Miércoles 19 de agosto de 2015
Los cúmulos de galaxias son agrupaciones gigantescas que van desde unas decenas de galaxias hasta miles de ellas. Su formación ha tomado literalmente toda la edad del universo, y así es como se han constituido en los objetos más masivos hoy. Cualquier estructura mayor no ha tenido suficiente tiempo para formarse y por lo tanto siguen la evolución global del cosmos.
Los cúmulos de galaxias se distinguieron como tales sólo durante la primera mitad del siglo pasado. Fritz Zwicky, astrónomo suizo, en un trabajo clásico del año 1937, logró medir las velocidades de las galaxias en el cúmulo de Coma. Él encontró que las galaxias se movían demasiado rápido para la masa global estimada del cúmulo y por ende esto significaba o que la estructura se destruiría pronto, o bien había más masa de la que indicaba únicamente el simple número de galaxias. Intuyó que lo segundo era lo correcto, pero tendrían que pasar más de 40 años para darle la razón a sus ideas.
Gran parte de la incógnita se vino a resolver con el desarrollo de la tecnología de rayos X, junto a los primeros globos y satélites con telescopios equipados con esta tecnología. Uno de los pioneros fue el satélite UHURU, lanzado en 1970 desde Kenia en el día de independencia de la nación africana. En reconocimiento a la hospitalidad de los anfitriones el instrumento recibió su nombre, el que en swahili significa "libertad". Durante sus observaciones, el telescopio encontró más de 300 fuentes brillantes en rayos X. De esta manera, este fue el comienzo de una nueva era para la astronomía; se abrió una ventana a un área que hasta ese momento permanecía casi completamente inexplorada.
Algunos de los objetos señalados por UHURU coincidían con las posiciones de aquellos cúmulos estudiados por Zwicky. Esto se interpretó rápidamente como la presencia de gas a muy altas temperaturas en estos colosales objetos. Gas que sólo se podía "ver" a través de los ojos de rayos X de UHURU. Con estos datos también se pudo establecer que la masa en forma de gas en estos cúmulos era aproximadamente 10 veces mayor a la que se podía atribuir a la suma de todas las galaxias. Aunque esto ayudó a aliviar el problema de la "masa perdida" de Zwicky, sólo lo hizo parcialmente porque entre gas y galaxias únicamente podemos justificar alrededor del 30% de todo lo que se infiere que exista a través de otros métodos de observación.
El astrónomo italiano Riccardo Giacconi recibió en 2002 el premio Nobel de física por su contribución al desarrollo de la tecnología de telescopios de rayos X y el descubrimiento de estas fuentes cósmicas. La tecnología desarrollada por el equipo de Giacconi para detectar a estos gigantes cósmicos, es la misma que hoy se utiliza en los aeropuertos para revisar las maletas de los viajeros.
Después de UHURU el cosmos ha sido explorado en la ventana de rayos X por los satélites Einstein y ROSAT, mientras que actualmente se encuentran en funcionamiento Chandra, XMM-Newton y el más joven de todos NuStar. Todos estos satélites han posibilitado el constante aumento de nuestro conocimiento sobre los cúmulos de galaxias, núcleos activos de galaxias y estrellas de neutrones, entre otros objetos.