Hace más de 10 años, cuando le ofrecieron la representación de Christie´s, Denise Ratinoff contestó con una negativa; el trabajo implicaba viajar mucho y ella tenía a sus hijos adolescentes. Sin embargo, uno de ellos le hizo ver que su padre y sus dos hermanas vivían en Estados Unidos y que no perdía nada con explorar la oportunidad que se le presentaba.
Aceptó porque no sólo se convenció de que en Chile estaba la necesidad de acceder al arte, sino que sintió la obligación de contribuir al desarrollo cultural del país. Buscó asesoría entre sus amigos; uno de ellos fue el fallecido pintor Adolfo Couve, quien le ofreció hacer un post grado sobre historia del arte en la Universidad de Chile. Y percibió el apoyo de todos los galeristas y decoradores para instalarse.
- ¿Fue difícil la partida?
“La gente me decía: va a ser imposible implantar el sistema de Christie´s en Chile porque aquí los remates son a diestra y siniestra. Yo, en cambio, creía que la gente necesitaba credibilidad y ese era mi plus.
“Nosotros hacemos estimados de las obras de arte gratis, sin costo, y damos seguridad de que el precio que se establece es el que corresponde o que la calidad es la real. En Chile, lamentablemente, las cosas son viejas, no antiguas, y no son buenas. También hay muchísima falsificación y de alguna manera nosotros hacemos una fiscalización que ha ayudado a transparentar los precios.
“Cuando me ofrecieron ser martillero lo acepté para demostrar que se podía competir en Chile lícitamente. Que, aunque en una subasta se vendiera sólo un 50%, no era necesario mentir y decir que se había vendido todo”.
- ¿Ha mejorado el nivel de las personas que se dedican a esto?
“No sé si los profesionales han querido cambiar su actitud, pero el público está exigiendo credibilidad y transparencia”.
- ¿Y el cliente? Algunos dicen que muchos compran por esnobismo, no por apreciación del arte.
“Sí, hay de todo, pero, felizmente, la gente que llega a nosotros son personas que de verdad quieren un diálogo con la obra y convivir con ella”.
- Y no porque combina con la decoración de su casa.
“Exactamente... hay gente que pide firmas o nombres, pero después de asesorarlos, se convencen de que deben convivir con obras que les produzcan agrado y que si no logran eso, como ocurre a veces con el arte contemporáneo, por lo menos van a poder entenderla.
“En Chile es muy poca la gente que tiene autonomía en su elección y esto no es un problema de plata. Hay confusión y algunos creen que tienen que gastar millones para acceder a una obra de buena calidad y eso no es así”.
- ¿Cómo enfrentas a aquellos que ven el arte como una inversión?
“Jamás en Christie´s le sugeriríamos a una persona comprar algo por inversión”.
- ¿Es válida esa posición?
“No soy nadie para juzgar; si esa es su verdad y está convencido de ella, lo respeto. Ahora, hay personas que, según el momento económico, deciden vivir con una obra por determinado tiempo; de hecho hay estudios que señalan que algunos mantienen sus obras por 10 o 20 años y después las vende, hacen un “upgrade”. Las razones para ello es que maduran y cambian sus gustos, sus apreciaciones, se trata de una evolución personal”.
- ¿Hay reglas para hacer una buena inversión?
“Comprar siempre aquello con lo que se quiera vivir. Comprar calidad y no cantidad y no dejarse influir por las modas, hay que pensar en el valor futuro de las obras. Por eso, lo mejor es que busque el consejo de profesionales, el respaldo de expertos para certificar su valor y autenticidad”.
- ¿Qué factores contribuyen al valor de una obra?
“Son varios. La calidad artística dada por la trayectoria del autor, el período en que hizo la pieza; la condición de conservación, que tenga las menos restauraciones posibles; la rareza, es decir, que no haya sido ofrecida muchas veces y en muchas partes; y la procedencia, ya sea el taller del artista, una galería o un coleccionista de prestigio”.
- ¿Se puede especular con el arte?
“Las obras tienen un precio. Si se puede hablar de inversión es a largo plazo, a no ser que se trate de ciertos fenómenos como ocurre en Europa Estados Unidos, donde algunos artistas jóvenes contemporáneos ven que sus obras pasan el millón de dólares. Eso no sólo se da porque tienen seguidores, sino que son de buena calidad”.
Esta martillera remeció el ambiente hace algunos años al hacer la primera “cata de vinos a ciega” en Chile, cuestión que ella reconoce como fruto de su disciplina y exigencia personal. Esa creatividad la ha aplicado en múltiples proyectos de beneficencia y hoy la mantiene entusiasmada con la búsqueda de recursos para el Museo de Arte Contemporáneo en Valdivia.
- ¿Cuál es tu visión de la cultura en Chile?
“Debo reconocer que en los últimos años se ha hecho un esfuerzo importante en el área cultural, tanto en educación como arte propiamente tal. Se han abierto lugares como Matucana 100 y algunos museos funcionan de noche y eso es una ayuda al desarrollo. Ahora, si las instancias existentes estuvieran menos politizadas se podrían potenciar las distintas fuerzas que confluyen. Hay ciertas áreas en donde las directivas tienen una determinada línea filosófica o política”.
- ¿Es lo que se le critica al Fondart?
“Exacto. O con el jurado para la selección del Premio Nacional de Arte. Yo soy ex alumna de la Chile con mucho amor, pero ¿por qué tienen que ser todos los miembros del jurado de la Chile? Ellos han demostrado pluralismo, pero pienso que no sólo hay que ser, sino que parecer”.
- ¿El Gobierno ha asumido políticas contradictorias? Modificó la ley Valdés.
“Para mí eso es un fracaso. Como vicepresidenta de la Corporación de Amigos del Arte lo veo así, es un fracaso”.