Víctor
Carrasco, responsable de varios estrenos del autor en Chile, reincide
ahora con ‘‘De noche justo antes de los bosques’’,
que en 1994 presentó con el título de "El ejecutor".
El director observa en Koltes un testimonio de nuestro tiempo hecho con
desgarro poético, surgido de la experiencia de personajes que son
compulsivos solitarios, incomunicados de por vida y por opción.
Seres que lamentan su situación de exclusión casi tanto
como disfrutan de ella porque no soportarían estar dentro del sistema.
Es una exploración neo existencialista, un romanticismo posmoderno
en el que la belleza nace del despojo, en el instante mismo previo a la
muerte.
‘‘De noche justo antes de los bosques’’
(90 minutos) está concebida como un monólogo o como un diálogo
con un interlocutor imposible. La escena muestra un rincón oscuro
en alguna gran ciudad (París) y a un hombre solo junto al recuerdo
(o el cuerpo inerte) de otro hombre. Está empapado y enfermo; el
recuerdo del otro o la compañía de ese cadáver le
recuerdan que aún está vivo.
Ya en "El ejecutor" Carrasco subrayó en Koltés
la disputa entre el mundo femenino y el masculino. Aquí vive eso
mismo, pero de manera mucho más delicada y profunda. El director
desnuda los restos de una misoginia adolescente, de un resentimiento edípico
y se muestra escéptico de las imágenes concebidas para sobredimensionar
al hombre que está construido para actuar, para ejecutar. La mano
de Carrasco, que conoce como pocos esta narrativa dramática, va
dando luces respecto de esto y guía a su actor en las pausas, los
silencios, las alturas, los matices de la voz, las inflexiones y los gestos
que dan cuenta de este hombre que revela sus miedos y su debilidad, y
que termina declarando su amor infinito con la mirada perpleja.
El peso escénico lo lleva Néstor Cantillana
que se confirma como gran actor. Un intérprete capaz de sutilezas
y de variaciones de tono; que describe minuciosamente una curva expresiva,
y que asume el desvarío poético propuesto con su cuerpo
y con su excepcional voz. Y uno que en medio de las miles de imágenes
que surgen de los textos es capaz de comunicar las historias que van construyendo
la existencia mínima de su personaje. Co protagonista suyo es el
espacio escénico diseñado por Pablo Chiuminatto, donde la
franja de luz blanca o azul, y la proyección de un espejo de agua
enmarcan con sugerencia este viaje nocturno sobrecogedor y activador de
la memoria. |