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"No se puede eliminar la figura de Pinochet"

26 de Marzo de 2009 | 10:43 |
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Las últimas décadas del S. XX fueron turbulentas en Chile. Grandes hechos nos remecieron y diversos personajes jugaron roles importantes y controvertidos en la vida del país. Pero son parte de nuestra historia.

Los herederos de esos personajes, conscientes de lo anterior, han buscado perpetuar su memoria y hoy nos encontramos con fundaciones que recogen la vida y obra de los ex Presidentes Frei Montalva, Allende y Pinochet. Frei Ruiz-Tagle y Lagos, e incluso Michelle Bachelet se han preocupado en vida de organizar y catalogar sus documentos.

Se trata de nuestra memoria contemporánea y Nivia Palma, lo sabe. Cuenta y destaca que la Fundación Frei le pidió colaboración a la Dibam para poder organizar el museo de los ex mandatarios, que además rescata la casa particular donde vivió el primero y creció el segundo, en la calle Hinderburg. Y devela que Aylwin ya entregó parte de sus objetos para sumarlos a las colecciones del museo.

Aún así, su opinión sobre que todo ello pertenece al legado y patrimonio de todos los chilenos no cambia.

-En el más amplio sentido de la palabra ¿qué se perdió de nuestra memoria en el período del gobierno militar?
“Cuesta responder porque creo que han habido, en los últimos años, grandes iniciativas y esfuerzos por recuperar esa memoria que es dolorosa, pero que es parte de nuestro patrimonio.
“Creo que es importante lo que se ha hecho con la Fundación Vicaría de la Solidaridad y como Dibam porque hoy tenemos una sala virtual de la vicaría en la Biblioteca Nacional. Hace algunos años los archivos de derechos humanos se declararon Patrimonio de la Humanidad y se está trabajando en el Museo de la Memoria. También estamos preparando una nueva versión en el Museo Histórico referido al S. XX incluyendo ese período en todas las dimensiones, no solamente político”.

-¿Pero qué falta?
“Hay una dimensión que todavía debiéramos trabajar más y además, tenemos un imperativo legal, cual es qué pasó con la televisión todos esos años. Ese medio es un soporte patrimonial muy significativo; nos habla de como nos vestíamos, cuales eran nuestros discursos, nuestras tensiones, nuestras modas, las disputas valóricas. Creo que tenemos que reconocer que programas como ‘Sábados Gigantes’ son parte del patrimonio cultural indiscutible del país, igual que ‘La Manivela’.
“En fin, en la televisión hay un patrimonio, en todo, incluso la propaganda, que es parte de la memoria del país y ahí creo que tenemos un déficit muy grande que espero que podamos revertir y existe la voluntad de todos los canales para poder recuperarla, de tal forma que podamos vernos”.

-Se mantiene la crítica frente a las obras (murales, pinturas y esculturas) que se perdieron en el gobierno militar. ¿De ello, qué han logrado recuperar?
“Se han recuperado algunas piezas importantes, como el diario de Carrera que lo tenía Pinochet y que hoy está en el Museo Histórico. Recuperamos también algunas piezas que eran de O’Higgins, banderas, varios documentos que se habían llevado para la casa”.

-Algunos privados han recuperado telares como los Roser Bru en el Diego Portales.
“Lentamente han empezado a aparecer piezas, pero todavía hay muchas perdidas. Los artistas que están vivos nos han preguntado a nosotros si los tenemos porque han escuchado que algo ha llegado a la Dibam, pero desgraciadamente no.
“Igual, nosotros estamos en una búsqueda en nuestro propio catálogo del Bellas Artes para redescubrir obras que no sabíamos si estaban o no y nos hemos encontrado con sorpresas. Como estamos en el camino al Bicentenario aparece con mayor fuerza la necesidad de esta búsqueda”.

En este punto Nivia Palma se detiene y toma aire. “Voy a decir algo tremendo, pero los procesos de memorización implican también olvido, inevitablemente. Cuando uno decide construir memoria va a omitir algunas cosas, consciente o inconscientemente, o van a haber espacios vacíos. Cuando haya objetos, imágenes, que no podamos testimoniar con huellas de ello tendremos que testimoniarlas con el espacio vacío, decir aquí debió estar tal objeto, pero no lo está porque fue destruido. Cuando uno recuerda su vida, su infancia, su juventud, recuerda algunas cosas y otras no, pero al hacer ese ejercicio va a estar resignificando, por lo tanto, la memoria no es exactamente lo que ocurrió, la memoria es cómo cuento lo que ocurrió. Por eso tenemos que estar conscientes de cómo contamos lo que vivimos y en eso debe participar la máxima pluralidad de miradas, perspectivas e historia para que ese relato común sea lo más democrático y representativo”.

-¿Esto se hace sin juicio de valor?
“Creo que tenemos que estar conscientes de que esto no es objetivo, que es subjetivo, que somos sujetos históricos. Cuando hacemos este acto de memoria, cada unoestá omitiendo o relevando determinadas cosas. Por eso, es muy importante que el Estado le dé espacio a cada uno de los actores para que pueda participar en la construcción de este relato, porque sino, esa memoria que se construye va a hablar sólo de algunos. Y digo esto, porque en el Centenario, básicamente hablaron las elites, entonces hay que tener cuidado de que el Bicentenario sea mucho más democrático donde las comunidades territoriales, de etnias, etarias, de géneros puedan hablar”.

-Con este enfoque y teniendo claro que el resguardo de la memoria no es de trinchera, surge la duda sobre sí se ha guardado del gobierno militar las cosas que no nos ligan a lo doloroso.
“Creo que mucho de eso apareció en los espacios en el mismo tiempo de la dictadura. No se puede eliminar la figura de Pinochet, es parte de la historia del país, y lo son todas las dimensiones de esa época. Tenemos que ser muy responsables.
“Hay gente que siente que ese período fue el mejor que vivió como familia y con esto quiero decir que hay que ser consciente de que hay que construir un relato que tiene muchas miradas, perspectivas”.

-Englobando todo, ¿las pertenencias de Pinochet debieran ser de la Dibam?
“Creo que evidentemente que sí, hay objetos de Pinochet que yo espero estén, en algún minuto, como parte de las colecciones del Museo Histórico. Su familia tendrá que decidir, en su momento, el destino, pero Pinochet es parte de la historia de nuestro país de manera indiscutible. Tendrá múltiples lecturas, el juicio lo hará cada uno y además, sabemos que cambian a lo largo de la historia, pero es evidente que muchos de sus objetos personales, su correspondencia, van a tener que ser parte de las colecciones del país. No quiero meterme en un tema de familia”.

Al terminar, Nivia Palma hace una confesión: “Tengo conciencia que algunos documentos y objetos que me han regalado en un plano personal, debo entregarlos. Gonzalo Rojas me ha escrito algunos textos y tengo la sensación que en algún minuto tendré que desprenderme de ellos y entregárselos al Archivo del Escritor. Me pasa lo mismo con un texto de Hernán Rivera Letelier sobre la matanza de la Escuela Santa María.
“Me encantaría dejárselo a mis hijas, pero entiendo que le pertenecen al conjunto del país. Si alguna persona, por casualidades de la vida, le tocó estar en una situación histórica tendrá que considerar esto y entregar alguna cosa”.

-¿Llegan a la oficina de partes, ciudadanos comunes y corrientes, a dejar cosas?
“Sí, y ya no me sorprende tanto. Nuestra gente es bastante más generosa. Tenemos todas las pertenencias de Joaquín Edwards Bello porque pudimos hacer una compra en precio simbólico; la hija de Pablo de Rohka nos entrega todo lo de su padre sin ningún costo; familias de muchos compositores chilenos que nos han dado todo. Volodia Teitelboim, poco antes de morir, me llamó para decirme que su biblioteca tenía que estar en la Biblioteca Nacional, pero lamentablemente falleció. Aunque no dejó nada por escrito, su hija ya lo entregó y está aquí.
“Esto tiene que ver con que hay conciencia de que construimos la memoria y de que la Dibam escapa a la política; aquí hay un compromiso con preservar nuestro patrimonio”.




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