El temucano, Tito Fernández.

Tito Fernández fue una estrella casi desde su debut. Incluso su estampa de bigote y abrigo se elevó durante un tiempo como un arquetipo estético, y no era raro ver por la calle a varios imitadores de su estilo. “El temucano” llegó a convertirse en el artista más vendedor del sello DICAP, la etiqueta del Partido Comunista que concentró lo mejor del movimiento de Nueva Canción Chilena. Y el cantautor supo estar a la altura de las expectativas con una discografía de impecable cuidado. Este disco, en específico, fue su segunda publicación bajo etiqueta Peña de los Parra, antes de pasar a DICAP. Fue producido por Ángel Parra, y concentra al menos un par de sus títulos más populares: “La casa nueva” y “La madre del cordero”. Aún en sus veintitantos, Fernández es hábil en el manejo de ideas verbales, y bien puede saludar a la mujer obrera (“La señora Mercedes”) o al curado nuestro de cada día (“Dicen que soy borracho”), como narrar la épica de un amor que merece un secuestro (“La madre del cordero”). También entonces las canciones del Temucano eran historias, aquí enriquecidas por un delirante relato de un partido de fútbol entre animales, compuesto por Coco Díaz (“Cero a cero”), y la sensibilidad hermosa de “Para aquel niño que fui”, con música de Ángel Parra y letra de Alberto Zapicán. Aún no cumplía los treinta años cuando Fernández presenta “La casa nueva”, una de sus canciones más conocidas (“déjame bailar contigo la alegría linda del último vals”) y en la que, quién sabe cómo, el joven se las arregló para escribir desde la perspectiva de un jubilado. La canción llegó a usarse alguna vez en una campaña televisiva y radial del Ministerio de la Vivienda.