Columna
de Amanda Kiran
Pastelero a tus pasteles
Viernes 21 de febrero de 2003, 09:11
Entré al supermercado rajá, corriendo,
como una loca. Siempre pienso que voy tarde a todos lados... o siempre voy tarde...
No quería quedarme fuera... era un lunes tipo nueve.
Tenía que comprar las cosas para la semana, ojalá para el mes. Idealmente
para que dure lo más posible. No soy muy amiga de los supermercados, pero
ya la despensa estaba vacía, y los desayunos me reclamaban algo más
que un vaso de leche semi descremada.
Recién salida de la ducha, después de un reponedor trote, que ayuda
a relajar las tensiones al salir de la pega, me armé de valor y partí
a comprar. Mi walkman todavía se sentía enredado por ahí
en el banano, así que decidí comprar con música. Estaba en
otra con una colección de los '80, cuando siento un palmotón en
la espalda.
¡Me asusté! la última vez que sentí algo así
escuchando música, me quedé sin walkman y sin melodías, con
las patas de lana un buen rato sentada en la última fila de una micro en
el recorrido Vicuña Mackenna, con un ladrón escapando tras de mí.
No fue muy grato, hasta que me di vuelta. Era el guardia del supermercado, Don
Mario.
Don Mario era un veterano, profesor de castellano en mi colegio, yo adoraba ese
ramo y sus clases. No lo veía desde que egresé. Él me tenía
mucho cariño también.
- Mi querida señorita "A" -así me llamaba de cariño-
¿o señora?
- Hooola Don Mario, que gusto verlo...
- Señorita todavía. Respondo con la tremenda sonrisa que me robaba
las orejas por el solo hecho de verlo.
Entonces él
empezó con las preguntas de rigor. Que dónde trabajaba, qué
era de mi vida, por qué no estaba casada, si seguía haciendo tanto
deporte, me preguntó de todo.
Y me tocaba a mí. Que cómo estaba su señora, cuántos
nietos tenía, y que hacía vestido de
guardia un profesor de castellano con su trayectoria, etc.
Ahí empezó la triste historia de pena y soledad. Sus nietos vivían
fuera de Chile, y su señora había fallecido hace dos años
ya. Estaba medio solo, y decidió ponerse a trabajar.
- ¿Sabe qué? -me decía-, no encontré nada mejor que
ser guardia de supermecado. A mi edad es difícil encontrar trabajo, pero
estoy bien, veo gente, me mantengo ocupado, y casi no me siento solo.
- Pero ¿no es arriesgado Don Mario?
Bastó que dijera eso, para que se sintiera un.... ¡¡BAM!!
Era un tiro al cielo y luego una voz...
- ¡¡Todos al suelo!!
Muchos gritos, gente corriendo, escapando, los pocos que éramos realmente
estábamos asustados.
- ¡¡Al suelo!! Repitió la voz, y se siente otro balazo, aún
mas fuerte.
Sentí estar en una de mis peores pesadillas, sentí ser parte de
una película de cine mudo. No oía, no entendía, mi walkman
ya era pasado oculto, y roto.
En eso, veo a Don Mario correr. Se dirigía hacia el pasillo del lado, hacia
el lugar de los balazos. Nerviosa y sin pensar, salí tras él.
Eran dos hombres armados, la alarma general ya se había activado, y Don
Mario quiso atraparlos, pero no pudo, ellos al verlo empezaron a correr hacia
la salida, no sin antes tirar una bala suelta.
Mi profesor de castellano vestido de guardia cayó al suelo, como en sus
mejores relatos de los días lunes.
Yo, me espanté y corrí hacia él. Ya esto parecía una
obra Griega. Estaba desmayado pálido, con una bala que solo le rozó
la pierna. Me saqué el chaleco, lo puse bajo su cuello, y esperé
a que llegara la ambulancia.
Las visitas a la clínica se prolongaron a su casa. Volvimos a retomar los
lunes de relatos, y los transformó en talleres literarios para estudiantes.
Lo ayudé a reclutar alumnos y se hizo una buena clientela. Ahora está
mas tranquilo, ya no trabaja en el supermercado y se siente feliz haciendo algo
que realmente le gusta.
Es increíble retomar una vieja relación y transformarla en pura
amistad, donde las barreras de la edad, de la profesión o del pasado no
existen, somos simplemente amigos, y me fascina que sea así.
La última navidad la pasó en mi casa, con mi familia.
Junto con recordar su música a su familia y su señora, me hizo un
precioso regalo de navidad, un discman nuevo. A ver si este me dura un poco más.
Amanda Kiran