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Debo agregar que yo fui también su amiga y que me faltará ahora, no su obra, pero sí su palabra, su humor y esa energía que brotaba de Roberto Matta cada vez que se comunicaba de algún modo con sus semejantes. Para él el arte no fue tanto una manera de expresarse cuanto de relacionarse con los demás. Para el arte no fue un don, sino un lenguaje, algo que cobraba sentido únicamente en relación con los demás.

Por todo eso es que hemos venido a decirle adiós.

Tarquinia, 26 de noviembre de 2002


 

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