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“Tengo súper desarrollado mi lado femenino”

09 de Noviembre de 2004 | 10:48 |
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Su señora, Romina, trabaja en Ripley y es ingeniero comercial. Cuando habla de ella, le brillan los ojos, se le dulcifica el gesto, parece un quinceañero recién enamorado.

- ¿Muy enamorado?
“La mayoría de la gente se casa enamorada muy idealmente; yo me casé cien por ciento convencido, que es una mezcla entre estar enamorado, de creer que es la persona para el futuro y de tener proyectos en conjunto. La conocí y supe que era la persona con que me iba a casar. Es más, estábamos en una playa solitaria y preciosa en México ¡Olvídate lo que es! Y le digo: hay que hablar del matrimonio. Empezamos a hacer una lista, a ver cómo nos gustaría; nunca hubo ese cuento del dolor de guata, de la entrega de anillo”.

-¿Pololearon mucho tiempo?
“Pololeamos como 8 meses. Cuando la conocí salía como con seis minas al mismo tiempo: ¡Me mandó a la cresta!, pero me di cuenta que algo me acercaba a ella, algo que no había sentido nunca; por lo tanto no podía dejarlo pasar. La Romina fue como una cómplice, la que extiende la mano. Las cosas se fueron dando espontáneamente, por eso no puede no estar en lo que te digo, es parte de todos mis proyectos y yo de los suyos”.

-Siendo chef y tan joven, supongo que no crees en roles de género.
“Los roles femeninos y masculinos en la vida son absurdos. Existen roles que a cada uno le acomodan más. No somos pareja, somos un hombre y una mujer con algunas áreas más desarrolladas por las que voy a preferir hacer en la casa algunas cosas y ella otras. Si es ingeniero y yo soy chef, obviamente yo voy a preferir cocinar, y ella hacer otra cosa que yo puedo detestar.
“Hay que tener sentido común y ganas de hacer. Si yo quiero regalonearla, le subo la bandeja, y si no, al revés. Si tiene mucho trabajo, yo lavaré la ropa o cuidaré a los niños. No creo en esa cuestión del macho surtidor de las necesidades de la casa y la mujer dentro de ella.”

-¿Crees que es una cuestión generacional?
“También. Yo crecí con mi mamá y tengo mi lado femenino súper desarrollado y si la Romina quisiera hacer un MBA en alguna parte, habría que ver como organizarse: si es factible, cerramos la puerta de la casa y nos vamos no más.
“Desde chico he sabido hacer de todo: mi cama, pasar la aspiradora, lavar mi ropa, calentarme o prepararme la comida. ¡Todos saben!... si estás solo en tu casa y tienes hambre te las ingeniarás para hacerte algo, te quedará rico o no, pero no te cagas de hambre, no existe esa cuestión. Es tema de civilización. Nos creemos jaguares… ¡hay que desarrollarse como sociedad primero! Que los hijos estén viviendo hasta los treinta años con los papás y que éstos lo avalen. Puedo entender a los padres que fueron educados así, pero... al hijo ¡de qué estamos hablando! Ese es el tema”.

-¡Te convertiste al judaísmo por ella?
“Con ella, no por ella”.

-¿?
“Ella me hizo el clic a una pieza que faltaba en mi vida, que era el tema religioso. Mi familia paterna es judía; eso es lo primero. Lo segundo es que ella me fue enseñando, me acompañaba a las clases, estudiábamos juntos, nunca me presionó, me dejó claro que era súper importante para ella, pero que yo tomara la decisión y ha sido un proceso re importante como pareja. Estudias cosas que son las bases de tu hogar, no de tu casa, empezai a cachar pa’ donde va la micro, a ver como viene la mano para el futuro, a darte cuenta realmente del compromiso que tomaste y a aceptarlo, a comprometerte. A desarrollar otro músculo dentro de la familia, que es más cercano a la tierra, no puro corazón como al principio de la relación.
“Hay un cuento súper lindo: eran dos árboles que estaban en el mismo lugar, que crecieron juntos hasta que se unieron en las copas y se hicieron uno. Dos personas que crecieron juntas, pero que, juntas, se unieron para seguir creciendo en uno. Tú mirabas arriba y veías una sola copa; pero abajo veías perfectamente dos troncos, sólidos. Así se forma la familia: yo soy yo, tú eres tú y de ahí se teje para adelante”.

-¿Cómo llevas eso a la práctica?
“Todo lo conversamos para ser completamente felices, plenos, para que se junten las copas de los árboles con los troncos separados. Yo necesito y creo que así debe ser nuestra relación, creo en la lealtad más que en la fidelidad. Cosas difíciles de poder transmitir. La fidelidad está tan basureada, en cambio la lealtad pasa por uno, por ser leal a lo que decidiste. A mí la conciencia es una de las cosas que más me pesa, me acusa recibo. La lealtad es lo que te hace ser fiel.”
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