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El 6 de noviembre,
el Premio Nacional de Arte 1990 inauguró en una galería
romana una exposición de sus obras más recientes.
En el catálogo a esa exposición, Ricardo Lagos expresó:
Sigo la pintura de Matta desde mis años de juventud. Podría
decir que son sus figuras, sus colores, sus interpelaciones audaces
las que me seducen en sus cuadros y grabados. Pero es mucho más
que eso: es esa magia con la cual toca el borde de nuestras propias
imaginaciones, para gritarnos que aún es posible dar un salto
un poco más allá.
Pese a su evidente
fragilidad, el pintor asistió al acto inaugural. Nos había
prometido que vendría, pero que dependía de cómo
se sintiera, así que hasta última hora no sabíamos
si podríamos contar con él, dijo en aquella ocasión
el embajador de Chile en Italia, José Goñi.
Ya no pinto,
no trabajo, no hago nada. Toda esta gente que ha venido, es como
si hubieran venido a mi funeral, declaró entonces Matta.
Entre sus cuadros
más destacados figuran Eros precipitado (1944, Museo de Arte
Moderno, Nueva York), La tierra es un hombre (1941), La cuestión
Djamila (1962) y Sobre el estado de la unión (1965).
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