SANTIAGO.- Con su característico buen humor y frases conciliadoras, el socialista y representante del partido oficialista Alianza País (AP), Lenín Moreno, se ha convertido en el candidato favorito para ganar la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Ecuador, este domingo.
Aunque de que se espera que los comicios del 2 de abril sean unos de los más reñidos en más de una década, este administrador público de 64 años y ex vicepresidente del actual Presidente Rafael Correa, se mantiene a la cabeza de las encuestas con 52,4%, versus el 47,6% de su rival opositor, Guillermo Lasso, según Cedatos.
Nació en la región amazónica de Orellana, específicamente en Nuevo Rocafuerte, y fue bautizado como Lenín Boltaire, un nombre usual en las zonas más rurales del país. Años más tarde se trasladó a Quito junto a sus padres, dos profesores, donde cursó además las carreras de medicina y psicología.
En esa misma ciudad fue que en 1998 su vida dio un vuelco. Cuando tenía 45 años de edad, recibió un disparo en medio de un asalto. La bala llegó justo a su columna vertebral y el diagnóstico fue definitivo: una paraplejia que lo dejaría en una silla de ruedas de por vida.
Experto en humor y discapacidad
Ante el fatídico suceso, Moreno decidió refugiarse en el humor. Desde entonces ha escrito decenas de libros al respecto, volviéndose un ícono de la búsqueda del bienestar a través del buen humor y de la concientización respecto de la situación de las personas discapacitadas en el país.
En 2007 fue escogido por su partido y por su amigo personal, Rafael Correa, como su compañero de fórmula presidencial para el que sería su segundo mandato. Tras ganar las elecciones, se convirtió en vicepresidente y un año más tarde tomó especial relevancia al impulsar la campaña "Sonríe Ecuador", con la que buscaba promover la tolerancia y la buena convivencia entre los ciudadanos.
Además, destacó por realizar una radiografía de los problemas que afectaban a las personas con capacidades reducidas a través de la Misión Solidaria Manuela Espejo, con la cual se benefició a más de 130.000 personas. Por ello, en 2012, el Gobierno de Ecuador lo propuso como candidato para el Premio Nobel de la Paz.
Tras su salida del Ejecutivo en 2013, su labor por la comunidad de discapacitados trascendió las fronteras de su país. El secretario general de la ONU en ese entonces, Ban Ki-Moon, lo nombró enviado especial sobre Discapacidad y Accesibilidad, para lo que debió trasladarse a Ginebra. Mantuvo dicho trabajo hasta 2016 y renunció para aceptar la nominación de su partido como candidato presidencial.
Moreno candidato
Luego de convertirse en el candidato oficial del socialismo y de posicionarse como el rostro que continuaría el legado de Correa en Ecuador, Moreno optó por comenzar a separarse paulatinamente de la imagen del actual Mandatario, cuya alta popularidad comenzó a verse amenazada por las acusaciones de corrupción que afectaron a miembros de su Gobierno.
La oración "Con la mano tendida para todos los ecuatorianos que quieran dialogar", se convirtió en su lema de campaña, con el cual mantuvo su discurso conciliador llamando principalmente a la unidad del pueblo, y dejando de lado la propuesta más dura que caracteriza al todavía Presidente Correa.
Pero las acusaciones de que su estadía en Ginebra era pagada por el Estado ecuatoriano y las críticas por no participar de los debates presidenciales, le jugaron una mala pasada. A pesar mantenerse en el liderazgo de las encuestas durante toda la carrera presidencial, Moreno vivió, según la visión de gran parte del oficialismo, una derrota en las urnas el pasado 19 de febrero.
En aquella ocasión obtuvo solo el 39% de los votos, no logrando adjudicarse la presidencia en primera vuelta como lo había hecho Correa en las dos ocasiones en que fue candidato. La situación, sorpresiva para muchos, llevó a que el mismo Mandatario dudara de la victoria de Moreno, por lo que incluso a esbozó la posibilidad de que en caso de perder, él sería candidato de nuevo.
Sin embargo, este domingo, Moreno apostará a ganador. Fiel a su estilo de "no confrontación, sí al diálogo" cerró su campaña en Manabí llamando a la unidad y confiando en que las encuestas no se equivoquen.