Martes, 14 de Julio de 1998

Pere Lachaise: Donde duermen los inmortales
Por Felipe del Solar

Los principales momentos de París y de la cultura francesa, además de la importancia que ese país otorga a la memoria de los grandes hombres, quedan representados en el perfil de los habitantes de este cementerio: un listado tan numeroso como ecléctico. Desde Abelardo y Eloísa hasta Jim Morrison; desde Champollion hasta Oscar Wilde; desde Chopin a Modigliani... en sus cuarenta y cuatro hectáreas, es un verdadero parque de recuerdos.

La imaginación invita a jugar con la historia y con el tiempo en uno de los camposantos más bellos del mundo y el más densamente poblado de nombres ilustres.

Paseando entre sus lápidas se pueden organizar mentalmente los salones literarios y artísticos más apasionantes de todas las épocas; soñar con un encuentro entre los más grandes teólogos, filósofos y poetas de la historia, o alucinar como testigo de acaloradas discusiones entre románticos, realistas y surrealistas. Entre sus avenidas se podrían organizar ensayos con las mejores sopranos y las más increíbles bailarinas; escuchar disertaciones revolucionarias de los padres de la sicología o sorprenderse con la presencia de aristócratas, filósofos, políticos, actores y rockeros...

El cementerio Pere Lachaise, ubicado en el casco número 20 de la espiral de distritos de la ciudad de París, es una joya arquitectónica y urbanística, y un sitio de peregrinación obligado para los seguidores de los más dispares personajes cuyo gran elemento en común es que dejaron una profunda huella en este mundo.

Los accesos principales del Pére Lachaise se encuentran por el Boulevard de Ménilmontant, al este de la ciudad, por donde se emprende el ascenso de la suave colina que alberga las tumbas de Jim Morrison, Oscar Wilde, Eugene Delacroix, Chopin y Sarah Bernhardt, entre muchos otros.

La lista es tan numerosa como ecléctica. Ordenados por abecedario muestran los grandes momentos de París y de la cultura francesa, su irresistible fuerza de atracción, además de la importancia que Francia otorga a la memoria de los grandes hombres.

El Pere Lachaise se inauguró el 21 de mayo de 1804, convirtiéndose en el tercer cementerio de los extramuros de París. Hoy, el crecimiento de la ciudad lo tiene dentro de la circunvalación parisina. Hasta entonces los terrenos del Mont-Louis (nombre que tenía entonces esa loma) pertenecían a los jesuitas, y el prefecto de París en ese tiempo, Frochot, compró el lugar para convertirlo en cementerio, llevando el nombre del reverendo Pere de La Chaize, quien fuera confesor de Luis XIV.

Si el prefecto Frochot intuía que su nuevo cementerio se convertiría en lo que es hoy nadie lo sabe, pero está claro que no escatimó esfuerzos para conseguirlo. En 1817, tomó la decisión de exhumar los cuerpos de Abelardo y Eloísa, los amantes más atormentados de la Edad Media, desde la abadía de Paraclet y llevarlos al nuevo camposanto. El mausoleo con sus restos, una construcción al estilo gótico de la época en que vivieron, recuerda los sufrimientos de esta pareja de maestro y alumna, que dejaron una de las colecciones de cartas amorosas más intensas de la literatura.

La historia es tan simple como trágica. Pedro Abelardo, teólogo, irrefutable, engreído, paranoico, arrogante, se enamoró de su alumna más destacada, Eloísa. Se casaron, tuvieron un hijo, pero todo en el más absoluto secreto, para que el maestro no corriera el riesgo del desprestigio. Eloísa se convirtió en monja, mientras Abelardo siguió con sus clases en París. La familia de Eloísa interpretó esta actitud como un desaire. La venganza no se hizo esperar y una noche Abelardo fue atacado por un grupo de hombres que, como se decía entonces, lo despojaron de su hombría. En adelante se inicia la intensa correspondencia, cargada de pasión, filosofía, fervor religioso y de infinita comprensión en el caso de las firmadas por Eloísa.

Nadie quiere morir, pero si ha de suceder, muchos han dicho que el mejor lugar es París. Claro que aún mejor parece vivir allí hasta el final. Ambas cosas hizo el vocalista de The Doors, Jim Morrison, uno de los iconos irrefutables de principios de los '70. Su tumba en el Pre Lachaise es lugar de culto; no precisamente religioso. Siempre hay una vela encendida, muchas flores, una increíble cantidad de grafitis que alcanzan también para las tumbas cercanas, y la presencia de más de alguno que todavía emula su modo desenfrenado de vivir. Por eso, a nadie le sorprende que la policía resguarde el sector.

Si de música y músicos se trata, el Pere Lachaise se asemeja a un gran mosaico con representantes de todos los estilos y épocas. La tumba de Edith Piaf obliga a recordar la melancolía de su música, el timbre trágico de su voz, cantando "Non, je ne regrette rien". El pequeño gorrión como le llamó su protector, el cantante Maurice Chevalier había surgido de las calles de París, pasado luego a los cabarets y vivido al máximo una extensa y agónica carrera que entre 1951 y 1963 contó con cuatro accidentes automovilísticos, un intento de suicidio, cuatro tratamientos antidrogas, dos ataques de delirium tremens y tres comas hepáticos.

No lejos de la tumba de la Piaf se encuentra la del cantante y actor que ella protegiera a su vez en los años '50. El polémico Yves Montand fue sepultado en 1991 junto a su mujer, la actriz Simone Signoret. Montand protagonizó uno de los tantos romances de Marilyn Monroe y su activismo político le cerró las puertas de Estados Unidos. Polémico por siempre, Montand incluso después de muerto debió enfrentar un juicio de paternidad con pruebas de ADN extraído de sus restos.

Más apacible está la tumba de la soprano Maria Callas, fallecida en 1977, haciendo compañía a los numerosos mausoleos de compositores franceses o extranjeros que desarrollaron parte de su carrera y terminaron sus días en París: Rossini, Bellini, Bizet, Cherubini. Y, por supuesto, Chopin.

La tumba de éste conmueve. Toda la fuerza del romanticismo parece lamentarse en la figura de la desconsolada musa que la corona. Tiene una lira en las manos, pero no la toca. Con la cabeza inclinada, mira fijamente el vacío. Se vienen inmediatamente a la memoria todos los escritores, músicos, pintores que le dieron a Francia un período de absoluto esplendor y que hoy descansan juntos en el Pere Lachaise.

Artistas que peregrinaban entre los salones de George Sand y de la Princesa Matilde (la sobrina de Napoleón III), donde Chopin estrenaba sus nocturnos, barcarolas y preludios; Delacroix y Géricault discutían sobre el poder del arte, y Musset y Nerval continuaban el nuevo impulso que Balzac le había dado a la literatura.

Chopin y George Sand formaron una de las más famosas parejas de artistas. De origen polaco, Chopin llegó a París en 1836, donde sus obras tuvieron un éxito relativo ante el gran público. Pero en los salones fue afortunado y obtuvo el reconocimiento que merecía. George Sand, mujer independiente, fraterna y maternal recibió a Chopin en el suyo y pronto iniciaron una relación que duraría diez años. El primer verano lo pasaron en Mallorca, en una suerte de luna de miel que tendría nefastos resultados en la precaria salud de Chopin. Una epidemia de tuberculosis se expandió por la isla y aunque ellos huyeron en seguida, Chopin contrajo la enfermedad. De regreso en Francia, vivieron entre París y Nohent (la ciudad natal de Sand) donde pasaban largas temporadas para la recuperación del músico. No era extraño que parte de los miembros del salón Sand se trasladaran a este ambiente campestre y de aire puro para seguir las tertulias. Delacroix, gran amigo de Chopin, solía viajar con ellos.

En 1848, en medio de las convulsiones políticas, la pareja rompió definitivamente. Un año después, Chopin falleció en París víctima de la tuberculosis.

Los adoquines de las calles del cementerio, el mármol de las lápidas, la piedra de los mausoleos y las estatuas le dan un carácter solemne al Pere Lachaise, pero los árboles frondosos y abundantes evitan el aire lúgubre. Desde allí, en un día de nubes fragmentadas que dejan pasar algunos rayos de sol, el París de los vivos se ve deslumbrante. Ese aspecto monumental de la ciudad moderna se debe a un personaje que también reposa en el Pere Lachaise. Georges Haussmann fue quien llevó a cabo la remodelación de la ciudad a mediados del siglo pasado. Con una combinación de intereses artísticos, urbanísticos y políticos, Haussmann convirtió a París en el modelo arquitectónico del siglo XIX.

El París de Haussmann fue el que conoció Oscar Wilde en los últimos años de su vida. El autor de El retrato de Dorian Gray había conocido la fama, el escándalo y la cárcel, antes de decidirse a dejar Inglaterra para viajar por Europa y acabar sus días vagabundeando por las calles de París, con el aspecto de un hombre fracturado, presa reiterada del desencanto. Poco quedaba al final de sus días de la arrogancia y la ironía que lo encumbraran desde su Dublín natal hasta Londres y Estados Unidos. Famosa, entre otras mil frases agudas, sarcásticas y finas con que Wilde pasó por la vida, es la respuesta que dio al agente de aduanas que lo retuvo a su llegada a Nueva York. El funcionario le preguntó si tenía algo que declarar. Wilde le respondió: "Nada, excepto mi genio".

Wilde, reconocido primero como intelectual sarcástico, luego como novelista y poeta y, finalmente, como uno de los más grandes dramaturgos modernos, acabó componiendo la Balada de la cárcel de Reading, el recinto penitenciario donde cumplió dos años de condena a trabajos forzados. Junto con dejar la cárcel, dejó también Inglaterra para vivir sus últimos años en París, donde murió en el año 1900.

El enorme ángel que resguarda su tumba se asemeja al mascarón de proa de una nave que podría vagar, igual que hiciera su protegido por los pasajes parisinos, por las aguas del Sena.

Ahora Wilde descansa junto a Proust, Paul Eluard y Colette, escritores que visitaron seguramente su tumba y debieron condolerse de su muerte. El viento sopla igualmente para todos, meciendo las copas de los árboles que los protegen en el cementerio de Pere Lachaise.

Los habitantes de Pere Lachaise

Siguiendo la lista de los personajes enterrados en este cementerio parisino se podría reconstruir gran parte de la historia cultural de Francia, desde la Edad Media hasta los '80.

Pedro Abelardo, 1079-1142: teólogo, filósofo y amante de Eloísa.

Guillaume Apollinaire, 1880-1918: poeta, iniciador del surrealismo.

Honoré de Balzac, 1799-1850: escritor, iniciador del realismo francés, autor de "La comedia humana".

Pierre-Augustin Caron de Beaumarchais,1732-1799: dramaturgo, autor de "El barbero de Sevilla" y "Las bodas de Fígaro".

Vincenzo Bellini, 1801-1835: compositor italiano.

Sarah Bernhardt, 1844-1923: actriz Georges Bizet, 1838-1875: compositor francés.

Maria Callas, 1923-1977: soprano.

Sidonie Colette, 1873-1954: escritora, autora de "La gata".

Auguste Comte, 1798-1857: padre de la sociología.

Jean-Baptiste Corot, 1796-1875: pintor francés.

Jean-Francois Champollion, 1790-1832: historiador y egiptólogo.

Luigi Cherubini, 1760-1842: compositor de origen italiano.

Frédéric Chopin, 1810-1849: compositor francés, son famosos sus nocturnos, preludios y fantasías para piano.

Alphonse Daudet, 1840-1897: escritor francés.

Jacques-Louis David, 1748-1825: pintor francés.

Eugéne Delacroix, 1798-1863: pintor romántico francés.

Pavel Nikolayevitch Demidoff, 1773-1828: aristócrata, marido de la Princesa Matilde.

Isadora Duncan, 1877-1927: bailarina americana.

Eloísa, 1098-1164: teóloga, filósofa, alumna y amante de Abelardo.

Paul Eluard, 1895-1952: poeta francés.

Théodore Géricault, 1791-1824: pintor romántico francés.

Georges-Eugne Haussmann, 1809-1891: político, intendente de París, que llevó a cabo la modernización de la ciudad a mediados del siglo XIX.

Jean de La Fontaine, 1621-1695: escritor francés.

Georges Mélis, 1861-1938: uno de los padres del cine.

Jules Michelet, 1798-1874: historiador francés, famosas son su "Historia de Roma" y la "Historia de Francia".

Amadeo Modigliani, 1884-1920: pintor.

Moliere 1622-1673: dramaturgo francés, autor de "Tartufo".

Yves Montand, 1921-1991: cantante y actor francés.

Jim Morrison, 1943-1971: cantante de rock, líder de The Doors.

Alfred de Musset, 181-1857: escritor y poeta francés.

Gérard de Nerval, 1808-1855: escritor y poeta francés.

Edith Piaf, 1915-1963: cantante popular francesa.

Camille Pissarro, 1830-1903: pintor francés.

Marcel Proust, 1877-1922: escritor francés, autor de "En busca del tiempo perdido".

Gioacchino Rossini, 1792-1868: compositor de óperas de origen italiano.

Georges Seurat, 1859-1891: pintor francés.

Simone Signoret, 1921-1985: actriz francesa casada con Yves Montand.

Gertrude Stein, 1874-1946: escritora.

Oscar Wilde, 1854-1900: escritor, poeta y dramaturgo irlandés, autor de "El retrato de Dorian Gray", "La importancia de llamarse Ernesto" y "La balada de la cárcel de Reading".