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Los
directores Ricardo Kistler, Juan Pablo Izquierdo y Boris Alvarado
recuerdan a continuación, desde sus ópticas protagónicas,
sus experiencias dando a conocer en vivo al público nacional,
las creaciones del compositor inglés.
Ricardo Kistler: Britten es un compositor único
De los compositores ingleses de los últimos 150 años,
el más destacado por su lenguaje inconfundible es Benjamin
Britten. Uno no puede compararlo con ningún estilo, ni con
compositores anteriores, ni con sus contemporáneos. En el
mundo de las composiciones, los músicos son un poco de esto
y de lo otro, en cambio Britten es único. Es un caso similar
a lo que ocurrió tiempo atrás con Henry Purcell (1659-1695),
que fue en su época tan excepcional que fue incomprendido
por muchos. Sin embargo, hoy ha sido redescubierto y tiene ganada
su posición como un compositor muy particular.
Mi trabajo siempre ha estado ligado a los compositores ingleses
porque encuentro que son los más talentosos de Europa y Britten
está a la cabeza de todos ellos.
Algunos puntos de su obra merecerían ser analizados por un
psicoanalista porque hay una suerte de liberación de algún
trauma de juventud. Esto es más fácil de percibir
en sus óperas, aunque es delicado meterse en este campo.
Lo que más impactó en Chile fue el estreno de la “Cantata
San Nicolás” en 1987. El público tenía
gran interés de ver esta obra. La Cantata se distingue por
una composición bastante inusual.
Britten escribió para los coros algo que no es muy exigente
porque su idea fue que la música llegue y pueda ser producida,
no sólo por profesionales, sino por gente aficionada, y eso
ayuda a que estas obras se difundan con más facilidad.
Trabajamos con la Orquesta de Cámara de la Universidad Católica,
que estaba bajo la dirección de Juana Subercaseaux, con un
gran éxito para el público, que supo valorar perfectamente
esta obra tan impactante.
De “A Ceremony of Carols”, que estrené con el
Coro de Cámara de la Universidad Católica, tengo en
el recuerdo el impacto de la belleza de la música, de la
originalidad de las ideas y la forma como Britten trata las tres
voces femeninas en conjunto con el arpa. Esa combinación
es una solución ideal.
Esta obra la hemos hecho mucho porque es relativamente corta, y
como representante de música sacra, es muy útil. No
es fácil, es exigente, y su belleza se encuentra también
en el inglés antiguo en que están escritos los textos.
Me atrevería a decir que, de todas las obras que he dirigido,
me parece la más genial.
Juan Pablo Izquierdo: El “Réquiem
de Guerra” marcó un hito
Para
muchos el estreno en Chile del “Réquiem de Guerra”
fue todo un logro, pues se pensaba que nunca se iba a poder realizar.
Marcó un hito en el medio nacional, ya que muchos creían
que esas obras monumentales estaban fuera de nuestro alcance.
En
1982 me había tocado dirigirlo por primera vez en París.
Recuerdo que aquel ofrecimiento me extrañó mucho,
pues venía de Gilbert Amy, uno de los compositores de vanguardia
y entonces director administrativo de la nueva Orquesta Filarmónica
de París. Yo le dije: “Mira Gilbert, me extraña
que me pidas esto, sabiendo tu estilo de composición y el
grupo al cual perteneces”. Me explicó que en ese momento
había una nueva toma de perspectiva del significado de la
vanguardia y una apertura a estilos muchísimo más
eclécticos, como es el caso de Benjamin Britten.
Luego
de esa experiencia, pensé que era muy importante estrenarlo
en Chile. Una de las razones es el hecho de que Britten es uno de
los compositores más importantes del siglo XX en Inglaterra
y la otra es la significación que tiene el texto del Réquiem.
Hay un contrapunto muy interesante entre la liturgia en latín
y los comentarios en inglés del poeta Wilfred Owen.
Yo
conocía la obra desde mucho antes, cuando era asistente de
la Orquesta Filarmónica de Nueva York [1967], y me pareció
admirable, no por su eclecticismo sino por su emotividad directa,
especialmente en cuanto al tratamiento de los textos de Owen. Hay
una gran unidad entre la expresión poética del texto
y su música. Una especie de posición humanista que
está muy bien expresada en su obra.
Una
de las complejidades que presenta la obra para el director es manejar
tres grupos orquestales en conjunto. Sin embargo, está tan
bien hecha y calculada que es perfectamente posible de hacer, aunque
en algunas ocasiones se lleva a cabo con dos directores.
Otra
dificultad es la combinación de estilos entre la parte litúrgica,
que es la más monumental y simple en estructura, con la orquesta
de cámara y los textos de Owen, que son muchísimo
más complejos en la expresión. Esa dualidad requiere
de un enorme trabajo de la orquesta para hacerle justicia a la obra.
En
Santiago [1984], la Orquesta Filarmónica estaba en uno de
sus grandes momentos. También el coro del Teatro. Por eso
pudimos hacer una versión que para mí fue muy importante
y lograda. La crítica fue realmente memorable.
Quedé
enormemente satisfecho con la reacción del público.
Fue muy inmediata. Hubo una gran concentración y la gente
escuchaba con gran emotividad. Nosotros sentimos eso desde el escenario
y, al final de la obra, la gente se manifestó calurosamente.
Boris Alvarado: Britten desde su pueblo y
su gente
Britten es un compositor más accesible de lo que
se piensa comúnmente. Este hecho no es casual, pues en medio
de la revolución de óperas como “Wozzeck”
o “Lulu” de Alban Berg o “Cimarron” de Hans
Werner Henze u otras que trajeron consigo un fuerte acento en la
exploración de los aspectos sicológicos más
escondidos del ser humano, el autor de “Peter Grimes”
se ubicó en una posición bastante más distinta,
pero no menos radical que el resto de los compositores de la época
y del pasado.
Recibí
un enorme apoyo de la embajada británica para ser invitado
en varias ocasiones a Inglaterra a estudiar in situ
la obra de Britten. Viajé en cuatro oportunidades a la ciudad
de Aldeburgh, en donde año tras año se celebra su
famoso “Festival de Las Artes y la Representación”.
Allí es donde pude no sólo estudiar sus óperas
de cámara y su obra, sino que pude constatar en terreno cada
uno de los tipos sociales que estaban presentes en su trabajo y
como ellos provenían de su diario vivir. Algo así
como el “Ulises” de James Joyce.
Como
anécdota, recuerdo haber llegado en uno de estos viajes a
un Bed and Breakfast, lo cual me extrañó pues esperaba
desde la invitación una mejor coordinación con mi
lugar de hospedaje. Sin embargo, allí estaba yo frente a
un B&B que llevaba precisamente ese mismo nombre. Al atardecer
me di cuenta que estaba frente a William Burrel, quien era por supuesto
Billy Bud (B&B), aquel pequeño niño que originó
uno de sus más importantes personajes en la ópera
homónima de Britten.
Desde
ese momento tuve acceso a cartas y escritos del compositor que sólo
estaban en su poder y que incluso ni siquiera se encontraban en
la Red House (casa de Britten y Pears) y tampoco en la biblioteca
de Britten-Pears.
En
cada visita iba conociendo más y más de este grupo
bastante especial que rodeaba a su obra, pues en cada ocasión
este pueblo de pocos habitantes me iba revelando un nuevo personaje
en vida que había originado una trama en sus óperas.
A mi vuelta a Chile y en cada ocasión, me dediqué
a difundir lo descubierto a través de escritos en medios
de comunicación, largos programas de televisión en
nuestra universidad (Pontificia Universidad Católica de Valparaíso),
ciclos de conciertos con su obra y lo más importante, el
estreno de la mayor parte de la obra vocal y coral de Britten en
Chile, con más de 10 nuevas presentaciones por año
y con la posibilidad de haber llevado a cabo tres óperas
de cámara, como fue el caso de “Let’s make an
Opera”, “The Little Sweep” y “Noye’s
Fludde”.
Sin
decir nada y sin darnos cuenta quizás, vivimos una experiencia
única.
Con
la primera ópera, fuimos invitados al Teatro Municipal de
Santiago, lo que nos permitió acceder con nuestro trabajo
hacia el centro de la ópera en nuestro país. Del mismo
modo, fuimos la única agrupación chilena invitada
a participar en el concierto que ofreció The City of London
Simphony para hacer junto a ellos el Salmo 150 de Britten. Además,
editamos un CD institucional con la experiencia de “Noye’s
Fludde”.
• Estos testimonios fueron recopilados por la periodista María
Teresa Anguita.
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