El Mercurio
SANTIAGO.- "Están equivocados cuando siguen buscando debajo de las piedras para encontrar más políticos corruptos. Con todas sus limitaciones, la política chilena no es corrupta, y los que se dedican a ella entraron a esta profesión para servir y no para servirse".
La reflexión pertenece al agente chileno ante La Haya y ex ministro de los gobiernos de la Concertación, José Miguel Insulza, quien en una extensa columna de opinión publicada hoy en El Mercurio critica en duros términos el contexto político actual.
Según el ex secretario de Estado, el ambiente que se ha creado en los últimos doce meses en este país es "el más nocivo" que recuerda en su vida política, "con la obvia salvedad del período anterior al golpe militar de 1973".
En el texto, Insulza sostiene que en muchos casos hay políticos que han sido objeto de "linchamiento público", donde la persona ha sido declarada culpable y ajusticiada por la opinión pública antes si quiera de ser sometida a juicio, lo que deja en una compleja posición a los propios tribunales.
"Y cuando, como siempre ocurre, y se separe la mucha paja del poco trigo, ¿quién responde por los daños causados al sistema político, a la dignidad de las personas y, en definitiva, a la democracia?", cuestiona.
E inmediatamente expresa: "Yo no pido silencio, pido respeto. Que se juzgue y se condene, por la justicia y/o por la política; pero que se respete, en ambos casos, la presunción de inocencia, la dignidad de las personas y su derecho a defenderse ante los Tribunales y ante sus pares".
Por último, afirma que "una democracia como la nuestra no puede vivir alimentándose cada cierto tiempo de escándalos, que a la postre terminan con muchos más heridos que condenados".
Y advierte que las personas no pueden olvidar tan fácilmente ejemplos recientes, que "dañaron instituciones y personas que luego resultaron ser completamente inocentes", enumerando el escándalo de drogas en el Congreso, el caso Coimas, Mop-Gate y el caso Spiniak, donde senadores, alcaldes y otras autoridades fueron blanco de falsas acusaciones.
"Es tiempo de reflexionar sobre cómo cambiar de rumbo. Y creo que muchos comunicadores, cuya libertad de expresión respeto plenamente, deberían jugar un papel más constructivo", concluye.