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Mujeres contra mujeres

Cuando las mujeres trabajan juntas tienen sentimientos contradictorios entre ellas. Se forman grandes expectativas respecto de la solidaridad de género y esperan ser queridas. Al mismo tiempo, surgen las envidias y los celos cuando una del grupo sobresale. Compiten tanto como los hombres, pero de forma indirecta, utilizando el pelambre, las alianzas y el aislamiento en contra de otras.

17 de Febrero de 2005 | 12:12 |
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Para las mujeres, un buen ambiente laboral es básico para su estabilidad emocional. Sus expectativas son altas, y más todavía frente a sus colegas femeninas. En forma inconsciente esperan repetir modelos de relaciones que conocen con su madre, hermana o hija y actúan como si las relaciones de trabajo fueran esenciales.

Phyllis Chesler, autora del libro "Woman's Inhumanity to Woman", aborda en diez capítulos la mirada sexista que tienen las mujeres frente a sus pares, más allá de que se quieran y dependan unas de otras. Afirma que en el plano laboral son tan competitivas como los hombres, pero principalmente entre ellas. Una competencia que explica no ser abierta y que es absolutamente tabú.

"La mayoría de ellas no son directas o físicamente violentas. Son agresivas, pero en formas más indirectas. Usan sobrenombres, insultos, tomaduras de pelo, amenazas, cierran puertas a otro, se hacen amigas con otras por revancha, ignoran, pelan, cuentan historias malas detrás de la persona y tratan de que a otros les desagrade esa persona".

La feminista Shere Hite, conocida por su informe sobre sexualidad femenina y sus columnas en el diario El País de España, escribió "Mujeres sobre Mujeres" y dice que la mujer de hoy sonríe con cordialidad a otras, pero no siempre de corazón.

"¿Cómo podemos distinguir a las que desean colaborar con nosotras, trabajar en común, de las que sólo disimulan?", se pregunta en el libro.
De hecho, muchas prefieren trabajar con hombres, "porque son emocionalmente menos complicados", asegura Chesler.

En Chile, Andrea, secretaria bilingüe, es una de ellas. Dice que le gustan los ambientes mixtos, pero prefiere trabajar con hombres. "Pienso que las mujeres son muy conflictivas. Donde trabajo hay mucha mala onda y generalmente es por problemas con ellas. Cuando les hablo, tengo que ser mucho más sutil y al mismo tiempo directa, ya que no puedes dejar lugar a dudas, o si no te enredan en una intriga fácilmente. Es como en los juicios: todo puede ser usado en tu contra".
Su experiencia no ha sido buena cuando de jefas mujeres se trata.
"He tenido dos, y nunca más tendría una. Fue una experiencia estresante y cansadora. Siempre quieren entablar una amistad de por medio y sobre la base de esto te exigen el máximo de lealtad en todos los casos, y eso está mal porque una va a trabajar no a hacer vida social. Son extremadamente competitivas y siempre quieren de buenas y malas formas sobresalir ante sus pares hombres".

En el otro frente, María Eugenia, abogada y jefa en una empresa de seguros, ha tenido una muy buena experiencia con mujeres en la oficina. Para ella es fundamental que el ambiente laboral sea agradable y asegura que hace todo para contribuir a la causa. "Evito ciertas conductas como rumores o malas caras. No me permito ciertas licencias que una se da en el ámbito familiar, de andar mal genio o de decir una pesadez. Me cuido más, porque son relaciones de muchas horas al día".

Asegura que en los distintos trabajos que ha tenido se ha hecho de grandes amigas, que conserva hasta hoy. "Hay un tema de solidaridad que sólo se da entre nosotras. Entre las que somos mamás es a prueba de fuego, porque ante una entrega de notas, un día de la madre, la otra te cubre si tienes una reunión. Aunque suene feminista hay una solidaridad de género, porque si mi secretaria tiene el día de la madre tampoco le voy a poner una pega ese día en la mañana".

Teresa Valdés, socióloga de Flacso y experta en temas de género, señala que las relaciones de oficina entre mujeres dependen en gran parte de la autoestima de cada persona y del contexto en que laboran. "Cuando una tiene elaborada su identidad, no está llena de miedos e inseguridades, no tiene que afirmarse en que es la súper genio ni que tiene tal currículo, sino que sabe quién es, entonces no tiene que desarrollar tácticas ni estrategias de afirmación de sí misma o de ser reconocida por los otros".

Está convencida de que en un lugar de trabajo, donde hay reglas claras y donde la gente sabe que tiene una perspectiva de desarrollo, el clima laboral será mejor "que en una pega donde la persona tiene que estar sujetando su metro cuadrado, porque en cualquier minuto puede volar".

¿Confunden amistad con relación laboral?

Cuando se es jefa

Magdalena, publicista, ha trabajado en ambientes de puras mujeres, mixtos y donde predominan los hombres. Para ella el ideal son los lugares en que hay equilibrio de sexos. "No se dan distorsiones como el exceso de poder que buscan los hombres y el exceso de hormonalidad de ellas. Creo que efectivamente la manera en que se desenvuelven ambos en el trabajo es distinta. Ellos son más prácticos, son claros. Mi relación con ellos es laboral y por lo mismo más fría. Cuando he trabajado sólo con mujeres siento que todos los planos están más difusos. Al hablar de trabajo también hay muchas cosas personales, emocionales, sensaciones que van involucradas y se agarran en el mismo paquete. Son los momentos en que puede haber algún tipo de pugna".

Recuerda que cuando llegó a su actual lugar de trabajo, hace dos años, había pocas mujeres. "Una simplemente no me miraba. Tenía un cargo importante. Es mayor que yo y creo que había un problema generacional, muy aferrada a su puesto, al espacio que ha ganado. Con las mujeres de mi edad tengo solidaridad, estamos en la misma y hay más colaboración. En cambio ella era insufrible. Si no estaba de acuerdo conmigo en una opinión, me decía la brutalidad más grande como es que estás atornillando al revés o es que con gente así no se puede trabajar, descalificaciones feroces. Me quedaba con ganas de pegarle un combo y de ponerme a llorar. Creo que era una cosa de química que no supo controlar".

Reconoce que su actitud es distinta cuando tiene al frente a un hombre o a una mujer. Con ellos controla más sus emociones, "trato de ser estrictamente profesional. Cuando una mujer siente rabia hay consenso de que es histérica, en cambio cuando un hombre da un golpe en la mesa, es un gallo que tiene autoridad".

Siendo actualmente jefa de un área admite tener ciertas dificultades para imponer su autoridad, sobre todo con mujeres. "No soy dura, pero creo que por no serlo a veces se confunden las cosas. Son sutilezas, pero si un hombre estuviera en mi lugar, habría más distancia, más obediencia. Hay más cuestionamiento frente a cualquier decisión que yo tome".


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