Un regalo típico

24/02/05

A la hora de tener que llevar un regalo representativo de Chile, nuestra artesanía, más que facilitar la situación, la complica. Y mucho. Hace tiempo que estaba liberada de tener que adquirir estos regalos de compromisos y ahora, a dos días de volar en dirección a Berlín, he tenido que enfrentarme a tan difícil pregunta: ¿Qué regalar y, más encima, que sea chileno?

Hay que considerar varios factores: qué tan importante es la persona a la cual se le quiere llevar algo. Si se trata de un grupo, la cosa se pone peor. Si lo estás llevando a otro país Latinoamericano o asiático, sin ofender, estamos en franca desventaja, artesanalmente hablando. Y si lo llevamos a un continente tan desarrollado como Europa, donde hay de todo, las posibilidades se reducen considerablemente. A esto se suma el factor presupuesto y finalmente el de peso. Como en la mayoría de las aerolíneas están cada día más sensibles con los kilos y por otra parte tampoco se trata de andar como mula en tránsito, quedan fuera las mejores opciones: vino y pisco.

Así que de aquí en adelante hay que darle paso a la creatividad. El lapislázuli ya no se tolera. Aunque para el extranjero la piedra azul le podría parece fascinante, nuestros artesanos simplemente la arruinan en todas sus variantes: las joyas son caras y de diseños tiesos. Los moais, pingüinos, pajaritos y no se qué otro animalito en versión lapislázuli, una ofensa al buen gusto. Esa fue la evaluación final que hice después de recorrer Bellavista.

Dos tiendas, que al final son una, tenían algo un poco más diferente. Una (el local C) vendía las llamadas ‘donas’, unos pequeños pedazos de lapislázuli pulidas y un poco más rústicas en su forma, que se puede usar como colgantes para lo que se te ocurra. En la otra (tienda B), hay unos originales colgantes de cobre y piedras que representan figuras rupestres. Eso sí, hay que preguntar por el precio no turista, si no pagas como gringo.

A mí me gusta regalar algo que sea de utilidad y/o decorativo sin que estorbe. Esto complica aún más la elección. Me niego a entregarle a alguien como obsequio uno de esos objetos inútiles con inscripciones como "Santiago de Chile", "Yo estuve aquí" o "Viva la Patagonia" (estando en una tienda en pleno centro de Santiago).

Seguí mi búsqueda en el ya archi conocido Centro Artesanal Los Domínicos. Búsqueda literalmente, ya que me costó encontrar algo. Si de típico se trata me parece que una de las mejores opciones es una tienda en que venden puros tejidos de lana bien rústicos. Los ponchos podrían ser un hit en Alemania, aparte de estar de moda, en este momento se están muriendo de frío. Por otra parte, comencé a considerar regalos que no sean tan típico, pero igualmente originales, por el sólo hecho de ser diferente. Por ejemplo, cuadros de mosaicos y móviles de cerámica de la artesana Edith Vera. Lo que sí, el problema del peso vuelve a aparecer.

La Plaza de Artesanos de Manquehue, al lado del Apumanque, no tiene la variedad más refinada de artesanías, pero sí los precios un poco más bajos. El "Taller Artesanal Peritaje" tiene los clásicos echarpes de lana de diferentes colores, que son livianos de llevar y útiles. Si quieres algo más pequeño aún, el local 103 tiene collares originales aunque no muy típico de Chile. Pero ante la falta de variedad, no nos vamos a poner exquisitos, ¿no?.

Llegué a la conclusión que lo más representativo que tiene Chile son nuestros paisajes. Cosa que difícilmente podré llevar en la maleta. Así que lo más cercano a esto son los calendarios, aunque la variedad se reduce a dos ejemplares. No hay mucho que elegir. La mejor opción es una más pequeña (del tamaño de un CD) para el escritorio. O, y eso a mi me gusta mucho, postales. Finalmente el que no conoce Chile no se hará una idea por una piedra o algún objeto del país y acompañar el regalo con algunas postales de Chile puede ser la más celebrada de las opciones.

Recibo todo tipo de recomendaciones. Eso sí, el indio pícaro queda inmediatamente descartado.
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