Doble opuesto, La Ley

Hay más de una cumbre en la extensa discografía de La Ley, pero este disco es responsable de haber profesionalizado de modo definitivo el trabajo de un grupo que se inició en el círculo independiente (su debut, cuando aún eran un trío, apareció bajo etiqueta Fusión) pero que ya no tuvo modo de volver atrás luego del éxito de canciones como “Desiertos” (incluida antes en su debut independiente) y “Prisioneros de la piel”. Afirmado en ganchos melódicos bien definidos, el álbum avanza con un inusual cuidado en los arreglos, ganándole al grupo esa etiqueta que para La Ley ha sido bendición y cruz a la vez: sofisticados. Es, además, la cumbre de la sociedad Cuevas-Bobe-Rojas como compositores, músicos con la cabeza puesta en lo mejor de la new-wave inglesa de la época, y las manos (o la garganta) concentradas en interpretaciones brillantes.

Año de publicación: 1991
Canciones destacadas: “Desiertos”, “Prisioneros de la piel”, “Angie”.
Un dato curioso: Es su primer disco sin el teclista Rodrigo Aboitiz, quien luego se reincorporó al grupo.
¿Se encuentra hoy? Sí, y por supuesto que no sólo en Chile.


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