Guillaume Jullian
Hernán Marchant
Cristián Boza
Claudio Vásquez



Este arquitecto fue el chileno que más años trabajó con Le Corbusier. Radicado ahora en Estados Unidos, ha realizado múltiples obras en este país y en gran parte de Europa, especialmente en Francia e Italia. A sus 74 años mira con gratos recuerdos los años en que compartió con su maestro y revive una larga travesía que lo llevó a vivir durante siete años en el famoso taller de 35 rue de Sèvres.

Usted fue uno de los cuatro arquitectos chilenos que trabajó con Le Corbusier, además comenzó muy joven ¿cuéntenos cómo es que logró llegar a esto?

La historia es más o menos larga. Tendría que comenzar cuando salí de la Universidad Católica de Valparaíso aquí en Chile. En un momento la Universidad cambió de jefe y trajeron a Alberto Cruz para que creara una cosa completamente nueva. Llegué justamente en ese momento, o sea que yo pesqué el curso en que empezaba a cambiar. Probablemente fui uno de los primeros que salió de la nueva escuela, de la nueva generación.

En ese entonces tenía en la cabeza irme a Europa, y tenía en mis sueños trabajar con Le Corbusier, por diversas razones. Primero, porque mi familia era de origen francés y tenía una especie de memoria escondida que quería recuperar, entonces esto de ir a Francia me va iba reestablecer un poco las raíces que tenía.

Segundo, porque mi padre era arquitecto y siempre que uno vive en un ambiente de ese tipo está empujado en una dirección. Salí de la escuela y me fui a Europa. El día que presenté mi tesis, colgué mi diploma y me mandé a cambiar.