Columna
de Amanda Kiran
Santo viaje II
Viernes 08 de agosto de 2003, 10:07
Caminamos todos juntos tras un abanderado
que nos guiaba, con su mejor tenida formal, asumiendo el calor y la importancia
para nosotros de que él llevara nuestro símbolo patrio con tanto
orgullo.
La bandera, propiamente tal, tenía una luz irremediablemente fuerte. Es
increíble cómo un género de tres colores y una estrella llenan
tanto un espacio, un caminar, un desfile. Así fue para nosotros dar inicio
a los XIV Juegos Panamericanos 2003.
Una dicha, una emoción.
Nuestro país, justo atrás de Canadá, no fue menos fuerte,
ni menos grandioso. La gente aplaudía emocionada y nos hacía sentir
-al entrar al estadio- como el alma de la fiesta. Los mejores del momento, de
ese momento.
Ahí estaba yo, entre 100 chilenos que pudimos desfilar. Más atrás,
los países siguieron llenando el estadio, las luces, las filmaciones, los
flashes, hasta que los discursos empezaron. La llegada de los locales, que terminó
por llenar el estadio, con su especial alegría caribeña y su ídolo
abanderado Félix Sánchez.
Tras esa entrada, se encendió la llama que se mantiene viva hasta el 17
de agosto.
Luego, el show,
lleno de niños eufóricos por demostrar lo que venían ensayando
hace tanto tiempo, con disfraces plagados de colores y vida, árboles, hojas,
vida tras la vida de cada uno. El público hipnotizado y electrizado por
la ola que dio vida a una masa humana por casi siete vueltas completas.
Nosotros ahí, en medio de todo eso, felices, vestidos iguales, con un orgulloso
azul y rojo.
Pero hace rato que llegó el momento. Estamos -de a poco- cada uno en su
área intentando darlo todo. El cuerpo médico, intensamente preocupado
por cada uno de su atletas; Chile, una familia gigante dándose apoyo en
cada pasillo de la villa.
Veleristas, los del balonmano, tenistas, gimnastas, hockistas, voleibolistas,
raquetbolistas, esgrimistas, los del tiro, atletas, un sin fin de disciplinas
que dividen y se unen en una pasión buscando la gloria. La mayoría
ya empezamos, ya hay una medalla de bronce y otra de plata. Ya hay semifinalistas,
y también varios eliminados.
La fiesta aquí sigue, estamos en un mundo paralelo, en otra realidad momentánea
que esperamos por varios años tras lucha y entrega. Estamos gozando, y
lo que se ve desde a la distancia es tan hermoso como lo vivimos dentro...
De a poco vamos logrando objetivos y metas trazadas, de a poco la preocupación
disminuye y la ansiedad y ganas aumentan. Vemos cada vez más cerca que
podemos, que no nos separa el antiguo abismo que ponía a Chile como un
rival débil y sin garra, ahora somos difíciles y una preocupación
para muchos rivales. Eso ya es un avance y una honra. Lo hemos logrado todos juntos
aquí.
Dicen que no hay amor como el de los 15 años, pero es mentira. Hay amores
diferentes que se sienten toda la vida, y éste es sin duda uno de ellos.
A los chilenos, a los que nos siguen y los que no, a los que nos ayudaron y los
que creyeron en nosotros, quería compartirles esta sensación exquisita
que ilumina nuestras vidas por estos días.
Agradecer de verdad el apoyo de padres, familiares, amigos, novios, compañeros
que no llegaron hasta aquí. Sin embargo, están con nosotros.
A todos ellos, que son parte de esto completamente, muy en silencio, infinitas
gracias.
Amanda Kiran