Acercándose al medio siglo, Magdalena Krebs se ríe al comentar que está organizando la celebración de su cumpleaños. Para ello cuenta con la ayuda de su esposo, el arquitecto Agustín Infante, y de sus seis hijos que van de los 26 a los 4 años, “una conchito preciosa”.
-Hijos en tres grupos, ¿por qué?
“Así sucedió. Los tres primeros y los dos segundos fueron premeditados, la sexta fue un regalo”.
-¿Has vivido la maternidad en tres etapas diferentes?
“Sin duda, los tres mayores los tuve mientras estudiaba arquitectura, recién titulada y ya trabajando. Siempre mi maternidad la he vivido junto con lo laboral y así ha resultado”.
-¿Pero en las últimas estabas más instalada?
“Sí, por eso esta chica ha sido un deleite, una la goza y le celebra todo”.
-Incluso le puedes dar más tiempo
“Mira lo del tiempo, cuando uno trabaja y es mamá de seis hijos, es siempre un bien escaso. Administrar una casa así no es menor, a pesar de que una de los mayores ya está trabajando y los otros están en la universidad. Hay un tema de alimentación, de tener que comprar comida para ocho personas y siempre es un poco corrido”.
-¿Y cómo lo has logrado manejar?
“Lo he logrado porque tengo un marido que ayuda, que almuerza todos los días en la casa porque tiene la oficina muy cerca y así acompaña, está. Además, tengo una persona que trabaja hace 20 años con nosotros, ha sido maravillosa y una segunda mamá a la cual le debemos mucho. También hay bastante organización y disciplina”.
Pareciera no tener mayores conflictos hoy con tener que preocuparse del desarrollo de su familia y del CNCR a la par. Para hacerlo, como pareja, han tomado ciertas decisiones que califica de prácticas como es vivir cerca de los colegios de los niños, lo que simplifica bastante las cosas.
También todas las actividades extra programáticas que sus hijos organizan son siempre y sólo sí las pueden realizar por su cuenta, o sea, “cuando saben irse solos a las clases de tenis, las pago”.
“Este es un tema que lo he conservado muchas veces con los niños. Les digo esto no es sostenible, no voy a trabajar más, pero de alguna manera, el trabajo también enriquece la vida familiar”, dice convencida.
-¿Ser hija de Ricardo Krebs te marcó mucho vocacionalmente?
“Sí, y no sólo ser hija de mi papá, sino también de mi mamá, que era una mujer muy inquieta en términos culturales, era la que siempre organizaba los viajes”.
-¿Y eso se ha plasmado así en tu familia? ¿Se hereda?
“Creo que sí; veo que los niños, si bien a cierta edad alegan porque los acarreamos a las exposiciones, al crecer, lo gozan intensamente. De hecho, la mayor estudió letras, el segundo está terminando arquitectura y la tercera, diseño. Ellos disfrutan de este ambiente, creo que en una casa donde la mamá llega contando sobre lo que está restaurando se instala un tema, un tema que queda, espero, metido en el alma de los niños”.
-Y con todo esto, ¿te das tiempo para algún gusto personal?
“Pasatiempos no tengo mucho porque la verdad es que corro bastante. Tal vez lo que más gusta hoy es la jardinería, a lo que le dedico tiempo. Lo hago en la casa de Cachagua, cuestión que disfruto mucho porque es la casa que comparto con mis hermanas y que es la misma casa familiar a la cual fuimos de niños; mi papá va mucho también.
“Por lo demás, siempre estamos yendo a las exposiciones, a las obras de teatro, pero es una forma de vivir, no una especie de tarea”.