Mientras su pareja lanza gritos al cielo, criticándola y dando golpes a la mesa, ella permanece callada en su asiento, con una actitud tensa, por más que quiere parecer calmada. Y aunque tiene ganas de responderle a él cada ataque, ella prefiere morderse la lengua.
Esta mujer podría morir prematuramente por su silencio, según dos estudios norteamericanos que aseguran que callar ante una discusión es, literalmente, fatal.
El primero, de la Escuela de Salud Pública y del Departamento de Psicología de la Universidad de Michigan, dirigido por el profesor Ernest Harburg, afirmó que cuando el miembro de una pareja reprime su indignación ante el ataque de su cónyuge, aumenta en el doble las posibilidades de morir prematuramente.
Tras estudiar por 17 años a 192 parejas, Harburg notó que, de 26 en las que uno de los dos se autocensuraba a la hora de defenderse de críticas injustas, guardando resentimiento, 13 personas murieron.
Por otro lado y complementándose con el estudio anterior, aquellas mujeres que se reprimen en las discusiones tienen cuatro veces más posibilidades de morir que aquellas que dan la pelea, según el resultado del análisis que por una década hizo la doctora estadounidense Elaine Eaker a más de tres mil parejas, de entre 30 y 60 años.
“Si una mujer se siente bajo amenaza, no va a hablar”, asegura la psicóloga y psicoterapeuta de parejas María Paz Gálvez, quien explica que este tipo de actitudes son frecuentes en relaciones violentas, en la que uno de los dos no se siente con el respeto ni la libertad de poder decir lo que piensa.
Es un corazón herido
Cada vez que una mujer llega estresada de su trabajo y se desquita con su pareja por sus problemas laborales, aumenta las probabilidades de que él sufra de una enfermedad al corazón.
A esa conclusión llegó Eaker, luego de ver que los hombres que se quejaban de ser las víctimas de la tensión profesional de sus esposas, tenían 2,7 veces más posibilidades de tener una cardiopatía que el resto, argumentando que, probablemente, el hombre se estresa mucho con los problemas laborales de la mujer porque no la puede “proteger” en esa área de su vida.
Sin embargo, este tipo de choques conyugales no son sólo por la furia femenina acumulada en el trabajo. “Generalmente, las peleas comienzan porque uno de los dos se ha sentido poco acompañado o ayudado. Se empieza con un tema y se termina sacando problemas anteriores que han quedado pendientes porque hay una pauta en la relación que no ha quedado aclarada y uno de los dos está molesto porque el otro no lo ha notado”, comenta Gálvez.
Discutir con amor
Suena contraproducente, pero pareciera que es mejor dar la pelea en vez que reprimirse en las discusiones, con la excusa de querer evitar un problema mayor, si no se quiere pertenecer al porcentaje de difuntos que arrojaron los estudios estadounidenses por quedarse callados.
Porque sí, discutir no es tan malo después de todo. Depende de cómo se haga y saber la diferencia entre una discusión y una pelea que genere actitudes agresivas, como aconseja la psicóloga. “Hay que verlo desde una visión más constructiva y exponer los puntos de vista, tratando de llegar a un consenso, a una negociación entre ambos y sacar algo en limpio, no solamente quedar herido cada uno por su lado”, afirma.
Son escenas desagradables que cualquiera preferiría evitar, pero por el bien de los dos más vale afrontarlas de la mejor manera posible, y para eso, María Paz Gálvez explica que la clave es el respeto, el escuchar al otro y recordar que no se está frente a un enemigo, sino que con la persona que se escogió para establecer una relación de confianza y amor.
Además, todos saben que lo mejor son las reconciliaciones.