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La
visita que falló en 1939
Para Le Corbusier Chile no era un país ajeno.
En su taller trabajaron cuatro arquitectos nacionales, además
de haber conocido y trabajado en diversas áreas con
otros chilenos, como por ejemplo, Vicente
Huidobro, con quien compartió espacio en la revista
"L'Esprit Nouveau".
Pero más allá de las personas, los lazos de
Le Corbusier con nuestro país fueron más estrechos.
En realidad, pudieron serlo. Esto, porque entre noviembre
de 1938 y julio de 1939 se gestó una intento para
que visitara nuestro país, claro que no como turista,
sino que con la gran tarea de desarrollar el plano regulador
de Santiago.
Enrique Gebhard, arquitecto consejero municipal y el profesor
de la escuela de arquitectura de la Universidad de Chile,
Roberto Dávila, fueron sus impulsores. No obstante,
Dávila fue quien más ingerencia tuvo, dado
que tras sus seis meses de trabajo en el taller del arquitecto,
mantuvo una fluida correspondencia con el franco-suizo.
Sin embargo, y como dice una frase que ya se ha hecho popular
entre los arquitectos nacionales que han estudiado el tema,
su venida fue "un sismo y un cisma".
La frase, acuñada por Rodolfo Oyarzún, en
ese entonces presidente de Instituto de Urbanismo, expresa
con claridad el quiebre que produjo la sola idea de pensar
en la propuesta urbanística de Le Corbusier, generando
disputas entre arquitectos y especialistas.
Además, no era sólo una oposición ideológica,
sino que estaba el trabajo que ya estaba realizando Karl
Brunner, claro que en una línea completamente distinta,
más inspirado en la escuela de Viena.
Pero los problemas no empezaron ahí. Una serie de
desafortunados telegramas y cartas enviadas a Le Corbusier
por distintas personalidades chilenas provocaron en el destacado
arquitecto una gran confusión.
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