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¿La mujer la lleva?

El psiquiatra Ricardo Capponi asegura que el cambio de la sociedad se va a producir porque el hombre terminará por apreciar el valor del mundo privado, el mundo de la mujer.

19 de Julio de 2005 | 18:33 |
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Siendo agresivas pareciera ser la única forma como las mujeres conseguirán promover cambios en esta sociedad con una cultura machista tan arraigada como la nuestra.

Sin embargo, esa agresividad debe ser distinta a la del modelo masculino que aplica fuerza y destruye, sino que, por el contrario, debe contener y generar respeto.

Esta es la recomendación que hizo el psiquiatra Ricardo Capponi durante una charla sobre “Machismo, ¿la mujer la lleva?” que organizó Comunidad Mujer.

El destacado profesional sorprendió al señalar que el cambio que las mujeres esperan con el fin de encontrar mayores espacios en el mundo público no se va a conseguir por la imposición de las féminas en él, sino que, al contrario, por la apreciación que haga, finalmente, el hombre del valioso mundo femenino o mundo interior.

Capponi planteó que la forma como hombres y mujeres construyen su identidad es determinante a la hora de establecer relaciones en todo ámbito. Mientras, el hombre se vuelca hacia afuera y busca dominar, la mujer es más retraída y se vuelca al mundo interior. Los problemas afloran cuando en el mundo ya no se quiere tanto de la fuerza, sino que más de la conquista interna y surge un cuestionamiento de esos roles. Ahí entran en competencia entre los dos mundos cuando lo que debe ocurrir es que haya una integración de ambos.

“El cambio no se va a dar en el terreno de los hombres; se va a dar en el campo de lo afectivo y de ahí que la mujer la lleva”, aseguró.

Tanto hombres como mujeres deben valorar su aporte en el mundo del otro, es decir, la mujer debe dejar de idealizar el mundo público y el hombre, dejar de idealizar el aporte de ella en el mundo privado.

“La revolución silenciosa se está dando en el mundo afectivo (privado) y es ahí donde la mujer la lleva”, insistió Capponi.

A pesar de lo anterior, el psiquiatra aseguró que los cambios no se van a producir si la mujer no lleva al hombre a una situación de tensión y angustia que lo obligue a plantearse el tema. A su juicio, el hombre sólo cambia cuando se enfrenta a una mujer que le pone límites, le hace exigencias y se para con fuerza delante de él.

Es decir, es agresiva. Aplica la fuerza desde una perspectiva constructiva y no destructiva, y junto con exigir, contiene, acoge y es asertiva.

El patrón de conducta de la mujer es fundamental para poder promover el cambio y conseguir la apertura del mundo público. Debe llevar al hombre, a su pareja, al mundo de la crianza (donde el padre siempre está ausente porque está volcado hacia afuera), reconocer el valor del padre en su propia identidad y en la de sus hijas, y formar a sus hijos con la afectividad del mundo privado. Ésta es la única forma de romper el círculo perpetuador del machsimo.


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