Antuco
La historia del cabo Hernández:

Milagroso rescate

 

FELIPE GÁLVEZ T., Enviado especial
Domingo, 22 de Mayo de 2005

La vida del cabo Hernández se esfumaba con la misma rapidez con que el frío congelaba sus sentidos hasta hacerlo caer inconsciente sobre la blanda nieve. Pero la muerte no estaba en sus planes, ni tampoco en los de quienes lo encontraron.

"Desperté en una carpa, metido en un saco de dormir. Yo preguntaba ¿dónde estoy? ¿qué hago aquí? No recordaba nada, así que mi capitán y mi teniente me contaron que me habían encontrado casi congelado", rememora Luis ahora mucho más tranquilo y vistiendo un uniforme que lo identifica como "Jara".

Es que la vestimenta que traía puesta el día en que se perdió en medio de la tormenta de nieve estaba absolutamente congelada, lo que ponía en riesgo su debilitada existencia. Fue ése el momento en que el capitán Claudio Gutiérrez Romero, de la compañía Andina, tomó una serie de decisiones que hoy lo tienen convertido en un verdadero héroe en medio de la tragedia.

El capítulo que el joven Hernández (19 años) no recuerda detalla el momento en que Gutiérrez, junto al teniente Daniel Durand y otro sargento, lo encontraron junto a otros cuatro soldados prácticamente cubierto de nieve. Dos de ellos ya estaban muertos y los otros tres muy débiles.

Gutiérrez priorizó la vida de estos últimos por lo que tuvo que dejar a los compañeros caídos. Sin embargo, durante la madrugada del jueves dos de aquellos tres conscriptos no pudieron contra el frío y la hipotermia.

El capitán no bajó los brazos y decidió que llegaría sí o sí con Hernández al refugio La Cortina. Lo primero era cambiarle la ropa y darle calor y alimentos. Para eso lo vistieron con sus ropas más abrigadas, pernoctaron junto a él dentro de un saco de dormir y le dieron parte de sus raciones para que se restableciera.

Ya más restablecido, Gutiérrez fijó la consigna para continuar: "Parar es morir". Como fuera, había que mantener a Hernández despierto, animándolo a seguir aunque fuera a golpes.

"Cuando vi La Cortina sentí un alivio muy grande. Mi capitán y mi teniente me salvaron", afirma Hernández, quien hace poco más de un mes había ingresado a formar parte del batallón Mortero, el más afectado.

Para Hernández la tragedia acabó con un final feliz, por lo que no duda en afirmar que continuará sí o sí en el Ejército, luego de visitar a sus padres en Cabrero.

Pero para Gutiérrez, esto aún no se acaba. Su última decisión fue continuar en Antuco. Pese a haber estado dos días desaparecido, salvar a un conscripto no lo dejó satisfecho. Ofreció sus servicios para quedarse y sigue colaborando con la búsqueda de más desaparecidos.

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