LOS ANGELES .- La gala de los premios Óscar del domingo registró la peor audiencia de los últimos ocho años en Estados Unidos, según datos divulgados este lunes por la cadena ABC, a pesar de que el presentador Chris Rock mantuvo el ritmo con sus bromas sobre la falta de diversidad en Hollywood.
Unos 34,3 millones de telespectadores siguieron en directo la ceremonia de tres horas y 21 minutos celebrada en el teatro Dolby de Los Ángeles, en la que "Spotlight" se convirtió en la Mejor película y el director mexicano Alejandro González Iñárritu se consagró con "El renacido".
Se trata del peor dato desde 2008, cuando apenas 32 millones de personas se reunieron frente a las pantallas de televisión. Esa edición, presentada por el humorista Jon Stewart, coronó a "No Country For Old Men", la cinta de los hermanos Coen.
Rock afrontó el reto de presentar la gala como una oportunidad para dar su opinión sobre la ausencia de nominados negros en las principales categorías, una polémica que lleva varios meses azotando la industria del entretenimiento.
El humorista arrancó el espectáculo comparando los Óscar con "los premios de los blancos". Su tono y su ritmo entretuvieron al público del teatro, pero no fueron suficientes para convencer a la gente en casa.
El activista por los derechos civiles Al Sharpton reivindicó el lunes en un comunicado haber contribuido al descenso de la audiencia con las iniciativas que ha llevado a cabo en contra de la gala.
"La cuestión no es quién ha ganado, sino la inclusión y el respeto de los espectadores que compran las entradas en los cines", señaló.
Rock logró reunir a 42,1 millones de espectadores en 2005, cuando presentó la ceremonia por primera vez.
El año pasado, el maestro de ceremonia Neil Patrick Harris atrajo a una audiencia de 37,3 millones.
La actriz y presentadora de televisión Ellen DeGeneres sigue mantienendo el mejor dato de los últimos 15 años, al conseguir que su gala fuese seguida por 43,7 millones de personas en 2014, el año de "12 años de esclavitud".
DeGeneres cautivó con su frescura y seguridad sobre el escenario, además de romper la seriedad del evento repartiendo pizzas entre el público y haciéndose una selfie con las estrellas más famosas de Hollywood, que batió récords en Twitter.