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Reconstrucción de Afganistán
El Mercurio
Miércoles 31 de octubre de 2001

Nuestro compromiso de ayudar al pueblo de Afganistán a reconstruir su país no es una promesa vacía.

Jack Straw, Ministro británico de Relaciones Exteriores.

Con demasiada frecuencia en el pasado, el pueblo de Afganistán ha sido objeto de una mala jugada por parte de la comunidad internacional. En el siglo XIX se le trató como un juguete de las grandes potencias de ese tiempo, y la intervención de la ex Unión Soviética y Occidente durante la guerra fría ha hecho que este país casi no conozca otra cosa que no sean la guerra, la pobreza y el caos.

Por primera vez existe una coalición internacional comprometida con la reconstrucción de Afganistán, preocupada de alimentar a su pueblo y de darle un futuro más estable. Hay un deseo colectivo por lograr que Afganistán regrese a la familia de naciones. Sin embargo, lo anterior sólo puede ser parte de una estrategia a largo plazo; estrategia en la que se incluye la actual campaña militar.

Nadie hubiese querido recurrir a las acciones militares. Ésta siempre debe ser la política del último recurso, proporcionada y bien dirigida. Pero no podrá haber paz para el pueblo de Afganistán - y siempre persistirá la amenaza para el resto de la comunidad internacional- mientras la red terrorista que ahí se ha arraigado no sea vencida. Osama bin Laden y sus secuaces ya habían secuestrado a Afganistán mucho antes de haber secuestrado los aviones que después estrellaron contra el World Trade Center y el Pentágono. Y el que ha sufrido más por las acciones de los terroristas, y de los talibanes que los respaldan, ha sido el pueblo de Afganistán.

Hicimos intensos esfuerzos para enfrentar al régimen talibán y su nexo con la red AlQaeda, usando todos los medios no militares de que disponíamos. Las sanciones han estado vigentes desde 1999, después que Bin Laden perpetrara el ataque contra las embajadas de los Estados Unidos en Kenia y Tanzania. Se dio un ultimátum al régimen talibán para que entregara a Bin Laden y la red Al Qaeda tras lo ocurrido el 11 de septiembre. Pero tanto Bin Laden como Al Qaeda siguen bajo la protección de un régimen que se sustenta en la brutalidad y la violencia.

Por tanto, sólo teníamos - y tenemos- dos opciones: simplemente continuar con nuestras condenas o llegar a la acción militar que se inició hace poco más de 20 días como parte de una estrategia política y humanitaria mucho más amplia. No tengo conocimiento de ninguna otra opción práctica y coherente.

Extrañamente, algunos críticos han manifestado su oposición a las operaciones militares diciendo que Bin Laden debiera ser juzgado. Estoy de acuerdo en que Bin Laden debe enfrentar a la justicia. Pero si anhelamos que ello ocurra, también tenemos la obligación de proporcionar los medios, porque sería demasiado irreal creer que él se presentará por propia voluntad, o que el régimen talibán lo entregará.

Aquí hay un interesante paralelismo con Slobodan Milosevic. En 1999 hubo quienes decían que debía enfrentar a la justicia. Pero también argumentaban que hacíamos mal en emprender acciones militares en Kosovo y Serbia para evitar una catástrofe humanitaria. Decían que los bombardeos dañarían aún más a la gente de Kosovo y fortalecerían a Milosevic. Sin embargo, en la actualidad Milosevic está enfrentando un juicio ante una corte internacional y hay un gobierno democrático en Belgrado. Si la comunidad internacional no hubiera emprendido dichas acciones militares, decenas de miles de kosovares musulmanes estarían muertos o vivirían en la más absoluta privación.

Nuestro compromiso de ayudar al pueblo de Afganistán a reconstruir su país no es una promesa vacía. Se puede lograr, porque ya se ha hecho en Bosnia, Camboya, Sierra Leona, Timor Oriental y Mozambique. Los terroristas son mucho más fuertes donde los gobiernos son más débiles. Cuando los estados colapsan, los amantes de la guerra, los criminales, los narcotraficantes o los terroristas llenan ese vacío de poder.

No volveremos a dar la espalda al pueblo de Afganistán. Con la ONU y nuestros socios de la coalición contra el terrorismo tenemos la determinación de devolver el futuro a las manos del mismo pueblo de Afganistán. Pero, para lograrlo, hay que tomar decisiones difíciles. La acción militar es parte vital, y fundamental, de un compromiso a largo plazo que cuenta con el respaldo de la ONU y la comunidad internacional. Mientras más pronto podamos derrotar a los terroristas, más pronto podremos iniciar el proceso de reconstrucción de Afganistán.

 

 

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