúcar refinada, harinas, que no se vacunen… Y qué viva el rock and roll y la actitud”.
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