Una mujer de 25 años, que se describió como “espectacularmente hermosa” y “superficial”, publicó un anuncio en el sitio web de clasificados Craigslist. En él, la joven dijo estar buscando un hombre para casarse, que, como requisito, ganara más de 500 mil dólares al año. “Sé cómo suena esto, pero tengan en cuenta que un millón al año gana la clase media en Nueva York, así que no creo estar pidiendo demasiado”, sostuvo.
En respuesta, un misterioso banquero le explicó a la mujer el mal negocio que sería casarse con ella: “Es muy probable que mi ingreso aumente, pero es una absoluta certeza de que no te irás poniendo más hermosa (con los años) (…) Económicamente no tiene sentido ‘comprarte’, que es lo que estás ofreciendo, así que prefiero el arriendo”.
Madonna, con su “Material girl” se queda chica al lado de propuestas como esta. Pero, tal vez, el único problema de la joven anunciante fue pecar de sincera, si se toman en cuenta los resultados de un sondeo hecho por la firma de investigación de riqueza Prince & Associates, en el que se le preguntó a mil 134 estadounidenses, con ingresos anuales de entre 30 mil a 60 mil dólares: “¿Cuán dispuesto está a casarse con una persona de apariencia promedio, que a usted le gusta, si ésta tiene mucho dinero?”
El 50% de los hombres dijo estar muy o extremadamente dispuesto a casarse por dinero, mientras que un 66% de las mujeres respondieron de igual forma.
“Esto es algo que ha pasado siempre”, afirma el sociólogo de la Universidad Alberto Hurtado, Francisco Nomez, quien explica que “el matrimonio es una institución que nace para preservar el status y el dinero”. “Lo que pasa es que hoy en día para mucha gente tiene tan poco valor el casarse, que si lo hacen, sería por dinero o conveniencia (…) No es que no exista el amor, pero no es necesario casarse para que esté presente”.
El psicólogo y terapeuta de pareja, Marco Aurelio Barrientos, coincide en que “el matrimonio motivado por razones económicas, estratégicas o de poder ha sido muy frecuente en la historia de la humanidad”, explicando que ya en la Europa medieval se utilizaba esta unión para sellar asuntos estratégicos de estado y que encontrar el amor en esos contratos nupciales era una expectativa que los cónyuges preferían no plantearse.
“Durante la segunda mitad del siglo XIX el panorama comenzó a cambiar y se difundió la idea del matrimonio por amor, que es la expectativa que hoy sostenemos. Nos casamos con aquellos que nos hacen felices y con los que queremos compartir la vida, en la salud y la enfermedad”, dice el terapeuta, quien cree poco factible que una unión basada en el interés económico pueda resultar en la actualidad.
“La única alternativa viable que imagino es que los cónyuges renuncien a la expectativa del amor dentro de ese matrimonio y que no se hagan el uno al otro exigencias de pareja. Otra alternativa es apostar a que surja el amor entre ellos, producto de la convivencia, pero eso sería como ganarse la lotería”, aseguró.
No se puede vivir del amor
Con amor o sin él, las mujeres encuestadas de 20 años estimaron como requisito mínimo para un enlace, el que el novio posea un patrimonio de al menos 2.5 millones de dólares. Curiosamente el monto disminuyó a 1.1 millones, entre las mujeres de 30 años, pero volvió a aumentar con las de 40, que estimaron que 2.2 millones de dólares eran suficientes para dar el sí.
| Y el amor no lo es todo |
”No se puede vivir del amor.
No se puede comer al amor,
las deudas no se pueden pagar con amor.
Una casa no se puede comprar con amor.
Nunca es tarde para pedir perdón”.
Andrés Calamaro, “No se puede vivir del amor”.
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En cambio, los hombres de 20 años dijeron que una mujer debía tener al menos 1.2 millones de dólares, mientras los de 40 exigieron 1.4 millones. Para Barrientos, esta diferencia entre los requisitos de ellos y ellas refleja las “distintas apreciaciones sociales del rol masculino y femenino, presumiéndose que la mujer ganará menos que el hombre. Por eso los hombres hacen una demanda más condescendiente. Estas diferencias representan la imagen de género, tanto masculino como femenino, que la sociedad tiene”.
Aunque las diferencias también se notaron en el número de mujeres y hombres que vieron el divorcio como una alternativa casi segura, luego de un matrimonio por conveniencia. El 71% de ellas dijo que espera romper la unión en el futuro, mientras que de ellos, sólo el 27% se inclinó por esa opción.
¿Será que la sociedad ha dejado de creer en el amor? Para el psicólogo, los resultados del estudio podrían enmarcarse en que “a medida que pasan los años, las personas valoran más lo que pierden y por lo tanto piden mayor ‘indemnización’ por ello. Sería como decir: ‘Si con los años me doy cuenta de que voy a perder algo realmente valioso, como casarme con el amor de mi vida, entonces que sea por una cantidad que realmente valga la pena”.