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Con el corazón dividido en tres

16 de Mayo de 2008 | 13:56 |
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Todo el mundo la conoce y llama por “Soleca”. El sobrenombre se lo puso su abuela materna, porque a su progenitora, Soledad Aninat, ya le decían Sol y no le gustaba el diminutivo Sole.

Hija del presidente del Banco Central, José de Gregorio, cuenta que cuando vivió en Estados Unidos, de pequeña, su sobrenombre se impuso y nadie sabía el verdadero. “Crecí, y hasta los 9 años todo el mundo pensaba que me llamaba Soleca”.

Tiene 23 años y está a una semana de dar su examen de grado de Psicología en la Universidad Católica. Confiesa, entre risas, que ha estudiado poco porque entre la Fundación y su trabajo en una consultora –donde hizo la práctica y se quedó en jornada completa- no ha habido mucho tiempo.

-¿En qué momento te haces cargo de la fundación?
“En todos los momentos libres que tengo, a la hora de almuerzo; nos juntamos los fines de semana”.

-¿Cómo llegaste a la fundación?
“En la universidad… el 2002".

-¡No en el colegio!
“Es que se requiere mucha más independencia para poder irse a meter a microcampamentos, por eso apuntamos a voluntarios recién salidos del colegio”.

-¿Cuánto se resintieron tus estudios?
“Es… que… siempre he sido matea, aunque no le dediqué todo lo que debí, pero me fue bien y me encanta lo que hago”.

-¿Sufrió… el pololo?
(Baja la voz hasta hacerla casi inaudible) “No ha sufrido mucho porque está en Estados Unidos desde el 2005”.

-¿Y funcionan los pololeos a distancia?
“Sí, viene harto y hablamos todos los días por Skype”.

-¿O sea, agradeces su partida?
“Es que él ahora está acá, se tomó este semestre para hacer la práctica acá y hemos sabido equilibrar las cosas. Divido mi tiempo entre mi trabajo, la fundación, estudiar para el examen de grado y el pololeo… todo se puede”.

-¿Tu vocación de servicio público la marcó más tu colegio (Saint George) o tu padre?
“No, creo que es una mezcla, siempre lo he visto a él metido en cosas públicas, a mi abuelo y mis primos. Siempre lo vi en mi familia y el colegio también lo daba, así que fue una mezcla de las dos cosas”.

-¿Y cómo manejas la exposición pública de tu padre? ¿Te genera conflicto?
“No tanto, mi papá es político, pero está más metido en lo técnico, siempre ha sido académico y todo lo hace con 100 estudios detrás. No está en el comidillo político y no he sufrido tanto”.

Reconoce que no tiene claro cómo se proyecta a futuro. Le gusta mucho el área de recursos humanos, lo laboral organizacional, pero también le fascina el servicio público. “No sé cómo voy a lograr conjugar las dos cosas”, confiesa.

-Y en el aspecto personal ¿tienes planes para casarte?
“Sí, sí”.

-¿Están comunicados?
“Sí, pero no es luego. Él termina en un año más, se viene y ahí veremos…”

-Eres la mayor, ¿tu padre ya lo aceptó? Debió ser un shock.
“Sí, es que ya llevo más de 5 años pololeando”.


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