 
Este arquitecto fue el chileno que más años
trabajó con Le Corbusier. Radicado ahora en Estados
Unidos, ha realizado múltiples obras en este país
y en gran parte de Europa, especialmente en Francia e Italia.
A sus 74 años mira con gratos recuerdos los años
en que compartió con su maestro y revive una larga
travesía que lo llevó a vivir durante siete
años en el famoso taller de 35 rue de Sèvres.
Usted fue
uno de los cuatro arquitectos chilenos que trabajó
con Le Corbusier, además comenzó muy joven
¿cuéntenos cómo es que logró
llegar a esto?
La historia es más o menos larga. Tendría
que comenzar cuando salí de la Universidad
Católica de Valparaíso aquí en
Chile. En un momento la Universidad cambió de jefe
y trajeron a Alberto Cruz para que creara una cosa completamente
nueva. Llegué justamente en ese momento, o sea que
yo pesqué el curso en que empezaba a cambiar. Probablemente
fui uno de los primeros que salió de la nueva escuela,
de la nueva generación.
En ese entonces tenía en la cabeza
irme a Europa, y tenía en mis sueños trabajar
con Le Corbusier, por diversas razones. Primero, porque
mi familia era de origen francés y tenía una
especie de memoria escondida que quería recuperar,
entonces esto de ir a Francia me va iba reestablecer un
poco las raíces que tenía.
Segundo, porque mi padre era arquitecto y
siempre que uno vive en un ambiente de ese tipo está
empujado en una dirección. Salí de la escuela
y me fui a Europa. El día que presenté mi
tesis, colgué mi diploma y me mandé a cambiar.
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