Muchas de ellas son conocidas, pero la argentina Marilén Stengel, sostiene que a pesar de ello, las mujeres seguimos cayendo en trampas que atentan contra nuestro ser femenino.
A pesar de que la mujer ha entrado al mundo laboral y ya puede desempeñarse en todos los ámbitos, es mucho más difícil en el S XXI que en el pasado “ser mujer” porque hasta en las sociedades más liberales siguen planteándose “creencias” que oprimen a la mujer.
De ahí que haya elaborado un listado de esas trampas que impiden que la alcance su verdadero protagonismo femenino y que expone en el libro "La mujer presente" de Ediciones B.
Trampa 1, un hombre me completa física, emocional y espiritualmente: tiene que ver con una inseguridad interna de las mujeres que sienten que son menos completas que los hombres y estos las pueden suplementar. Stengel postula que es muy distinto hablar de completar que de complementar, que es lo que realmente pasa en una relación de pareja.
Trampa 2, la pareja es la relación que establezco con un hombre que es mi par emocional: cuestión que se puede dar en los primeros tiempos, pero que después queda desfasado porque el hombre deja de serlo y presenta en esa área un subdesarrollo afectivo. El mejor ejemplo es la falta de contacto que tienen ellos con el mundo de los sentimientos, aunque las nuevas generaciones dan muestras de estar avanzando en ello. Al final, la mujer además de ser la esposa, es la madre.
Trampa 3, la familia es el espacio en el que tanto mi compañero como yo seremos proveedores afectivos de los hijos que criemos juntos: es un error que deriva del hecho de que las mujeres también comenzaron a ser proveedoras de dinero para el hogar y creyeron que con eso los hombres iban a involucrarse más en los temas afectivos. Y una de las razones de este problema es que los hombres siguen guardando sus sentimientos para proteger su imagen masculina.
Trampa 4, el trabajo doméstico es una tarea que puedo compartir con mi pareja: axioma que está de moda y que busca una igualdad en los roles hombre y mujer dentro de la casa. Aunque registra avances, el tema sigue siendo un ‘issue’ en la sobrecarga de trabajo de la mujer sobre todo si ha salido al mundo labor y la explicación podría estar en que el hombre se siente más colaborador más que coprotagonista en este tema.
Trampa 5, para ‘ganar’ en mi trabajo tengo que desempeñarme como lo hacen los varones: cuestión que se hace patente al ver a tantas mujeres que se mueven bajo el modelo masculino de trabajar. Inconscientemente, tenemos presente que el 75% de quienes están arriba son hombres por lo que el mejor camino para llegar ahí es copiando modelos. En esto se aplica la máxima de George Orwell: “todos somos iguales, pero hay algunos más iguales que otros”.
Trampa 6, postergar mis necesidades a favor de las de mi familia me vuelve una buena mujer ¡y feliz también!: cuyo origen está en el hecho de que las mujeres, en la repartición de roles, quedaron a cargo del mundo interno y por lo tanto, les tocó hacerse cargo de los afectos. El único problema en esto es que postergar, finalmente, se traduce en desvalorizar a la mujer en muchos aspectos.
Trampa 7, si tan sólo lograra superar ese ‘defecto’ físico, sería feliz: propio de la tiranía de la belleza en la que se encuentran inmersas las mujeres de hoy. El mandato de las masas puede convertirse en una pesada carga para las mujeres y lo único que devela es un problema de autoestima que desgraciadamente están heredando las nuevas generaciones femeninas.