Recordar a Nirvana por este disco es la manera menos fiel de dimensionar su talento, pero es inevitable que el único álbum acústico en la carrera del trío sea el de mayor consenso y aceptación, incluso entre la audiencia lejana al punk. Podrá no ser el disco más representativo de Nirvana, pero no deja de ser un álbum hermoso, que prueba que las canciones de Kurt Cobain pueden ser igualmente vigorosas en la máxima distorsión que en la más quieta conjunción de cuerdas. Una inusual cantidad de covers descansa entre las citas a sus tres álbumes de estudio, destacando las lecturas para "The man who sold the world" de David Bowie, "Jesus doesn't want me for a sunbeam" de The Vaselines, y "Where did you sleep last night?", conmovedor lamento del bluesero Leadbelly para la mujer que eligió pasar la noche en otra cama. Grabado en noviembre de 1993, cinco meses antes del suicidio de Cobain, el álbum captura la fragilidad del hombre más sensible de Seattle; y es mejor recordarlo así, iluminado, que entre la angustia y desgarro que vomitó en In utero.

Marisol García

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