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Natalicio:
Stefan Koldehoff celebra con nueva biografía los 150 años del pintor holandés. DPA.- Como ningún otro artista de la era moderna, Vincent van Gogh, que dejó más de 800 pinturas y 1.400 dibujos, vive en los mitos en torno a su persona. Puntualmente para el 150 aniversario de su nacimiento, que se cumple mañana, todas esas leyendas sobre el sufrimiento y la pasión del hijo de un sacerdote nacido en Zundert (Brabante) están perdiendo fuerza. El historiador y periodista alemán Stefan Koldehoff revisó la vida del artista en un intenso trabajo de archivo y de análisis de los textos que existen sobre él. Quería transformar el mito Vincent en el ser humano Van Gogh, comenta Koldehoff, de 35 años, y se asombra de que nadie antes que él hubiera estudiado en detalle los documentos sobre la otra biografía del pintor. En Van Gogh: Mito y realidad, Koldehoff revisa las decenas de clisés, como el supuesto fracaso del pintor con las mujeres o la legendaria amputación de su oreja: lo más probable es que se haya lastimado o cortado el lóbulo. También la historia según la cual en vida sólo vendió un cuadro es rebatida por el autor con declaraciones históricas y facturas sobre la venta de varias pinturas. Origen del mito Una pieza esencial en la cadena que dio origen a todas las leyendas es la obra del crítico de arte Julius Meier-Graefe (1867-1935). Desde comienzos del siglo XIX, el primer biógrafo de Van Gogh relacionó fantasía y realidad, en parte por razones materiales, ya que poseía varios cuadros. Meier-Graefe elaboró una interesante trayectoria vital para poder ubicar las obras en el mercado, transformando al artista holandés en un héroe ascético. Cuando en 1956, Vicente Minnelli hizo el filme Lust for life, con Kirk Douglas como Van Gogh, se basó en una novela exitosa, que a su vez utilizó de manera efectista las ocurrencias de Meier-Graefe. Desde entonces, tenemos todo eso en la cabeza. Pero las constantes repeticiones no hacen más reales las leyendas, resume Koldehoff. Así, Van Gogh era todo menos un pintor extático. De las numerosas cartas que escribió a su hermano Theo se desprende que fue un hombre autorreflexivo, que manifestaba pensamientos muy modernos sobre sí mismo y sobre el mundo, dice el experto alemán. Cuando se fue a vivir a París, el supuesto solitario perteneció a un activo círculo de artistas, intercambió cuadros con Lucien Pissarro y Emile Bernard, recibió reconocimiento de Lautrec y Degas y comenzó la más adelante problemática amistad con Paul Gauguin. Bajo el sol de Provence, donde el pintor posiblemente epiléptico aparentemente estuvo a punto de volverse loco, surgen más de cien dibujos y pinturas a partir de 1888, que hoy son sus obras más significativas: la serie de los Girasoles, el Café nocturno o el retrato de mujer La Berceuse. El historiador alemán también duda de la leyenda romántica que señala que el Campo de trigo con cuervos (1890) fue la última pintura del maestro holandés y muestra el lugar en el cual se produjo más tarde el trágico disparo en el estómago. La obra con las nubes y las espigas empujadas por el viento posiblemente surgió semanas antes de la muerte en Auvers. De hecho, el amigo y médico del artista, Paul Ferdinand Gachet, pintó en 1904 una calle de Auvers con el título El lugar en el que se suicidó Vincent. Pero el director Minnelli se decidió finalmente por el pintoresco y supuestamente trágico campo de trigo. Cada vez más cotizado El éxito dio la razón a la táctica de Meier-Graefe, como lo demuestran los cientos de miles de visitantes que acuden a cada exposición de Van Gogh que se celebra en el mundo. Y esto no ocurre sólo desde que en 1990 se subastara el Retrato del Dr. Gachet. Ya en 1914 las obras del hoandés figuraban entre las más caras. En consecuencia, se realizaron tantas falsificaciones que ya en 1930 fue necesario realizar un índice de ellas para no perder de vista a los cotizados originales. La
obra más cara está desaparecida
Pero desde aquella adquisición en Nueva York, la obra nunca más fue vista en público. Cuando Van Gogh pintó a su doctor, Paul Ferdinand Gachet, en Auvers-sur-Oise, cerca de París, semanas antes de su suicidio el 29 de julio de 1890, no podía intuir que la historia de ese cuadro se convertiría en un cuento policial. La obra cambió 13 veces de propietario, según relata Cynthia Saltzman en El retrato del Dr. Gachet. Luego de que Saito, presidente del consorcio papelero japonés Dai Showa, fallecido en 1996, adquiriera la obra, aparentemente dijo: Pongan el cuadro en mi ataúd cuando me muera. Eso significaría que fue incinerado junto con él. Pero, ¿sería eso posible? El señor Saito compró el cuadro para hacer dinero con él, opina el crítico de arte japonés Shinichi Segi. De hecho, el Retrato del Dr. Gachet se convirtió como ningún otro cuadro en símbolo del boom en el mercado del arte, que se vivió en Japón durante la fase especulativa financiada por créditos a fines de los 80, cuando estaban en la cima de la burbuja económica. A principios de los 90, esta burbuja explotó y muchos vendieron sus cuadros. De Gachet nunca más se supo. Los medios japoneses informaron que un empresario italiano lo habría comprado en Suiza para venderlo en Japón. Como fuente se mencionó a la nieta de un banquero alemán, que adquirió el Retrato del Dr. Gachet de Hermann Goering. Según esta versión, el mariscal de Hitler confiscó la pintura en 1937 a un museo de Francfort y la vendió al abuelo de esta persona, quien se la dio a un banquero judío, a través del cual la obra llegó a América. El diario japonés Asahi Shimbun afirma haberse enterado en un juicio por la herencia de Saito de que la obra fue vendida en 1997 a una subsidiaria de la casa Sotheby's en Nueva York. A dónde fue después, no se sabe. Sin embargo, circulan rumores de que un empresario de casinos en Las Vegas la adquirió. |
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