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El caparazón de la centolla y la murta podrían ser clave en un tratamiento para el Alzheimer y los accidente cerebrovasculares

Investigadores chilenos han logrado patentar una nanofibra que permite conducir moléculas antioxidantes al cerebro que permitirían tratar estas patologías para las que aún no hay cura en el mundo.

10 de Junio de 2019 | 17:47 | Redactado por Camila Díaz S., Emol
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American Heart Association (Imagen referencial)
Una patente de innovación fue entrega al Pablo Muñoz, doctor en Neurociencias y director del Centro de Neurología Traslacional de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valparaíso, tras la creación de un compuesto natural fabricado a base de polímeros de quitosano extraídos de la caparazón de la centolla y a sustancias bioactivas presentes en el fruto del arrayán (murta) que, en principio, ha demostrado efectos positivos en la prevención y el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas.

El proyecto se enfoca en Alzheimer, el Parkinson o la Esclerosis Lateral Amiotrófica, así como, también, los accidentes cerebrovasculares y, como explica el también académico asociado del Centro de Investigaciones Biomédicas de la casa de estudios de la Región de Valparaíso, el registro alude a una tecnología pionera a nivel nacional y muy poco explorada aún en el mundo.

Este proyecto es el resultado de una investigación de cinco años que ahora podrá ser aplicada en el ámbito clínico, lo que podría llevar a la creación de un fármaco natural de aplicación en seres humanos para combatir estas patologías que, a la fecha, no cuentan con un tratamiento completamente efectivo.

La fabricación consiste en el diseño de una suerte de cápsula contenedora o estructura de nanofibras de quitosano autoensambladas con compuestos bioactivos neuroprotectores, estos últimos presentes en el fruto del arrayán o murta que abunda en los bosques nacionales.

"Estas nanofibras tienen la capacidad de traspasar la barrera de protección que tiene el cerebro para evitar la entrada de moléculas foráneas", detalla Muñoz, agregando que este proceso "es clave para el tratamiento de las enfermedades neurodegenerativas, porque las drogas que se utilizan [actualmente] no llegan al órgano blanco ubicado al interior del cerebro por causa de esa barrera".

La obtención de la patente se produjo gracias a un trabajo colaborativo entre la Universidad de Valparaíso, la Universidad de Santiago, la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, la empresa BIOTEX y el aporte económico de la Fundación Copec.
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