EMOLTV

“Quiero ver cuánto me cuesta ser anónimo nuevamente”

El primer chico reality está más grande. Se casó y quiere dejar el país para experimentar lo que es volver a ser anónimo, de la mano de la patinadora rusa Ludmila Ksenofontova.

14 de Enero de 2009 | 09:27 |
imagen
Y se casó. Él, el autodenominado “fenómeno kitch”, el único: Álvaro Ballero, el ganador del primer reality chileno, el niño símbolo de cuantos programas grabados en casas-estudio salieron.

Dice que no estaba nervioso ese 28 de octubre, el día nupcial, mientras su familia le preguntaba cómo lo hacía para estar tan relajado y una de sus 3 hermanas, la modelo Carla Ballero se deshacía en lágrimas.

En el Registro Civil de Los Dominicos, Álvaro se despidió de la soltería –tras pasar una ajetreada noche en la que se consiguió en sólo 3 horas las argollas, acompañó a su novia a comprarse el vestido y luego se preocupó de lo necesario para la celebración y de planchar su traje de novio- para pasar a ser el esposo de la rusa Ludmila Ksenofontova, la patinadora del Circo Ruso que conquistó su corazón en “Estrellas sobre hielo”, entre piruetas y coqueteados ensayos.

Apenas habían pasado 3 meses desde que se habían conocido y un mes y una semana desde que se habían puesto a pololear, debiendo superar los celos de un ex despechado (Eduardo Campa, por 7 años pololo de la rusa y de quien Álvaro se refiere como “el tipo”), cuya furia quedó registrada en Carabineros con una denuncia por amenaza de muerte que entabló el Protagonista de la Fama.

Hoy, a semanas del enlace Ballero-Ksenofontova, eso parece sólo el mal recuerdo de un futuro que el chico reality vislumbra prometedor junto a su rubia, una de las pocas mujeres que, según ha comentado Álvaro, no se acercó al rostro por ser famoso, ni se alejó por escuchar que era un tonto.

“Anteriormente, las mujeres se me acercaban... A ver, ni siquiera se me acercaban, algunas eran solamente para decir: ‘ay mira, Ballero’, así como despectivamente”.

-¿Tuviste despedida de soltero?
“No. tendría que ser muy fresco, porque creo que he estado en constantes despedidas mucho tiempo. Yo no soy un tipo atractivo, yo tengo el efecto escenario para muchas mujeres y cuando una mujer se me acercaba, incluso podía ser porque yo era un fenómeno como de circo, el fenómeno kitch, y ahí uno juega sus cartas. Entonces, yo, de soltero, jugué mucho, lo pasé bien, conocí a todo tipo de mujeres, pero para mí eso ya pasó. No es necesario encerrarme con dos stripper y mis amigos para sentir que es mi despedida de soltero. A parte que yo tengo un tema con el alcohol: yo no tomo. Lo único que he tomado este año es la champaña de cuando brindé por el matrimonio. Y me la tomé completa, porque una amiga me dijo: ‘Álvaro, si no te la tomas completa es mala suerte”.

-¿Hubo alguna experiencia desagradable con el alcohol que hoy no tomas?
“Mi papá no es alcohólico, en ningún caso, pero sí cuando toma es cabeza de pollo. Entonces, cuando yo era muy chico -tenía como 10 años- me acuerdo que él estaba de cumpleaños… Era natural que él se tomara sus copetes, y se prendiera en la casa… Estaba con su hermano y todo. Pero me pareció una imagen tan detestable, que de ahí que no tomo”.

-Y de tu matrimonio, ¿nadie te dijo que te casaste muy pronto?
“No. La frase típica de este último tiempo ha sido, de la ex polola, ¿Estás seguro? De los más amigos: Tenía que ser así de tu parte y de la familia: Nos enamoramos de ella. Mi matrimonio, después de un mes y una semana de pololeo, recién lo estoy asimilando, porque, por ejemplo, cuando nosotros recién nos conocimos, fue como con la típica frase recurrente: pareciera como si nos conociéramos toda la vida. Entonces, como que todo fue fluido, no fue obligado”.

-¿Una relación intensa?
“No sé si intensa. La intensidad en mi vida la vivo continuamente, pero la intensidad, vuelto loco, creo que la pasé hace rato. Ahora ando súper pausado... Puede sonar ridículo decir que fue algo pausado después de un mes y una semana de pololeo-, pero la determinación de casarme fue algo que tomé más pensando que sintiendo.
“Ya no llego relaciones apasionadas como antes, que generaba sólo relaciones apasionadas. Me gustaba mucho estar con mujeres que me generaban cosas, entrar en la maquinita cerebral de cada una de ellas y desarmarla para ver qué tenían, y mientras más compleja era, me parecía más atractiva, pero al final terminaba siendo una relación más obsesiva y más tóxica. En cambio, ahora encontré a una mujer que… No sé si la encontré. Estaba como escrito. En el fondo, no fue coincidencia”.

-¿Tuviste como señales?
“A mí me llamaron para tema de ‘Estrellas en el hielo’, un día miércoles y el día viernes de esa semana salió un reportaje en Las Últimas Noticias online, con la fotografía del Circo Ruso ¿Y la estrella del circo ruso? ¡Ludmila! Yo dije: Me encantaría que me tocara con ella, pero nunca me va a tocar, porque es la estrella del Circo Ruso y a Ballero no le van a poner la estrella del Circo Ruso.
“A mí me encantó desde que la vi en la primera foto y después ella me defendió con la gente de ‘Mira quién habla’, cuando hicieron un contacto en directo con el circo.
Mira, ahí está tu patinadora, me decían mis amigos. Entonces, yo puse el televisor y vi que panel empezó como a chaquetear y ella me defendió, sin que me conociera más allá de lo normal”.

-¿Qué dijo?
“En el fondo, algo así como ‘no hablen en base a lo que no conocen’. Me defendió porque empezaron a decir: ‘Ah, y te tocó con él, qué lastima’. Después, en la segunda semana desde que la conocí, fuimos al casino del canal y yo le dije que me gustaba… Me costó mucho decirlo. Yo soy bien enamoradizo y si digo que me costó es porque no se lo dije el primer día”.

-Pero ella estaba pololeando en ese tiempo, ¿no?
“Eso es independiente, porque uno nota cuando una mujer no está bien con su pololo, cuando el tema ya no existe. Aparte que ellos ya estaban medios peleados en ese tiempo. O sea, ella quería terminar con él desde la última vez que se fue a Rusia, que fue en diciembre. Y ellos terminaron al ratito que nosotros nos conocimos, el 14 de julio”.

-¿Cómo los molestaba?
“Ya a la semana y media, el tipo nos empezó a molestar tanto que ella no quería seguir conversando conmigo en los ensayos. Ni siquiera hubo una conversación en relación a nosotros, eran conversaciones normales, pero al tipo le molestaba tanto que tuvimos que cortar todas esas cosas. Ahí se empezó a volver incómoda la situación, hasta que un día ella llegó el día de mi cumpleaños (30 de julio) y me trajo mi torta favorita (torta de mil hojas con manjar, crema pastelera y cobertura de chocolate) que yo nunca le había dicho que era mi torta favorita, así que estaba súper contento. Eso sí, ella la había traído como escondida, porque estaba con estos problemas. Ese mismo día, me dijo que el tipo le había roto por completo su notebook. Claro, yo le había escrito un mail, pero él ni siquiera le había revisado el mail. Se lo rompió porque suponía que entre nosotros estaba pasando algo. Ahora ya no es tema. No aparece”.

-Y hoy, ¿ha cambiado mucho la relación entre ustedes después de firmar en el Registro Civil?
“Es que para nosotros es como si aún siguiéramos pololeando, pero con el matrimonio ya tienes una argolla que es un símbolo de fidelidad, respeto, pero lo más importante es que ya tienes una familia y tienes que cuidarla. Esto ya no es un jueguito y creo que eso es lo que cambia: la percepción, pero en el fondo, para nosotros no ha cambiado mucho, porque llevamos tan poco que es como que todo está bien. Yo siempre bromeo que como casé, puedo engordar sin que me molesten, porque soy un hombre casado”.

-¿Te has dejado estar mucho desde que te casaste?
“Uno se deja estar un poco. Es un poco ridículo que lo diga tan pronto, pero como que uno se relaja… Dejé de ir al gimnasio… Pero nos dimos cuenta de que estábamos subiditos de peso. Yo subí 10 kilos desde que salí del programa y ella ya va por los 3 kilos.
Para mí, el peso es un tema horrible. Yo tengo el continuo cuestionamiento en mi vida -como lo tuve, por ejemplo, cuando determiné casarme- de ordenarme o ser un tipo desordenado y vivir la vida como quiera… Siempre he querido ser libre… Uno se mal acostumbra a esta situación del trabajo esporádico, a en un mes no ganar nada y al otro mes ganar una suma que para mucha gente es inalcanzable y que me dejaba vivir tranquilo un año. Pero ya no es así, entonces, es como lo mismo en todos los temas… en mi vida, como en el orden o el peso”.

-¿Estabas buscando orden en tu vida con el matrimonio?
“No, yo creo que con ella encontré eso. Hoy día ella me ordena en todos los aspectos: financiero, laboral o de cómo encauzarme. Creo que las parejas tienen que cumplir esa función de encausar y yo a ella la encauzo emocionalmente y ella me encausa a mí en disciplina.
“A mí me dio mucha risa, porque mi familia me decía: ‘Bueno, se tuvo que casar con una niña que literalmente fuera del circo para que lo entendiera’ (se ríe). Y el otro día, por algo que no me acuerdo, le dije: ¿Estás loca? Y me dijo: ‘Bueno, para casarme con Álvaro Ballero tengo que estar un poco loca’. Los dos tenemos ese humor negro que no lo puedo compartir en televisión, porque ahí cae mal, pero con ella nos reímos mucho”.

-Al principio dijiste que pololear con ella era tener que casarte con ella. ¿Por qué tanto?
“Porque desde que la conocí, Pamela Díaz me gritaba ‘sal de ahí…’ Después, la gente de producción me decía, literalmente: ‘No por un buen polvo vas a exponer la vida de mucha gente’. En el fondo era como: esta no es una relacioncilla de verano. Aunque Ludmila una vez me confesó que cuando empezó conmigo, le decía a las amigas: ‘Bueno, total, si me quiere tomar a lo liviano, será. Igual lo voy a pasar bien y me voy después a Rusia’. Y bueno, liviano no fue”.

-Te quieres ir a Europa con ella. ¿Se van a Rusia?
“No, mi mujer es rusa, pero no tiene las costumbres rusas… Yo creo que terminaría odiando a los rusos, porque son complicados, muy duros y fríos. Son muy machistas y yo que tengo 3 hermanas mujeres, me molestan los machistas, me molestan las mujeres geishas y eso se da mucho allá, se pasa a llevar a la mujer. Creo que por ahí puede haber un roce importante, porque es un rollo de mi vida el tema de la mujer”.

-¿A dónde se van, entonces?
“A mí me encantaría irme a Italia, pero allá mis familiares son puras viejitas así que no creo que haya mucha posibilidad por ahí. Sí tengo en España y en Alemania familiares que son jóvenes y los conozco de acá, algunos grandes amigos que tienen empresas y me dicen vente para acá. Pero no sé. Quiero viajar y quiero conocer y ver cuánto me cuesta ser anónimo nuevamente.
“Cuando he ido a otros países y la gente me mira en la calle, me parece mucho más válido que un millón de miradas en Chile, porque por algo te están mirando, por algo que es verdad, por algo que es esencia, no por el efecto escenario”.

Continúa leyendo:
“Después de tanta caída pública he tenido que aprender”