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Nuevas proyecciones en tiempos de recesión
Crisis en EE.UU.: ¿A dónde va?
El Mercurio
Domingo 28 de octubre de 2001

"La historia no se repite. Pero rima...", Mark Twain.


CIENCIA INEXACTA.- Los economistas pensaban que la expansión de EE.UU. duraría para siempre.
Hernán Cortés Douglas

"Esta expansión durará para siempre". No dos o tres años, o 10. Para siempre. Así resumió el profesorde M.I.T., Rudi Dornbusch, su visión de la expansión económica de Estados Unidos el 30 de julio de 1998 en "Wall Street Journal".

Su comentario puede haber sido extremo, pero no estuvo basado sólo en su optimismo. Aún recordamos las razones que dio la inmensa mayoría de los macroeconomistas para justificar este optimismo; era una Nueva Economía y no había lugar para las recesiones. El mismo Dornbusch expresó que "no veríamos una recesión por muchos, muchos años". ¿Por qué? "Porque no la queremos, no la necesitamos y, como nosotros tenemos las herramientas para mantener en marcha la actual expansión, no tendremos una recesión". "Nosotros" aparentemente, somos los macroeconomistas.

Es fácil estar de acuerdo en que las crisis no son deseables ni necesarias. La pregunta de fondo que surge entonces es: ¿tenemos efectivamente los economistas en nuestras manos el predecir y evitar las crisis económicas y financieras?. Y si esto fuese así, ¿cómo y por qué se repiten tantas predicciones desacertadas, siendo usual una y otra vez ver cómo proliferan las correcciones, casi siempre a la baja, de las estimaciones más expertas?.

A fines de los 90, el optimismo era generalizado y no se circunscribió solamente a EE.UU.. El artículo menos oportuno de la historia quizás haya sido "El brillante futuro del Asia", publicado en "Foreign Affairs", en el número de noviembre y diciembre de 1997, de los profesores Steven Radelet y Jeffrey Sachs. Su evaluación apareció en el momento en que se profundizaba el colapso de los mercados financieros y las economías del Asia del Este. No me cabe de duda que el futuro del Asia es brillante, sólo que habrá que esperar aún unos años.

¿Son más certeras las predicciones hoy?

El llamado Consenso de Economistas de EE.UU., grupo integrado por 50 prominentes profesionales del área, es a menudo citado por economistas nacionales como dato importante para basar sus propias proyecciones. 49 de estos 50 economistas concordaron a comienzos de este año que no había posibilidad alguna de recesión y actualmente concuerdan en que la recesión será corta y en forma de "v".

De igual forma, numerosas publicaciones nos muestran que aún a mediados de septiembre muchos economistas descartaban una recesión.

Hoy, sin embargo, la mayoría cree que ésta había empezado antes del 11 de septiembre. ¿Podemos entonces esperar confiados en que la predicción de quienes señalan que esta recesión será corta y suave - en verdad, una de las más suaves en 50 años- se cumplirá con exactitud?

Parte de la explicación para la inexactitud de muchas proyecciones y predicciones sobre el comportamiento futuro de la economía puede encontrarse en el hecho de que los economistas, especialmente a partir de 1936 con la creciente influencia de Keynes, centramos nuestra atención en las variables macroeconómicas. Esto puede haber tenido sentido en las décadas posteriores a 1936 y hasta 1980, en las que el papel e injerencia de los gobiernos en la vida económica fue adquiriendo un nivel y tamaño crecientes en la mayoría de los países. En esas décadas, los errores garrafales los cometían los gobiernos y los bancos centrales. Esto no quiere decir que los bancos centrales estén hoy exentos de cometerlos, como lo evidencia el origen de la última recesión en nuestro país.

Este panorama cambia a partir de los años 80, e incluso un poco antes, cuando el sector privado retoma un papel de mayor protagonismo en la economía en la mayor parte de los países, incluso en EE.UU..

Endeudamiento y crisis

Al contrario del sector público, una expansión del sector privado por encima de su capacidad de ahorro no puede descansar en emitir dinero o en subir impuestos. El sector privado sólo puede endeudarse. Y un endeudamiento excesivo termina, según la historia nos enseña, en una crisis financiera. He aquí un punto clave. La historia también nos enseña que ninguna crisis financiera se ha gestado cuando las cosas se ven mal. Los flujos macroeconómicos se ven bien antes del colapso financiero. Como se veían hasta hace poco, pese al crash de 70% del Nasdaq, y el colapso menor en los otros índices bursátiles. Antes de cada colapso, los macroeconomistas encuentran que la economía está en excelente estado; la producción, el empleo, la confianza, todo va hacia arriba.

Pero hay un cáncer interno que sólo será evidente con un examen muy preciso: un examen del endeudamiento del sector privado.

La deuda total, incluyendo la del sector público en su definición tradicional, ha excedido el 220% del Producto Nacional Bruto de EE.UU. en los últimos años. El máximo nivel alcanzado previamente fue de 189% del PNB, y fue registrado en 1929. La deuda privada industrial y de consumo aumentó de 5 trillones de dólares en 1982 a 12 trillones de dólares en 2000.

Cuando desaparece el optimismo y es sustituido por el pesimismo y el miedo, este endeudamiento, racionalizado y justificado en el auge, comienza a ser percibido como peligroso. Los acreedores, inicialmente aprensivos, y luego en pánico, tratan de recuperar los fondos, eliminando las renovaciones de créditos, forzando la liquidación de activos y las bancarrotas, ahondando así las crisis.

El primer paso para la recuperación es la reducción del endeudamiento. Sin embargo, esta tarea no ha resultado fácil de emprender para las economías en franca crisis. Han fracasado los intentos de reactivación de la economía japonesa tras la crisis de 1989 porque no han sido dirigidas a reducir el endeudamiento de las empresas japonesas y la mala cartera de los bancos.

El resultado: más de una década de estancamiento con cuatro recesiones.

Para la crisis de EE.UU., los remedios que se sugieren son asombrosamente los mismos que ya empleó sin éxito Japón. ¿Acaso no se evitará, o ahora acortará, la recesión si se bajan aún más las tasas de interés? Japón bajó las tasas de su Banco Central de 6% en 1989 a 3,25% en 1992 y a 0,25% más tarde. No evitó las varias recesiones de los últimos años. EE.UU. bajó su tasa de descuento de 6% en 1929 a 1,5% en 1931. No evitó la Gran Depresión.

Alan Greenspan ha bajado la tasa de 6% a 3,5% y la seguirá bajando. Pero, ¿no será la solución el mayor gasto público de 100 billones adicionales aprobado en EE.UU.? Japón incrementó su gasto público en los últimos 11 años, no en billones, sino en trillones de dólares, sin los resultados esperados. La deuda pública, que era 59% del PIB de Japón en 1989, hoy es prácticamente el doble en relación al PIB.

La solución correcta es reducir el nivel de endeudamiento de empresas y personas en EE.UU.. En este sentido, una crisis y contracción económica habrían sido evitables. Si se reduce el endeudamiento a tiempo, se puede evitar la crisis. Pero lo evitable de la crisis es en un sentido teórico. En la práctica este tipo de medidas se toman después y no antes de que ocurran las recesiones y se incremente el desempleo y la contracción de la actividad económica. Los gobiernos y los bancos centrales reaccionan, no anticipan. Así lo señala la historia.

Es importante, para una visión correcta, darse cuenta de que las caídas de los mercados financieros no son lineales. Tienen más bien la forma de un rayo. Si aprendemos de las crisis anteriores, observamos el comportamiento real de las economías, y añadimos a las variables que tradicionalmente se toman en consideración una observación detenida de la salud financiera de las economías afectadas podemos concluir que estamos cerca de terminar la primera etapa de caída.

Es previsible esperar una recuperación en los próximos meses, recuperación que acentuará la convicción de que lo peor ha pasado. Sin embargo, concluida esta etapa, debería venir la caída más profunda en el próximo año, acompañada de una recesión también profunda. En mayo de 1998, en un artículo publicado en "Growth Stock Outlook", concluí que ya era evidente un proceso en marcha que culminaría en un colapso bursátil mundial. Este sería de tal magnitud que "anticiparía, como lo hizo el crash de 1929, una contracción y recesión en la economía mundial. Los próximos años pondrán a prueba esta hipótesis".

"Generaciones van y generaciones vienen, pero el mundo permanece igual. El sol se alza, y cae, volviendo cansadamente hacia donde debe empezar de nuevo. Lo que ha sucedido antes, sucederá de nuevo. Lo hecho antes, se hará de nuevo. No hay nada nuevo en el mundo entero". (Eclesiastés).

 

 

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