Aún
así se puede objetar la sensibilidad algo gruesa y reiterativa
de la propuesta. Pronto deja en claro que denuncia la feroz indiferencia
de la sociedad ante la miseria extrema que anida, pero sigue exhibiendo
con fruición cómo el sistema degrada y martiriza a quienes
viven en sus márgenes, hasta llegar a las dos horas de espectáculo.
Arquetipo
de madre
Eje absoluto
es Hester, una madre soltera analfabeta que vive bajo un puente con
sus hijos de distinto padre; su arrolladora necesidad de amar la rescata
del envilecimiento. Por eso se entregó a cada hombre que se fijó
en ella, y se quita el pan de la boca para alimentar a sus polluelos.
Arquetipo de la madre, es heroína y víctima a la vez;
sobrevive entre desechos, pero igual lucha abnegada y obstinadamente
por remedar con los suyos lo poco que les queda de un hogar y una familia
"normal".
Los actores
que encarnan los cinco hijos hacen también de sus respectivos
padres, que confiesan al público sus motivos, y representan además
a diversas instancias de auxilio al indigente: el médico, el
predicador, la asistente social. Por turno traicionan a Hester en sus
anhelos de ayuda y hacen lo posible por vejarla y abusar de ella aún
más. La atmósfera del relato se hunde progresivamente
en el desaliento y la sordidez.
Puede que
la impresión general de tremebundez se deba a que el texto tenga
una naturaleza más alegórica, distinta al descarnado naturalismo
que le impone el director Carlos Osorio ("Jesús se subió
al metro"). Otro factor que incide en lo mismo es que los personajes
secundarios están trabajados de modo lineal y sin matices, como
si se les condenara "a priori". |