¿Quién mató a Gaete?, Mauricio Redolés

El disco que sacó a Mauricio Redolés de la categoría “de culto”, expuso con agudeza la confusión de un país que comenzaba a convivir con conceptos que nos mareaban: Fondart, Luz Casal, boinazo, sida, Miss 17. La síntesis de tanto enredo está en la segunda de sus muchas estrofas: “Lo mataron los nuevos tiempos / porque el Gaete no cachó los nuevos vientos / Murió cuando llegó la alegría / porque el Gaete quedó sin tutoría”. El poeta y músico de Santiago ya había publicado tres casetes de forma independiente (el más famoso, Bello barrio, de 1987), y parecía satisfecho con su seguimiento entre estudiantes y curiosos. Pero la canción que da título a este disco fue un golpe de expansión sorprendente, quizás porque supo interpretar muy bien los códigos chilenos durante los años de transición democrática; aunque también el desprejuiciado espíritu de su autor. La divertida demagogia de “No tengo”, la angustia de un traficante descubierto “Llegando a Yungay” (“yo venía de un carrete, ellas del OS-7”), los sintomáticos rasgos de una “Chica poco comunicativa” (“la exhorto / no me infla”, acusa, mientras avanza la guitarra de Álvaro Henríquez); son certeros diagnósticos de nuestros arquetipos sociales, que hasta el amor pueden vivirlo con la esquizofrenia que va entre el impecable bolero “El espejo” y el blues acuecado de “Marcando ocupao” (con guitarra de Claudio Narea). Y la chica más linda de Estación Central es la de “Eh, rica”, una Garota de Ipanema en versión criolla, que adquiere un sabroso color a vallenato gracias al acordeón de Cuti Aste, y que debe haber dejado a su destinataria con el ego inflado hasta hoy.