|
El
terapeuta sigue analizando el menú mientras se toma un pisco sour a la
peruana. Pasó de los postres a las entradas y luego de pedir la "Fusión
de camarones ecuatorianos crujientes en coco sobre puré de porotos negros,
salsa de maracuyá, hilos de camote crocantes y pequeña ensalada
de brotes silvestres", pasa a ver qué cosa va a pedir como plato de
fondo. "Con esta carta te diviertes" dice mientras no sabe si pedir
"El tourbot de Tongoy en un ragout de zuchini, berenjenas y pimientos al
tomate fresco y olivo acompañado de raviolillos de ricotta y espinaca"
u optar por algo de carne. El Maitre que se mantiene cerca en caso de cualquier
sugerencia o duda, recomienda optar por el pescado. Nieves ya sabe lo que quiere.
Sólo pedirá una entrada como plato de fono. "Ostiones como
siempre, glaseados con puerro y caviar" como promete la carta. Para tomar:
agua. Durante la semana el psiquiatra trata de evita el alcohol. Marco
Antonio de la Parra llegó a visitar al Astrid & Gastón tentado
por una publicidad. Es un elegante restaurante, tanto en la ambientación
como en los precios, que ha desarrollado una suerte de cocina fusión que
parte de la gastronomía peruana incorporando sabores tanto internacionales
como locales. El invitado de esta semana le agrada la ambientación clásica
con detalles más modernos que tienen este lugar de espacios amplios y con
la cocina a la vista. Pero lo que más le gusta es el hecho de que cada
mesa tenga platos de diferentes diseños. Como para el psiquiatra
la conversación es muy importante, "al salir a comer no sólo
se despierta el apetito", destaca el hecho de que las mesas están
a una distancia lo suficientemente agradable como para que no moleste el tema
de al lado. La música que acompaña es un agradable murmullo y el
olor a comida imperceptible. Llegan los platos de fondos que, como destaca el
invitado, no sufren de una cantidad "trendy", otra forma de decir que
quedas con hambre. Si Marco Antonio de la Parra deja de estar con proyectos,
actividades, sin escribir una obra o haciendo algún tipo de periodismo
es porque está muerto. Actualmente asumió como director de la carrera
de Literatura y Dramaturgia en la Uniacc, publicó por un lado el libro
"Sobre los hombres (lo que queda de ellos)", y por el otro "El
Cristo entrando en Bruselas". Este último le tomó más
de veinte años escribir y el resultado publicado se tuvo que reducir de
1.000 a 300 páginas. Aún no sabe cómo lo recibirá
el público. Sigue en la radio Duna, está próximo a actuar
nuevamente y aunque se alejó de la televisión lo que ahora le toca
es al cine. Y esto es nombrar sólo algunas de las cosas que hace este hombre
de cincuenta y tantos años que habla de la comida con la misma pasión
que de libros o películas. ¿Cocinas? No mucho.
Cuando tengo tiempo. Y siempre hago algo diferente. Es que a mí me gusta
inventar y probar. Tomo una receta y a partir de ella creo un plato nuevo. Pero
como no lo anoto y en la próxima ocasión ya no me acuerdo, hago
otra cosa. Eso es muy de hombres. Las mujeres cocinan más según
receta. Nieves asegura de que esos inventos compulsivos son muy ricos
y justifica la poca inventiva femenina a la hora de cocinar con el hecho de que
ellas lo tienen que hacer bastante más a menudo. El dramaturgo, escritor,
ensayista come en general bastante sano y se da esos momentos de placer culinario
a la hora de salir a comer. Le gustan los sabores originales, platos no cargados
en condimento y reconoce en la comida una forma de acercarse a las diferentes
culturas. A modo de análisis ¿qué
parecido hay entre el chileno y su comida? - La comida chilena aún
se está inventando y desarrollando. Diría que le falta imaginación,
sofisticación, mezclarse y ser más cosmopolita. Que se juegue más
con la materia prima. Un buen ejemplo de eso es lo que ha pasado con nuestro vino.
Es el momento del postre. Hay que destacar que uno de ellos es parte de los
platos dulces que hay que pedir junto con el plato de fondo. Son preparados en
el momento y en este restaurante se cuida de que en el tiempo de espera entre
un plato y el otro, no se termine atacando el pan. Una creación o reinvención
de simples ingredientes y platos tradicionales es lo que llega a la mesa. Con
un "qué maravilloso", "ohhs" y "ahhs" reciben
Marco Antonio y Nieves el "Sushi de membrillo relleno de crema helada de
papaya, helado de prealineé y su quínoa servida como un arroz con
leche" y "Los crepes de la casa a la antoine, rellenos de manzana al
calvo". Rara vez el dramaturgo se salta el postre. O lo dulce o
el té. "Mmmmm, podría hablarte de tartas y pasteles. Pero eso
ya da para otra entrevista", concluye Marco Antonio que más que analizar
la comida, la goza. Ilona Goyeneche |