El Presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, se mostró implacable este lunes hacia sus detractores, un año después de su discutida reelección y la represión de un importante movimiento de protesta que condujo a miles a la prisión o el exilio.
Lukashenko también negó cualquier implicación en la muerte sospechosa de un opositor que se había refugiado en Ucrania y acusó a una velocista de haber sido "guiada a distancia" por Varsovia después de que afirmara haber sido víctima de un intento de repatriación forzosa desde los Juegos Olímpicos de Tokio.
En una entrevista este lunes con la AFP, la atleta
Krystsina Tsimanouskaya afirmó que solo volverá a su país cuando este sea "libre y seguro", y animó a otros deportistas en su situación a que "se armen de valor y dejen" Bielorrusia.
Un año después, día por día, de las elecciones de agosto de 2020 que desataron las movilizaciones de la oposición, desde Estados Unidos anunciaron nuevas sanciones contra empresas, personalidades y entidades de Bielorrusia.
En su encuentro anual con la prensa y los dignatarios del régimen, bautizado como "gran debate", Alexander Lukashenko proclamó una vez más su victoria en una elección "totalmente transparente" ante una oposición que preparaba un "golpe de Estado".
"No hay necesidad" de represión
Tras ser consultado por las detenciones masivas, los cierres forzosos de los medios de comunicación y ONGs, Lukashenko rechazó el término represión.
"No hay y nunca habrá represión en mi país (...) No la necesito", subrayó el líder bielorruso. "¿Qué represión? ¿He fusilado a alguien? ¿He matado a alguien?", interrogó a la audiencia tras ser interpelado por un periodista estadounidense.
La campaña electoral de 2020 fue testigo de una movilización inesperada de la sociedad bielorrusa alrededor de una candidata sorpresa,
Svetlana Tijanovskaya, que reemplazó sobre la marcha a su marido encarcelado y consiguió aunar todas las corrientes opositoras. Esto, mientras el Mandatario aseguraba que los bielorrusos no estaban "listos para votar por una mujer".
Tras la votación de 9 de agosto, Lukashenko fue proclamado vencedor con más del 80% de los votos, un resultado cuestionado que despertó un movimiento de protesta inédito en esta antigua república soviética dirigida por él desde 1994.
Tijanovskaya, que tuvo que exiliarse en Lituania, ha sido recibida en el extranjero por numerosos dirigentes occidentales, entre ellos el estadounidense Joe Biden en julio.
La líder opositora afirmó este lunes que hace un año
"votamos por la libertad" y aseguró que "no nos detendremos. Lucharemos para que miles de personas puedan salir de prisión y volver a casa", llegando a calificar al régimen bielorruso de régimen "terrorista".
Desde Chile, el ex canciller Heraldo Muñoz indicó en una columna en El Mercurio que "Lukashenko no rehúye la crítica de que él lidera 'la última dictadura de Europa' y ha manifestado que el autoritarismo es su estilo. A quienes protestan, el mandamás bielorruso los ha amenazado con 'torcerles el pescuezo de la misma forma que a un pato'. Respondiendo a críticas del entonces ministro de Relaciones Exteriores alemán Guido Westerwelle, abiertamente gay, acusó que 'es mejor ser dictador que homosexual'".
Sanciones
En 2021, la represión se aceleró a pesar de las crecientes sanciones de la Unión Europea y Estados Unidos contra el régimen.
La mayoría de medios independientes y ONGs fueron cerradas. Y
buena parte de las aerolíneas evitan su espacio aéreo después de que el régimen fuera acusado de desviar en mayo un vuelo comercial para detener a un disidente.
Estados Unidos informó este lunes que el Tesoro impondrá nuevas sanciones a empresas, personalidades y entidades de Bielorrusia (incluido su comité olímpico nacional) por el continuo "asalto contra las aspiraciones democráticas y los derechos humanos del pueblo bielorruso, la represión transnacional y los abusos", según dijo un funcionario de la Casa Blanca a la AFP.
"Nunca nos arrodillaremos"
El Presidente acusa a sus detractores de ser cómplices de Occidente, que querría derrocarlo para debilitar a Rusia y su presidente Vladimir Putin, principal aliado de Minsk.
"Nunca nos arrodillaremos", exclamó este lunes Lukashenko, denunciando las sanciones europeas y estadounidenses.
El gobernante rechazó también las sospechas que pesan sobre el régimen por la muerte del disidente exiliado
Vitali Shishov, encontrado ahorcado en Kiev.
"Shishov, pero, ¿quién es él para mí o para Bielorrusia? (...) No es nadie para nosotros, ¿quién será que fue a ahorcarlo?", lanzó Lukashenko durante su conferencia de prensa anual.
En Minsk, la continua represión sofocó a los críticos. Ahora no queda rastro de las manifestaciones con decenas de miles de personas que protestaban cada domingo hace menos de un año.
Para conmemorar el primer aniversario de las protestas, los bielorrusos protestaron en el extranjero, especialmente en Polonia o Ucrania, exilio de numerosos refugiados.
La diplomacia de la UE denunció el domingo "la represión bien orquestada y la campaña de intimidación" del régimen que llevó a "miles de ciudadanos de todos los estratos sociales a morir en circunstancias oscuras, ser detenidos o verse forzados a dejar el país".