Nadie quedó indiferente ante el escándalo. El domingo, uno de los partidos más atractivos del fútbol mundial,
Brasil-Argentina, fue interrumpido en Sao Paulo siete minutos después de comenzado, por miembros de la
Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa), quienes acusaron a cuatro jugadores trasandinos de haber violado las disposiciones dispuestas por las autoridades brasileñas en el marco de la pandemia de
covid-19.
Lo ocurrido ayer en el estadio Arena Corinthians marca el comienzo de una más que agitada semana en Brasil. En estos días se seguirá una serie de acusaciones e investigaciones judiciales contra los futbolistas implicados, mientras que en lo estrictamente deportivo resta saber qué pasará con el encuentro finalmente suspendido, algo que podría cruzarse con lo político.
Por otro lado, los ánimos ya estaban calientes producto de
la convocatoria del Presidente Jair Bolsonaro de salir en forma masiva a las calles este martes.
Dos hechos que, si bien no tienen una relación directa entre sí, no hacen más que tensar aún más el ambiente en el país, ya que tocan dos puntos absolutamente delicados allá: el fútbol y la política.
El escándalo
Primero, vayamos al fútbol. De acuerdo con Anvisa, los futbolistas Emiliano Martínez, Cristian Romero, Giovani Lo Celso y Emiliano Buendía incumplieron una orden ministerial que "prohíbe la entrada en territorio brasileño de cualquier persona extranjera que haya pasado en los últimos 14 días por el Reino Unido, India o Sudáfrica", para evitar la propagación de variantes del coronavirus.
La autoridad sanitaria aseguró que desde que el combinado trasandino salió hacia el estadio intentó fallidamente deportar a los mencionados jugadores, quienes militan en el fútbol inglés y no podrían haber ingresado al país por haber estado en algún momento de los últimos catorce días en el Reino Unido.
Anvisa aseguró que el sábado se reunió con representantes de la Conmebol, la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), la selección argentina y el Ministerio de Salud para notificarles de la necesidad de que los jugadores se aislaran y advertirles que
los deportistas habrían mentido en el registro migratorio.
La decisión de interrumpir el partido no sólo molestó y sorprendió a la delegación argentina, cuyos futbolistas ya habían ido a Brasil para la Copa América en junio y julio. El presidente de la CBF, Ednaldo Rodrigues, dijo a TV Globo que "antes de iniciar el juego, el delegado del partido dijo que podrían jugar y después ser deportados. Pero después, por un motivo que la CBF desconoce, cambiaron de parecer".
Por otro lado, según Clarín, el Presidente brasileño Jair Bolsonaro intervino personalmente para lograr la reanudación del partido. De acuerdo con el medio trasandino, el Mandatario se comunicó con la CBF para "garantizar que los jugadores argentinos no tendrían problemas", pero el llamado llegó cuando el equipo albiceleste ya estaba en los camarines.
El gobernante no se ha manifestado públicamente por el tema. Sin embargo, su hijo, el senador
Flavio Bolsonaro, apoyó la decisión de Anvisa y aseguró que los jugadores argentinos "sabían que estaban infringiendo la ley brasileña".
Tras el informe de la entidad sanitaria, la Policía Federal brasileña abrió una investigación por "falsificación ideológica tras violar la ley de salud brasileña", según reporta G1. Desde Brasil apuntan a los futbolistas argentinos de haber proporcionado información falsa a las autoridades locales sobre los lugares por los que pasaron antes de llegar a Sao Paulo.
La Anvisa ha tomado un rol preponderante durante la pandemia en Brasil. Dirigida por el médico y contraalmirante Antonio Barra Torres, esta entidad dependiente del Ministerio de Salud ha sido la encargada de estudiar y autorizar las vacunas contra el covid-19 en el país sudamericano. Sus decisiones son seguidas en toda Latinoamérica, ya que es considerado como un ente de referencia en la región.
Los jugadores argentinos están siendo investigados por entregar presunta información falsa sobre su paso por terceros países antes de llegar a Brasil.
El organismo, de todos modos, ha sido cuestionado por el
Instituto Butantán y políticos de oposición, quienes criticaron en su momento su lentitud a la hora de examinar la vacuna CoronaVac. Incluso, el Congreso aprobó una medida para
obligar a la Anvisa a definirse sobre una vacuna durante un plazo máximo de cinco días, lo que fue vetado por el Presidente Jair Bolsonaro.
Y si bien el Mandatario ha respaldado a la institución, también han tenido desencuentros, como la vez que Anvisa rechazó la idea del Mandatario de modificar la etiqueta del fármaco cloroquina para recomendar su uso contra el covid-19.
Llamado a salir a las calles
La polémica por el fútbol se suma a otro hecho: el llamado de Bolsonaro a manifestarse "por la libertad" este martes, día de la fiesta nacional de Brasil.
En las principales ciudades, sobre todo en Sao Paulo y Brasilia, se desplegarán importantes dispositivos de seguridad para evitar eventuales desmanes en las celebraciones de la independencia, teniendo en cuenta que ese mismo día hay convocadas también marchas contra el mandatario derechista.
"Llegó la hora de decir el día 7 que nos volvimos independientes (...) para decir que
no aceptamos que alguien en Brasilia quiera imponer su voluntad", exclamó Bolsonaro durante un discurso la semana pasada.
Era una clara alusión a los jueces de la Corte Suprema y del Tribunal Superior Electoral contra los cuales está en pie de guerra desde hace semanas después de que estos abrieran varias investigaciones contra él y su entorno, entre otras cosas por advertir un presunto fraude electoral a raíz del voto electrónico.
El viernes, Bolsonaro fue más allá y dijo que las protestas serán un "ultimátum" para los jueces de la máxima corte. El sábado citó la posibilidad de una "ruptura" institucional.
El ex paracaidista, cuya popularidad está en su nivel más bajo en gran parte por su gestión de la pandemia, que dejó 580.000 muertos en el país, prevé las marchas a lo grande:
ha anunciado su presencia por la mañana en Brasilia y por la tarde en Sao Paulo, donde espera reunir a "más de dos millones de personas".
Para Geraldo Monteiro, politólogo de la Universidad Estatal de Rio de Janeiro, el Presidente se juega "el todo por el todo" después de haber estirado la cuerda al máximo con sus ataques recurrentes al sistema electoral, la Corte Suprema y el Congreso.
"Hemos llegado a un punto en que cada cual tiene que mostrar sus armas, y eso es lo que el bolsonarismo va a intentar hacer. Le han puesto mucha energía a esa manifestación, solo falta saber si conseguirá un número significativo de personas en la calle", opina.
Según él, esta jornada de movilización podría "marcar un punto de inflexión".
Si tiene éxito, Bolsonaro ofrecerá una "demostración de fuerza que puede darle más margen de maniobra" y un nuevo impulso para las elecciones presidenciales de 2022, en las que según los sondeos sería ampliamente derrotado por el ex presidente izquierdista
Luiz Inácio Lula da Silva, quien todavía no ha confirmado su candidatura.
Pero en caso de fiasco, el gobernante estará "aún más acorralado", con el riesgo de ser abandonado por sus aliados políticos y el mundo empresarial.