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Elena
Caffarena (1903-2003) Icono de las chilenas Fueron cientos de personas las que concurrieron a despedir los restos de la abogada Elena Cafarenna Morice en julio de 2003, cuando murió a la edad de 100 años. Y es que a pesar de que su nombre ya no estaba presente en la agenda nacional, quienes vivieron los cambios que experimentó el país desde 1920 en adelante, conocían la importancia que tuvo su labor en pos de que la mujer obtuviera un lugar en la sociedad.
La hija de Blas Caffarena y Ana Morice nació en Iquique el 23 de marzo de 1903, en el seno de una familia de esforzados inmigrantes italianos. A comienzos de los años 20, mientras las mujeres estrenaban vestidos y disfrutaban al ritmo del charleston, Elena Caffarena pasaba largas horas leyendo libros, los que se convirtieron en su gran pasión, y trabajando en la empresa textil de su familia. Cuando en esa época la familia se trasladó a vivir al barrio Recoleta de Santiago, Elena y sus hermanas fueron matriculadas en el Liceo N°4. Fue allí donde conoció a María Marchant y Aurora Blondet, grandes amigas del colegio con las que posteriormente ingresó a la Universidad de Chile y a su federación de estudiantes. Las tres, en un principio, sólo se limitaron a escuchar acerca de los grandes problemas de todo orden que se discutían. En 1922, Elena se convirtió en figura pública cuando, durante la toma del Salón de Honor de la casa de estudios, en el marco de una huelga estudiantil, evitó que los alumnos abandonaran ante la inminente llegada de la policía. Subiéndose al estrado gritó: "¡los que sean hombres que se queden!", y con ello se ganó el respeto de sus pares. En 1926 obtuvo su título de abogada y se convirtió en la número 15 del país. En esos años, ya se declaraba “feminista por vocación democrática”. Tras viajar a Europa para seguir con sus estudios, regresó a Chile en 1929 y se casó con el abogado Jorge Jiles, con quien tuvo tres hijos. Juntos trabajaron en la defensa de los derechos de los más pobres, especialmente de obreros y perseguidos, siendo uno de ellos el poeta Pablo Neruda, acusado de injuriar al Presidente Gabriel González Videla. La emancipación y el derecho a voto Transcurría la década de los ’30 con la “gran depresión” y Chile daba los primeros pasos hacia la industrialización. En este entorno, el 11 de mayo de 1935, Elena, junto a otras connotadas profesoras, obreras, abogadas, periodistas y funcionarias públicas, fundaron el Movimiento Pro Emancipación de las Mujeres de Chile, Memch. Ésta se convirtió en la organización femenina más importante de la época, tanto por el número de militantes como por la calidad de las actividades que desarrolló para terminar con la discriminación de las mujeres. Igualdad en el trabajo, en los estudios, en las leyes, la protección maternal, derecho a salas cunas, desayuno escolar para los niños pobres y plena participación femenina en la vida política del país fueron los principales objetivos del movimiento. Elena Caffarena fue prontamente designada por unanimidad secretaria general de la directiva, por cinco años consecutivos. “Hubo sectores que se escandalizaron y nos acusaron de inmorales, comunistas y enemigas de la familia. Más tarde, bajo el gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva, la mayor parte de nuestras demandas fueron acogidas a través de una política pública de control de la natalidad”, recordó Elena en una entrevista de prensa. Antes del Memch, varias organizaciones y mujeres habían luchado por el derecho a sufragio, con ello consiguieron poder votar en las elecciones municipales de 1934. Más adelante, en el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, el mandatario declaró su deseo “de reconocer a la mujer todo derecho, exactamente igual que al hombre”. Elena Caffarena y Flor Heredia fueron las encargadas de redactar el proyecto de ley que postulaba el voto a las mujeres. Éste fue presentado por el Memch al Presidente, pero tres años después él murió y la iniciativa quedó en nada. En esos años, la abogada trabajó como directora del Consejo de Defensa del Niño, cargo que desempeñó hasta 1974, año en que se le solicitó la renuncia “al parecer porque defendí a dos directores del sindicato que habían sido despedidos sin respetar su fuero”, según ella misma explicó. El 8 de enero de 1949, el Presidente González Videla firmó el documento que entregaba plenos derechos políticos a las chilenas, en una gala que se efectuó en el Teatro Municipal y a la que fueron invitadas decenas de connotadas mujeres, pero no las artífices del proyecto: Elena Caffarena y Flor Heredia. Además de ser excluida de la ceremonia, y como efecto de la “Ley de Defensa de la Democracia” del gobierno de González Videla, la abogada fue borrada de los registros electorales por su presunta militancia comunista. “Pero ocurre que yo no pertenecía a ese partido, ni a ningún otro…”, alegó ella. Aporte jurídico Durante su vida, escribió diversos libros de jurisprudencia, textos que según sus propias palabras le significaron grandes satisfacciones. Entre sus obras figuran “Situación jurídica de la mujer chilena”, escrito con motivo del cincuentenario del decreto Amunátegui que hizo posible la incorporación de las mujeres a las universidades. Otro de sus libros fue “El trabajo a domicilio, enriquecimiento sin causa a expensas de otro, en el Código Civil Chileno, de 1924”, tesis con la que obtuvo el grado de bachiller en Leyes y Ciencias Políticas. En “La capacidad de la mujer casada en relación a sus bienes”, publicado en 1944, denunció la situación de la mujer dentro de la sociedad conyugal, en la que aparecía como “totalmente incapaz en materia legal”. En 1947 escribió “¿Debe el marido alimentar a la mujer que vive fuera del hogar conyugal?”, obra que le valió el Premio Manuel Edigio Ballesteros de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. En 1957, la abogada publicó “El recurso de amparo frente a los regímenes de emergencia”, inspirada por la represión política que vivió bajo los gobiernos de Gabriel González Videla y de Carlos Ibáñez del Campo. Dos años más tarde, escribió el “Diccionario de jurisprudencia chilena”. Durante el régimen militar la jurista desarrolló una solidaridad irrestricta con los perseguidos y, en compañía de otras mujeres, creó el PIDEE (Protección a la infancia dañada por los estados de emergencia), institución que se enfocó en ayudar a los hijos de detenidos, desaparecidos y exiliados. Ya famosa es su reacción el día en que oficiales del Ejército saquearon y quemaron objetos de su casa de Seminario 244 en el marco de un allanamiento. Con una fortaleza que a muchos aún sorprende, Caffarena llamó al encargado del operativo y le dijo: “Mire muchacho, yo voy a estar en mi pieza y no quiero ser molestada. Le recomiendo que antes de quemar los libros… los lean”. Sus postreros aportes a la literatura jurídica fueron “De las pensiones alimenticias: en especial de las que se deben entre cónyuges” publicado en 1986, y “Elena Caffarena. El derecho a voz, el derecho a voto”, de 1993. Los últimos años de su vida los pasó en su residencia, acompañada de dos mujeres que la cuidaban y de las constantes visitas de sus familiares. Según sus cercanos hablaba poco y no leía. Apenas abría los ojos, puesto que le gustaba pensar con ellos cerrados. El 7 de marzo de 2003, días antes de que cumpliera 100 años, Elena Caffarena fue la principal homenajeada en un acto presidido por el Presidente Ricardo Lagos que tuvo lugar en el Palacio de La Moneda con motivo del “Día Internacional de la Mujer”. La destacada jurista murió el 19 de julio del mismo año en la casa en que vivió junto a su esposo y nacieron sus tres hijos. Allí fueron velados sus restos para luego ser cremados en el Cementerio General. |
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