La corteza terrestre está estructurada con placas tectónicas que se mueven, y Haití se encuentra precisamente en la intersección de dos de ellas: la Placa Norteamericana y la Placa del Caribe.
Múltiples líneas de fallas entre esas placas cruzan justo a través o cerca de la isla La Española, que Haití comparte con la República Dominicana. Lo que es peor, ninguna de esas fallas se comporta de la misma forma.
"La Española se ubica en un lugar donde las placas transicionan de aplastarse juntas a deslizarse una sobre otra", dice Rich Briggs, un geólogo investigador en el Centro de Ciencias de Riesgos Geológicos del Servicio Geológico de Estados Unidos.
"Es como una piedra atascada en la vía de una puerta corrediza de vidrio", añadió. "No quiere moverse suavemente, porque tiene muchas fuerzas diferentes", agregó.
Según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), el terremoto magnitud 7,2 del sábado ocurrió probablemente en la zona de la falla de Enriquillo-Plantain Garden, que atraviesa la península de Tiburón al suroeste de Haití.
Es la misma zona donde ocurrió el devastador terremoto de 2010. Y es probablemente la fuente de otros tres grandes terremotos que azotaron a Haití entre 1751 y 1860, dos de los cuales significaron la destrucción de Puerto Príncipe.
Los terremotos son el resultado del lento movimiento de placas tectónicas una contra otra, creando fricción con el tiempo, dice Gavin Hayes, asesor científico para terremotos y riesgos geológicos en la USGS.
"Esa fricción se acumula y acumula, y finalmente la tensión que se almacena supera la fricción", explica Hayes. "Y ahí es cuando la falla se mueve súbitamente. Eso es lo que es un terremoto", agrega.
Es una combinación de factores, que incluye el ser un área activa sísmicamente, una alta densidad de población con 11 millones de personas y edificios que en general están diseñados para resistir huracanes, pero no terremotos.
Los edificios típicos de concreto y bloques de hormigón pueden resistir fuertes vientos, pero son vulnerables a sufrir daños o incluso a colapsar cuando la tierra tiembla. Malas prácticas de construcción también pueden jugar un rol.
El sismo de 2010 golpeó más de cerca a Puerto Príncipe, una ciudad densamente poblada, causando destrucción generalizada. El gobierno de Haití cifró la cantidad de muertos en cerca de 300.000, aunque un reporte comisionado por el gobierno de Estados Unidos estima que la cifra estuvo entre 46.000 y 85.000.
"Creo que es importante reconocer que no existe tal cosa como un desastre natural", afirma Wendy Bohon, geóloga en las Instituciones de Investigación Incorporadas para Sismología (IRIS). "Lo que tenemos es un peligro natural, que se superpone con un sistema vulnerable", añade.
Los geólogos siempre han manifestado que no es posible predecir un próximo terremoto. "Lo que sí sabemos es que terremotos como este pueden causar terremotos de similar tamaño en la siguiente porción de la falla", dice Hayes de la USGS. "Y es un peligro significativo en lugares que no tienen prácticas de construcción para resistir el temblor", añade.
La construcción de edificaciones más resistentes a los terremotos sigue siendo un desafío pendiente en Haití, que es la nación más pobre del hemisferio occidental.
Antes del terremoto del sábado, Haití aún seguía recuperándose de la catástrofe causada por el sismo 2010 y también por el huracán Matthew en 2016. Su presidente fue asesinado el mes pasado, dejando al país en un caos político.
Y aunque hay historias exitosas de haitianos construyendo estructuras más resistentes ante los movimientos telúricos, el país carece de un esfuerzo centralizado para hacerlo, según Mark Schuller, profesor de antropología y estudios de ONG en la Universidad del Norte de Illinois.
El gobierno de Haití ha quedado cada vez más débil, mientras las organizaciones no gubernamentales se enfocan en sus propios proyectos compartimentados.
"Existe conocimiento técnico en Haití, hay arquitectos entrenados y planificadores urbanos. Ese no es el problema. El problema es la falta de financiamiento para coordinación y la falta de voluntad política de los donantes (a las organizaciones que brindan ayuda)".