SANTIAGO.- "Una guerra termonuclear puede desatarse en cualquier momento", advirtió este lunes el embajador adjunto de Corea del Norte ante la ONU, Kim In Ryong, asegurando que su país está preparado para responder a cualquier acción militar estadounidense. Con ello, respondió a las palabras del vicepresidente Mike Pence, quien aseguró que "la paciencia estratégica" con el régimen de Kim Jong-un "se acabó".
La tensión del escenario entre ambos países ha puesto en alerta a la comunidad internacional, que ve con especial preocupación que pueda desatarse un nuevo conflicto nuclear. Y peor aún, que se pueda dar paso a la inauguración de tecnología termonuclear mediante el lanzamiento de las temidas bombas de hidrógeno o "bombas H": el arma actualmente disponible más poderosa del planeta.
En enero de 2016, Corea del Norte confirmó que había realizado una "prueba exitosa" con una bomba de hidrógeno. "Con el éxito perfecto de nuestra 'bomba H' histórica, nos sumamos a los Estados nucleares avanzados", informó la televisión nacional norcoreana en aquella ocasión. La operación originó un sismo que alcanzó una magnitud de 5,0 en el noreste del país asiático.
Precisamente el recuerdo de dicha prueba hace que las advertencias de Corea del Norte sean tomadas con especial precaución. Porque si la obtención de bombas atómicas como las de Hiroshima y Nagasaki eran un reto para la seguridad internacional, las "bombas H" agrega un nuevo factor de inquietud.
¿Guerra Termonuclear?
La guerra termonuclear de la que ha advertido Pyongang tiene que ver específicamente con el uso de este nuevo armamento, que hasta ahora sólo ha sido probado, pero nunca utilizado en medio de un conflicto armado.
Tanto la bomba atómica como la bomba de hidrógeno se consideran armas nucleares, pero difieren en la forma en que liberan la energía contenida. La primera lo hace a través de una fisión nuclear, donde los núcleos de los átomos se dividen en átomos más pequeños para liberar energía. Sin embargo, en este mecanismo puede realizarse un número limitado de veces, por lo que libera una cantidad de energía máximo de 500 kilotones al explotar.
En tanto, las bombas de hidrógeno usan la fusión nuclear, que es el proceso inverso de la fisión. Los núcleos de los átomos se unen para formar núcleos más grandes. Este proceso puede realizarse un número infinito de veces, por lo que no hay un límite en cuanto a la potencia que la explosión pueda llegar a alcanzar.
Pero además, este tipo de bombas depende de un proceso de fisión que sirva como "gatillo" y que logre entregar la energía necesaria para activar el artefacto. Es decir, la bomba termonuclear necesita detonar, primero, una explosión atómica.
La bomba de hidrógeno más potente hasta la fecha fue llamada "la Bomba del Zar", que alcanzó los 50 megatones cuando fue probada por la Unión Soviética en 1961. Esto es 100 veces más de lo que se considera el límite alcanzable por una bomba nuclear convencional y casi 3.000 veces más poderosa que la lanzada en Hiroshima en 1945, según consignó la BBC.
En Hiroshima, el 6 de agosto de 1945, murieron al menos 80.000 personas por la detonación de la primera de las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos contra Japón. Tres días más tarde, en Nagasaki, las muertes fueron más de 40.000, a pesar de que esta segunda bomba era más potente que la primera.
No obstante, miles de personas que lograron sobrevivir a ambos impactos son atendidas hasta hoy por malformaciones o diversas enfermedades provocadas por la radiación.
La amenaza de que se desarrolle un intercambio de bombardeos con armas nucleares aumenta en directa relación con el empeoramiento de las relaciones bilaterales entre el régimen de Kim Jong-un y el Gobierno de Donald Trump, quienes parecen no dar su brazo a torcer.