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Personas que hacen dieta de forma crónica tienen más tendencia a sufrir de sobrepeso

Los "dietantes crónicos" creen que sus continuas alzas y bajas de peso son un problema físico. Sin embargo, la causa es un mal manejo de sus emociones.

08 de Abril de 2008 | 09:54 |
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Conocen de memoria la dieta de la luna, la de la Nasa, la de la sopa; saben cuántas calorías tiene un sándwich o una manzana, están pendientes de si el pantalón está más o menos ajustado que la temporada pasada, se pesan de forma seguida y limitan continuamente su alimentación por miedo a subir de peso.

Sin embargo, cuando sufren una situación de estrés o ansiedad, pueden comerse una pizza o devorar una barra de chocolate sin control.

Con mayor o menor intensidad, estas características describen a los llamados "dietantes crónicos", también conocidos como comedores emocionales.

"En ellos la restricción alimentaria es una preocupación constante. Pero la paradoja es que son quienes más se sobrealimentan. En estas personas, estar a dieta permanente predice un aumento de peso más que una baja", explica el psicólogo Jaime Silva, de la Facultad de Medicina de la Universidad de La Frontera, quien ha estudiado los factores emocionales y biológicos asociados a este fenómeno.

Para el dietante crónico el problema no tiene que ver tanto con la alimentación, sino que sería un trastorno de la afectividad, dice Silva.

Más mujeres

Este patrón se da mucho más en mujeres y suele iniciarse en la adolescencia. "En un estudio que estamos por publicar vimos que en universidades de Santiago, Concepción y Temuco, el 20% de las estudiantes tiene un tipo de comportamiento de dietante crónica", agrega.

Para ellas, las situaciones de estrés o ansiedad se vuelven inmanejables. Entonces, en vez de enfrentarlas buscan regular o reducir la emoción con comida.

La psicóloga canadiense Janet Polivy, que ha estudiado en profundidad este fenómeno, ha señalado que con esta estrategia los dietantes crónicos cambian su foco de atención y tienen la sensación de mayor control de sus vidas. Pero si el estrés es prolongado o crónico, esta forma de regular las emociones puede llevar a la persona a aumentar su peso de manera patológica. El fenómeno de yo-yo es frecuente en estos casos.

"La variable clave en el desarrollo de este trastorno sería una mayor vulnerabilidad afectiva que las hace sobrerreaccionar a emociones como la ansiedad", dice Silva.

Así, situaciones adversas que una persona habitualmente puede resolver, para ellos se vuelven fácilmente inmanejables. En vez de enfrentarlas, comen. Como se sobrealimentan, se sienten mal y comienzan a restringirse ("mañana empiezo la dieta", "esta noche no como"), y así sienten que ejercen cierto control.
Cerebro
Los dietantes crónicos buscan llegar a un peso normal. No tienen una distorsión de su imagen corporal.

Es lo que le ocurría a una secretaria que comía en función del estado de ánimo de su jefe.

Si en la mañana él estaba enojado, ella partía a comprar un chocolate en vez de ir a hablar con él para saber qué pasaba. Con eso se evadía de esta situación de tensión. Si el jefe andaba alegre o de buen ánimo, ella no sentía necesidad de comer. Pero nunca había asociado que ambas cosas estaban relacionadas.

Posibles causas

Investigadores han encontrado que existen patrones de actividad cerebral característicos en estas personas, lo que indicaría que en algunos casos hay una cierta predisposición biológica a este tipo de conducta.

El doctor Juan Andrés Prato, psiquiatra del Centro de Tratamiento de la Obesidad de la U. Católica, agrega que los comedores emocionales también pueden tener su origen en conductas inculcadas desde la infancia.

"Cuando a un niño lo queremos consolar si lo retaron o si lo está pasando mal o se frustra, viene un adulto y le da dulces o cosas ricas para tranquilizarlo", ejemplifica. Eso va haciendo que desde niños vayan desarrollando la respuesta de comer asociada a emociones como la angustia o ansiedad.

Premiar con comida o la excesiva preocupación del entorno familiar por el aspecto físico son también factores que contribuirían a este cuadro.

Uno de los problemas de los dietantes crónicos es que la mayoría asocia su trastorno a un problema físico y no al manejo de las emociones, por lo que sólo llegan a consultar cuando quieren resolver su problema de obesidad o síndrome metabólico.

Si el médico detecta que no hay un problema metabólico, sino de hábitos alimentarios y del manejo de las emociones, puede derivar al paciente a una terapia psicológica. "En este caso, lo que se busca es que desarrollen nuevas formas de enfrentar y manejar la ansiedad", dice Silva.

Con esa intervención, no sólo resuelven su problema de peso, sino que mejoran su forma de enfrentar la vida.

Cuándo preocuparse

El doctor Prato señala que es parte de la naturaleza humana asociar comida con estados de ánimo. Así, es normal comer para celebrar que algo salió bien o premiarse con un chocolate.

"Sin embargo, cuando la persona sufre o se siente culpable cuando come, o siente que no puede evitar una ingesta excesiva, es necesario que preste atención y busque la ayuda de un profesional", puntualiza el psiquiatra.