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“En la escuela de medicina descubrí que todos eran tan ‘nerds’ como yo”

24 de Junio de 2008 | 12:44 |
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De la Parra siquiatra estudió Medicina en la Universidad de Chile y hoy ejerce como sicoterapeuta en las tardes, ya que durante las mañanas hace las veces de profesor y director de la Escuela de Literatura de la Universidad Finis Terrae.

El De la Parra dramaturgo debutó en estas lides en 1987 con la obra “Lo crudo, lo cocido, lo podrido” y nunca más paró. Cuenta con más de treinta producciones en el cuerpo, entre ellas varias premiadas (“Max Hispanoaméricano de las Artes Escénicas”) y llevadas al extranjero (“Continente negro” se estrenó en Nueva York). Y para fin de año está preparando “una sorpresita” como conmemoración de estas tres décadas, en la que oficiaría como actor.

Sí, porque también coexiste el De la Parra actor, que se desempeñó como protagonista en la obra “El loco Cervantes”, aunque ésta es una de sus facetas menos explotada.

En tanto, De la Parra escritor ha abordado el género ensayístico con textos como “Carta abierta a Pinochet” y otros igualmente marcados por la dictadura (como la mayoría de su obra), y la narrativa con libros como “Sueños eróticos/Amores imposibles” y el famoso “La sexualidad secreta de los hombres” (otra de sus especialidades), llevándose dos veces el Premio del Consejo Nacional del libro.

Y como si fuera poco, también hubo un De la Parra panelista (del programa “Noche de juegos” de TVN), guionista (de la serie “Infieles”, de CHV) y crítico de televisión (bajo el seudónimo de “Zap Zap”).

Varios hombres en uno. Y no es que sepa de todo un poco, sino que de todo, bastante. Por lo mismo, no es raro que sea un consultado habitué de la prensa sobre los más diversos temas; desde política, sexualidad, arte, hasta farándula.

Él, hace caso omiso de esa fama de mediático.

-Con tantos oficios, ¿con cuál te quedas ahora?
“En este momento estoy en un equilibrio entre los que tengan que ver con el lenguaje; tanto la psicoterapia como la literatura. Ambas tienen que ver con el traspaso del mundo interior al mundo consciente a través de la palabra y ahí me he quedado. Soy lector, escucho, leo personas y trabajo con la palabra, tanto en la literatura y teatro como en las sesiones. Éstas son muy fuertes, teatrales, intensas y adictivas, muy absorbentes pero cada una tiene gratificaciones y estimulaciones tremendas”.

-¿Una complementa a la otra?
“Exactamente, en cada sesión saco experiencias de lenguaje para el teatro y en el teatro descubro cosas que me pueden servir en la psicoterapia. El viaje es de ida y vuelta entre las dos disciplinas. También al leer permanentemente, estudiar la parte técnica del oficio del psicoterapeuta y la lectura literaria se van enriqueciendo mutuamente. Cuando le preguntaba a mi profesor de psiquiatría qué estudiar para conocer más la psicología me recomendaba a Proust o Dostoievski, porque hay un mundo en común en el que entremedio están los fármacos y los nuevos descubrimientos de las neurociencias, que son fascinantes y hacen pensar en este mundo extraño donde se biologiza todo”.

-¿Cómo te las arreglaste para compatibilizar todas tus pasiones?
“Trancé entre las dos tendencias que me tiraban más fuertemente. Por un lado, la medicina, soy hijo y hermano de médico, o sea la carga era fuerte en la casa y existía una admiración y un respeto por la profesión. Por otro lado, descubrí la literatura y el teatro en mi adolescencia porque era muy tímido y ‘nerd’, quería expresarme y en ese mundo podía hacerlo”.

-¡¿Un ‘nerd’?!
“Totalmente, además estaba en un colegio de hombres y muy exigente y fue a través de los libros que descubrí que habían mujeres, lo que era muy importante porque tampoco tenía hermanas, ¡entonces me fascinó! Después, en la escuela de medicina encontré que todos eran tan ‘nerds’ como yo, me relajé y ahí tomé cursos de teatro, literatura y me las arreglé para que convivieran estas disciplinas”.

-¿Pero por qué terminaste estudiando psiquiatría?
“Al comienzo me gustaba mucho la medicina interna pero cuando apareció la psiquiatría me enamoré de ella apasionadamente, tenía más que ver con mis dos mundos; escuchar el discurso de la siquis, del alma. Siempre me preocuparon temas de antropología, sociología, tomé cursos optativos, me interesaba mucho poder reflexionar sobre la sociedad, sobre la especie humana. En ese sentido siempre se me hace corto el tiempo para leer y estudiar todo lo que quisiera, hubiera pasado estudiando carreras, con una beca en la que sólo me dejaran leer, sin producir nada y poder pensar”.

-¿Te acomoda que siempre te llamen para preguntarte sobre cualquier cosa y lidiar con tu fama de mediático?
“Hay cosas que me interesan y las contesto, cosas que manejo. Agradezco esas entrevistas que me hacen pensar -ésta está siendo muy pensante- y se aprende algo nuevo. Cuando me llaman para cosas de farándula u otras es agotador y trato de capearlas. La fama mediática es aburrida, la única utilidad que tiene es cuando estreno una obra para que la gente vaya al teatro. Pero no es divertido, no me interesa, no pesco mucho”.

-¿Qué pasa con tu faceta de actor, una de las menos explotada?
“Ahí ya no hubo tiempo para desarrollarlo, me gusta mucho pero eso sí que es una exigencia que requiere mucho tiempo, es muy demandante. Estoy preparando un espectáculo para fin de año porque se cumplen treinta años desde que estrené mi primera obra y voy a intentar actuar. Digo intentar porque me da mucho miedo al no saber cuánto me va a demandar y poder trabajarlo con la finura y profundidad que quiero hacerlo. El rol de actor me sigue atrayendo mucho y no puedo abandonar el teatro, me parece un arte muy completo especial, mágico; que cada función sea única, que haya una relación tan directa con el espectador, tan expuesta, una situación de riesgo de equilibrista sobre la cuerda floja. Eso me atrae, es muy adictivo, he pensado proyectos pero requieren de mucho tiempo”.

-¿Y la de profesor?
“Me gusta hacer clases, trabajar con jóvenes en talleres de narrativa y dramaturgia, eso me estimula mucho”.

-¿Tienes alguna deuda pendiente, todavía?
“El cine, ¡el cine me ‘fascine’! Es un misterio para mí el guión, he hecho de TV pero no es lo mismo. Estoy trabajando en uno muy lentamente a ver si 'salta la liebre', siempre pienso que será para el próximo año pero es un proceso muy lento y no hay industria, aunque con el abaratamiento de la tecnología me gustaría intentarlo. Los aficionados al cine suelen ser buenos lectores, porque hay mucho en común. Se ve mejor el cine al tener experiencia con la lectura”.