Pese a que Rousseau nunca abandonó Francia ni vio una jungla, este cuadro representa una escena selvática probablemente inspirada en los jardines botánicos de París.
Pintor autodidacta, meticuloso y detallista, se sabe que Rousseau dedicaba muchas horas a sus cuadros. Comenzando por los cielos y el fondo para luego concluir con la figuración de sus personajes y animales, parte de su técnica consistía en añadir capas de óleos muchas veces, llegando a usar más de cincuenta tonalidades de verde en sus selvas.
Desconociendo u olvidando perspectivas y proporciones, de colores fuertes, diseños planos y contenidos imaginativos, su poética obra de sugerente y complejo colorido es altamente elogiada por sus seguidores.